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La (in)seguridad en Salud

Nicolas Molina
Por : Nicolas Molina Usuario de El Quinto Poder
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Independiente del estrato social o el nivel de educación que tengamos, el concepto que la salud privada es mejor que la pública penetra a todas las personas y se encuentra enquistado en lo más íntimo de nuestra sociedad. Esta idea es tan fuerte que cualquier crítica o situación que lo contravenga pasa a ser una rareza, un caso aislado o un ataque al libre mercado ideado por extremistas. Ante esto, las voces de cambio y mejora no tienen cabida pues ni siquiera se puede cuestionar y al no poder cuestionar, se impide desear realidades donde la salud pública y la privada no están tan distantes como en Inglaterra, Canadá, España o en nuestros vecinos americanos de Uruguay y Costa Rica donde la salud pública es de excelente nivel.

La preferencia es tal por la atención privada que aun teniendo casos en donde los hospitales entregan más garantías que clínicas seguimos prefiriendo estas últimas, por ejemplo en las regiones donde la recomendación de los galenos es acudir al hospital en caso de alguna enfermedad grave, pues cuentan con más recursos y mayor capacidad de respuestas que en las clínicas de la zona. Los usuarios siguen prefiriendo las clínicas y no los podemos culpar pues basta pasar un lunes por cualquier urgencia pública del país y comprenderemos esta temeraria decisión.

Ante este paradigma la gente que puede optar a escoger un sistema de salud privado, apenas un 20% de la población, lo escoge a través de las instituciones de salud previsionales (ISAPRES) y así amortizar los altos costos que tiene la salud privada.

Las ISAPRES, que funcionan con la lógica de seguro, afilian a sus clientes previa selección según antecedentes médicos, edad, sexo, peso, talla y pasatiempos. Una vez aceptados, éstos deben entregar una prima mensual que les permite ser beneficiarios de la ISAPRE y conseguir atención medica con una rapidez casi inmediata y un copago razonable, lo cual es impensado en el sistema público por la saturación, alta demanda e interminables listas de espera o cualquier otra de las múltiples dificultades de acceso que tiene.

[cita tipo=»destaque»]Situaciones como esta hacen ver la profunda crisis del sistema individualista en que vivimos, en temas tan sensibles como son la salud y seguridad social donde la única voz escuchada parece ser: “sálvese quien pueda”. Debemos generar políticas orientadas a la solidaridad con un mayor aporte y control en lo público, replantear la forma y la cantidad en que se hacen las cotizaciones pues a pesar de entregarle al menos el 7% del sueldo bruto del 20% de la población con más recursos sin contar los otros beneficios que reciben de parte del estado las ISAPRES pueda quebrar o esperemos nunca pase, estafar y desaparecer.[/cita]

Entendiendo que las ISAPRES son aseguradoras, por ende son un negocio y como tal está sujeto a las fluctuaciones y riesgos del mercado pueden caer en desgracia y quebrar como toda empresa. Hecho que ocurrió el 2003 con la quiebra de la ISAPRE Vida Plena donde los afiliados trataron de migrar a alguna ISAPRE que los quisiera recibir, siempre y cuando no fueran rechazados por tener alguna prexistencia ya que con esta condición las posibilidades de ingresar a una ISAPRE son casi nulas, por lo que muchas personas que habían cotizado toda su vida en el sistema privado se vieron excluidos de este, debiendo ser recibidos en FONASA. Sistema público en el cual nunca habían aportado y nunca quisieron pertenecer.

Hoy nuevamente tenemos noticias de las ISAPRES, esta vez es Más Vida, la de los médicos. Está pronta a ser intervenida por la superintendencia de salud por las enormes deudas que tiene, llenando de preocupación a sus afiliados que pueden quedar desamparados en una esfera tan íntima como importante, la salud, a pesar de haber cumplido religiosamente lo que se les pedía. En una situación injusta pero que es esperable de una empresa.

Situaciones como esta hacen ver la profunda crisis del sistema individualista en que vivimos, en temas tan sensibles como son la salud y seguridad social donde la única voz escuchada parece ser: “sálvese quien pueda”. Debemos generar políticas orientadas a la solidaridad con un mayor aporte y control en lo público, replantear la forma y la cantidad en que se hacen las cotizaciones pues a pesar de entregarle al menos el 7% del sueldo bruto del 20% de la población con más recursos sin contar los otros beneficios que reciben de parte del estado las ISAPRES pueda quebrar o esperemos nunca pase, estafar y desaparecer.

Más de algo anda mal en el modelo, no solo de las ISAPRES, sino que de la salud en general. Es urgente tener un sistema de salud público en el que caer en él no sea un castigo, sino que una opción donde se garantice salud en forma eficiente, digna y oportuna que no tenga nada que envidiar al sistema privado.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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