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De cruceros y campamentos: la desigual realidad de Viña del Mar

Por: David Catalán y Juan Pablo Paonessa, Nueva Democracia Valparaíso-Viña del Mar


Señor Director:

En la región de Valparaíso no existe el derecho a una vivienda digna. De las casi 40 mil familias que viven en campamentos a lo largo del país, el 25% se concentra en nuestra región: estamos hablando de 164 campamentos, de los cuales 74 se encuentran en Viña del Mar, la “ciudad bella”, escondidos del turista y el “jetset” festivalero, entre quebradas de difícil acceso, micro-basurales y una vegetación fuera de control.

Estas cifras alarmantes dan cuenta de la inexistencia de políticas públicas efectivas y solidarias, y de la situación precaria de sus habitantes, obligados a habitar terrenos desocupados en la periferia urbana. Ubicados en lo más alto de los cerros –y también en las quebradas– gran parte de estas familias carecen de servicios básicos como el agua potable, la electricidad, el alcantarillado y el transporte. Es decir, un caldo de cultivo para las catástrofes. Una situación de completo abandono.
Estos últimos días recordamos a los campamentos porque nos conmueve la pérdida de 16 hogares, causada por un incendio forestal, en el campamento Felipe Camiroaga. Y es que siempre los más afectados con estas catástrofes son los sencillos, los olvidados. Sucedió el 2012 con Monte Sinaí, una comunidad de Miraflores consumida por las llamas. Se repitió el 2014 en Rodelillo. Vivimos un mega incendio el año 2015 y este año lo comenzamos con la devastación de Puertas Negras en Playa Ancha. Si algo demuestra estos ejemplos, es que de emergencias hemos aprendido poco.

Las autoridades centrales siguen haciendo la vista gorda al problema de la vivienda. En Chile -a pesar de haber suscrito distintos tratados internacionales, como la Declaración Universal de Derechos Humanos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales- la vivienda aún no es considerada verdaderamente un derecho fundamental. Peor aún, a nivel de gobierno central las políticas públicas no han hecho más que agrandar la cifra de pobladores de campamentos. El año 2007 la región tenía 7 mil personas en esta situación, mientras que hoy son más de 10 mil.

Por ejemplo, el gobierno comunal de Viña del Mar administrado por Virginia Regginato desde hace doce años, no ha sido capaz de poner dentro de sus prioridades la gestión de soluciones reales para la ciudad con más campamentos del país. Agravando la situación de desprotección a tal nivel que, en esta ocasión, mientras se quemaban los sectores populares de la ciudad, la edil se encontraba de viaje en Estados Unidos con motivo de una reunión de empresarios de cruceros. ¿Qué es eso sino un símbolo del tipo de ciudad que se imaginan hoy nuestras autoridades? ¿No es acaso Viña del Mar el ejemplo más concreto de la abismante desigualdad social que hoy existe en Chile y del país imaginario en el que creen vivir las elites? ¿Un país de cruceros y especulación inmobiliaria desenfrenada?

Tampoco ha habido soluciones concretas para el campamento Manuel Bustos, el más grande de nuestro territorio con más de mil familias viviendo en él. Un acuerdo de 2013 entre el Gobierno Regional de Valparaíso y el Ministerio de la Vivienda, que buscaba una inversión de 26.000 millones para regularizar las tomas de la región, aun no se pone en marcha ni en un 8%, según declaraciones de Carolina Rojas, dirigente del campamento. A solo dos años de que culmine el plazo para la iniciativa, los pobladores siguen esperando, sin iluminación en las noches y en las mañanas, cuando trabajadores y estudiantes inician sus largos y agotadores días.

Hoy se convierte en un deber ciudadano hacer escuchar a las voces de quienes están dejados a su propia suerte. Los pobladores no son sólo víctimas, sino partícipes activos del tipo de sociedad que queremos construir. Con la misma convicción y fuerza con la que fue interrumpida la pretenciosa parafernalia festivalera, nos colocamos junto a los pobladores de campamentos para exigir soluciones de vivienda digna, sustentable y con barrios seguros para todos los chilenos. Estas voces deben ser oídas al momento de definir su futuro, sea éste la radicación o la erradicación de los campamentos, y el tipo de ciudad en el que queremos vivir. Creemos que una nueva democracia, aquí y en el resto del país, sólo se puede construir mediante la participación activa de la ciudadanía y la existencia de derechos sociales efectivos –como el de la vivienda– para todas y todos.

David Catalán
Juan Pablo Paonessa
Nueva Democracia Valparaíso-Viña del Mar

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