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Las tensiones creativas del Frente Amplio

Nicolás Romero
Por : Nicolás Romero Movimiento Autonomista
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En las últimas semanas el Frente Amplio se ha convertido en un fenómeno ineludible en la política nacional. La pugna inventada por La Tercera entre el PC y el FA (la izquierda peleando con la izquierda. Qué mejor escenario para el poder), sumado a los guiños de pre candidatos como Atria y Guillier, expresan el nerviosismo con que la elite observa el proceso en curso.

Si bien el escenario se encuentra abierto (y en eso el poder pareciera tener más conciencia que los protagonistas del FA), nada asegura la emergencia y proyección de este nuevo espacio político. Una revisión de las diversas posiciones desarrolladas por las fuerzas que la componen, de lo que dicen y no, de lo que hacen y omiten, arroja un abanico de orientaciones que siendo limitadas y contradictorias podrían tender a complementarse. Esto es normal en un proceso de formación de una fuerza política y social amplia que se ha formado (al igual que todos los proceso populares de transformación) en condiciones adversas.

¿Podrá el FA transformar esas limitaciones en proyecto transformador y de mayorías?

Frente Amplio de Izquierdas

Para algunos el FA debería tener apellido, FA de Izquierdas, idea que intencionadamente semana a semana se refuerza por los medios de derecha. Se concibe la alianza como un revival de los intentos de articulación de la izquierda extraparlamentaria desde los 90 hasta la fecha. Salirse de los márgenes y prácticas de las izquierdas se presenta como una traición o renuncia a una historia compartida. El problema radica en que no ha sido la izquierda la que ha liderado y convocado los procesos de movilización social y politización de la sociedad chilena, en el mejor de los casos lo ha acompañado. Asumir una relación estrecha entre pueblo e izquierda es  un error que termina relegando a los esfuerzos a una posición puramente testimonial, justo donde nos quieren situar los poderosos. Distinto es rescatar la historia, voluntades y repertorios de acción de las izquierdas para fortalecer una alternativa popular y ciudadana. Para esto debemos alejarnos de cualquier dogmatismo y entender que los procesos de transformación no se realizan a partir de fórmulas preconcebidas, “ni calco ni copia” sino creación colectiva y heróica. Es ese el más potente aprendizaje que el FA puede extraer de la historia de lucha de las izquierdas en Chile y nuestro continente.

Alianza electoral

Para otros el problema se reduce a una cuestión de acumulación electoral. A partir de los resultados electorales de movimientos como Revolución Democrática y Movimiento Autonomista, sumado al cambio en el sistema electoral, se propone concentrar fuerzas para asegurar escaños en el parlamento. Si bien la dimensión de disputa institucional es clave dado que puede ser utilizada para convocar a amplios sectores de nuestro pueblo, la pura política electoral en ausencia de una línea política terminará debilitando al FA y reproduciendo las mismas prácticas de la política que queremos superar. Es esta misma tendencia la que intenta reducir el FA a “acuerdos de mesas” que en vez de dispersar el poder entre muchos, busca concentrarlos para intereses legítimos pero particulares. La disputa electoral debe orientarse a fortalecer la instalación y conformación del FA, para eso se requiere orientar las campañas a empoderar los territorios del FA para que desde la ciudadanía se construya el programa y se decida cómo orientar este proceso.

[cita tipo=»destaque»]La disputa electoral debe orientarse a fortalecer la instalación y conformación del FA, para eso se requiere orientar las campañas a empoderar los territorios del FA para que desde la ciudadanía se construya el programa y se decida cómo orientar este proceso.[/cita]

Lo sectorial

Para otros el centro de la acción del FA debería estar dado por dimensiones particulares de la disputa social y política. De esta forma se coloca el énfasis en determinadas luchas sociales (educación, previsión, etc.) o reivindicaciones (derechos sociales, asamblea constituyente), desatendiendo un problema central, los proyectos políticos no se articulen en torno a reivindicaciones parciales sino a partir de apuestas políticas globales que se encuentran en una situación de contradicción con la continuidad de la política existente. Claramente la amplitud del FA dice relación con el fortalecimiento de las luchas sociales y con la definición de dimensiones programáticas, el problema se da cuando se cree resolver el problema invocando estas dimensiones sin avanzar en la articulación de un proyecto de transformación que sea audible y pueda seducir a nuestro pueblo.

Del momento destituyente a la construcción de alternativa

Algunos hemos venido defendiendo de manera sistemática la existencia de condiciones para el desarrollo de una política destituyente. Esto es, la posibilidad de abrir una nueva etapa en la política nacional donde el clivaje central sea el de los intereses populares versus los de la clase político empresarial. Lo que se busca es resituar la soberanía en el pueblo y acorralar a los partidos e instituciones que han reproducido por décadas el neoliberalismo a costa de la explotación de nuestras vidas. Que la política convoque a amplios sectores del pueblo para colocar los términos del debate y así evitar que se encierre en los estrechos márgenes de la transición. A lo anterior se suma la constitución de un proyecto político colectivo al calor de la reconstrucción de un nosotros, en concreto, la configuración de una identidad popular y ciudadana amplio.

Para alcanzar lo anterior se requiere demostrar una voluntad de poder real, ser convincentes en proyectar que no sólo tenemos la razón, sino que también vamos a dar la vida por la construcción de una alternativa que no quiere ser relegada a los márgenes sino que quiere dar vuelta el tablero. Sin lugar a dudas el avance del proceso participativo de construcción de programa, la aparición de candidaturas parlamentarias y la conformación de territorios frente amplistas son un gran aporte, pero no son suficientes. Se requiere avanzar aceleradamente a una dinámica donde las mayorías sociales se tomen el FA y rebasen a las organizaciones convocantes. Se articulen procesos de primarias ciudadanas donde el pueblo levante sus candidatos, se conformen asambleas auto convocadas donde entre todos y todas definamos de manera radicalmente un programa que nos haga sentido y se dé inicio a un proceso de primarias presidenciales donde definamos una candidatura que verdaderamente convoque y que tenga posibilidades de pasar a segunda vuelta. Esperamos que la generosidad con la que Beatriz Sánchez y otros se han puesto a disposición de este proceso sea una señal que acelere el proceso en esta dirección.

Aún estamos a tiempo, hagamos que esté 2017 sea recordado como el año donde logramos superar nuestras derrotas e iniciamos un camino de superación de la larga noche neoliberal. Porque Chile se lo merece, vamos con todo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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