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Tetazo, Miss Reef y feminismo radical: qué hay detrás de ellos Opinión

Tetazo, Miss Reef y feminismo radical: qué hay detrás de ellos

Moisés Jáuregui Aros
Por : Moisés Jáuregui Aros Director Regional para Chile, Estudiantes por la Libertad
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La mujer, en este entendido, puede ofrecerse en prostitución, desear llegar virgen al matrimonio, usar minifalda, dirigir su hogar o usar burka, siempre y cuando lo haga libre y voluntariamente, sin que esto deba sernos relevante en términos políticos. Prueba, asimismo, de que esta libertad existe, aun en un supuesto sistema capitalista y patriarcal perverso, es que en Occidente se puede hacer tanto un Miss Reef como un «Tetazo» sin que el “seudoaparato opresor” las asesine o encarcele por ello.


A propósito de los recientes acontecimientos respecto de eventos como el #MissReef y el #Tetazo, es importante precisar cómo el movimiento feminista radical los ve, para así poder analizar a este en profundidad.

Desde esta perspectiva, el Reef es «opresor» por: 1) estar al servicio del capitalismo (opresor por definición); 2) buscar la aprobación masculina (patriarcado); 3) reducir a la mujer a un trasero (cosificación); y 4) basarse en la atracción heterosexual (binariedad de género).

El «tetazo», por el contrario, sería “emancipador” por: 1) sacar a la mujer de la mercantilización sexual (anticapitalista); 2) no buscar la aprobación masculina opresora (antipatriarcal); 3) dejar de reducir a la mujer a la excitación de una de sus partes (anticosificación); y 4) romper la diferenciación entre pechos masculinos y femeninos (antibinariedad de género).

Ante esto apremia precisar los siguientes puntos:

Primero: Los países que han adoptado las ideas de la sociedad libre, de la cual, bien entendido, el sistema capitalista es una de sus consecuencias naturales, son los únicos que permiten a las personas genuinamente poder buscar aquello que les proporcionará los medios para la satisfacción de sus sueños y necesidades.

Así, si una mujer desea mostrar sus nalgas en un concurso o andar desnuda de la cintura hacia arriba en la playa, no debiese de sernos relevante, siempre y cuando se haga de manera libre, voluntaria y sin agresión a otros.

Segundo: El patriarcado es una organización social en donde los hombres ejercen una opresión sobre las integrantes del género femenino, apropiándose por medios pacíficos o violentos de su fuerza productiva y reproductiva. Hoy, contrario a lo que el feminismo radical plantea, no existe el patriarcado en la sociedad moderna occidental. Sí tenemos, no obstante, ciertos atisbos en donde el hombre toma el rol de «cabeza del hogar», pero sin la apropiación antes mencionada.

Respecto de esto, es absolutamente legítimo oponerse desde una base de igualdad ante la ley, pero no podemos de ello desprender que toda actuación realizada por la mujer, y que no se condiga con lo que el movimiento feminista plantea, sea porque esta no es libre y víctima de opresión por parte del sistema.

La mujer, en este entendido, puede ofrecerse en prostitución, desear llegar virgen al matrimonio, usar minifalda, dirigir su hogar o usar burka, siempre y cuando lo haga libre y voluntariamente, sin que esto deba sernos relevante en términos políticos. Prueba, asimismo, de que esta libertad existe, aun en un supuesto sistema capitalista y patriarcal perverso, es que en Occidente se puede hacer tanto un Miss Reef como un «Tetazo» sin que el “seudoaparato opresor” las asesine o encarcele por ello.

[cita tipo=»destaque»]Es en extremo relevante que tomemos conciencia de qué está detrás del feminismo radical, que es como el feminismo de tercera ola se ha manifestado principalmente, a objeto de poder rebatir sus puntos con conocimiento de cómo entienden la realidad y de cuáles son sus objetivos a largo plazo. No hacerlo, y caer solo en su caricaturización, llevará a que puedan avanzar inevitablemente y sin obstáculo alguno hacia su fin más preciado: uniformar la sociedad, contrariando la libertad y la genuina diversidad.[/cita]

Plantear lo contrario es suponer que las feministas radicales son unas «iluminadas» que pueden ordenar al resto, los «oprimidos», qué es emancipador y qué no, para ellas, las “liberalizadoras”, llevarlas a la tan ansiada «libertad».

Tercero: Es común dentro de la especie humana el «cosificar» ciertas partes del cuerpo de quien nos atrae sexualmente, con el fin de producir excitación sexual dentro de nuestro sistema cerebral y las naturales consecuencias que ello conlleva en nuestro cuerpo. Esto ocurre indistintamente en heterosexuales como en homosexuales.

Así, mientras este proceso cerebral se produzca dentro del “yo interno” y no rompa la libertad concreta de otro, vulnerando con ello su dignidad y derechos intrínsecos como persona, no debiese sernos, nuevamente, relevante en términos políticos. Es preciso, además, tener presente que la cosificación como disposición mental permite tanto a una mujer heterosexual el excitarse viendo desfilar en ropa interior a un hombre que desconoce, a un hombre homosexual “fetichizar” el trasero de un amigo heterosexual en la playa como a una mujer lesbiana fantasear al ver los senos de su pareja en su celular. Pretender controlar y ordenar qué debiéramos desear, pensar y soñar, y qué no, es absolutamente totalitario.

Cuarto: La identidad de género es la concepción propia acerca del sexo al que cada persona siente que pertenece, más allá de la genitalidad de su cuerpo. En este sentido se han elaborado diversas teorías, como la Queer, para dar espacios a la disidencia sexual y a la deconstrucción de las identidades de las sexualidades periféricas estigmatizadas. Estos planteamientos buscan romper la binariedad heterosexual reinante, en donde solo existe macho y hembra en razón a pene y vagina, respectivamente, sin considerar otros factores tanto o más importantes.

Es entendiendo lo legítimo de esta lucha desde una premisa de igualdad formal que, al ver cómo actúan estos grupos, es posible observar que verdaderamente tienen por objeto la igualdad material y no formal de las personas. No hay interés, por tanto, en respetar el mundo heterosexual u homosexual pueda vivir, tal como ellos, su forma de ver y entender el mundo, sin vulneraciones mutuas.

Esperan, en cambio, que la sociedad se uniforme hacia sus premisas y romper así la identidad propia de las actuales concepciones más que complementarlas y forjar genuina diversidad. Hoy, para ellos, solo debe existir el parámetro que el feminismo radical plantea, en oposición al supuesto capitalismo y machismo opresor. Luego, situarse a sí mismos como los nuevos emperadores de la verdad. Nuevamente, una concepción abiertamente totalitaria.

Es, finalmente, en extremo relevante que tomemos conciencia de qué está detrás del feminismo radical, que es como el feminismo de tercera ola se ha manifestado principalmente, a objeto de poder rebatir sus puntos con conocimiento de cómo entienden la realidad y de cuáles son sus objetivos a largo plazo.

No hacerlo, y caer solo en su caricaturización, llevará a que puedan avanzar inevitablemente y sin obstáculo alguno hacia su fin más preciado: uniformar la sociedad, contrariando la libertad y la genuina diversidad.

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