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¿A quién le teme más Estados Unidos?

Sebastián Sánchez González
Por : Sebastián Sánchez González Académico de la Escuela de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano
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Es sabido que Estados Unidos no es muy dado a hacer preguntas antes de atacar cuando considera que sus intereses están en juego. Así lo hizo en Afganistán y especialmente en Irak cuando Bush señaló que no necesitaba permiso de nadie para atacar ese país. Pero a comienzos de los 2000 el “multipolarismo” emergido post-Guerra Fría tenía a Estados Unidos como su líder indiscutido y parecía que no le temía a nadie en el ámbito global. Sin embargo, tres lustros más tarde, la realidad internacional nos muestra un escenario diferente donde dos de los miembros del denominado BRIC, las potencias emergentes, se nos muestran como las potencias que son: China y Rusia. Pero ¿a cuál de estas dos potencias les teme más Estados Unidos?

China, el gigante dormido, está abriendo sus ojos. Hoy es la segunda economía más grande del mundo, su poderío bélico es desconocido, pero su importante demografía (una quinta parte de la población mundial) y su extenso territorio hacen que su potencial liderazgo en el Asia Pacífico sea evidente.

[cita tipo=»destaque»] Si tomamos a los rusos y a los chinos tenemos por una parte la segunda economía mundial y el país con mayor población (China), junto al país con mayor territorio (Rusia). Si sumamos eso a su poder bélico y su escaso o nulo compromiso con la democracia, tenemos a una potencialmente peligrosa alianza ruso-china que busca acrecentar su peso internacional y que cada vez comienza a mostrarse más con tratados energéticos de gran alcance y ejercicios militares conjuntos para frenar la injerencia de Estados Unidos en Asia.[/cita]

Rusia por otra parte, post-Guerra Fría, entró en una fuerte crisis en los años noventa, pero una década más tarde era nuevamente una potencia emergente y hoy en día está haciendo cada vez más demostraciones de fuerza en la sociedad internacional y frente a Estados Unidos (por ejemplo, en los conflictos de Georgia, Ucrania o Siria).

Si tomamos a los rusos y a los chinos tenemos por una parte la segunda economía mundial y el país con mayor población (China), junto al país con mayor territorio (Rusia). Si sumamos eso a su poder bélico y su escaso o nulo compromiso con la democracia, tenemos a una potencialmente peligrosa alianza ruso-china que busca acrecentar su peso internacional y que cada vez comienza a mostrarse más con tratados energéticos de gran alcance y ejercicios militares conjuntos para frenar la injerencia de Estados Unidos en Asia.

Entonces, ¿hacia dónde se inclina Estados Unidos? Las relaciones diplomáticas van hacia ambos lados con acercamientos y alejamientos tanto en la era Obama como Trump. Si analizamos la coyuntura más próxima, en estos momentos el ataque con misiles a una base del ejército sirio es una demostración de fuerza de Estados Unidos frente a Rusia, aliado del régimen de Bashar al-Ásad. Al igual que Bush en los 2000, Trump no pidió permiso a nadie para atacar y solo “avisó” a Rusia del ataque, lo que en cierto sentido muestra que no le teme a Rusia.

Pero el caso de China es distinto, así lo demuestra la crisis en Corea del Norte. En este escenario a pesar de la aparente cercanía ideológica que podrían tener los regímenes de Corea del Norte y China, se ha mostrado una cierta complicidad entre Estados Unidos y el gigante asiático. En este conflicto difícilmente Estados Unidos ataque al régimen de Kim Yong-un sin el consentimiento chino.

El escenario mundial actual y futuro estará dominado por esta triada (Estados Unidos, Rusia y China), conflictos como los de Siria, Afganistán o Corea del Norte no son más que satélites del tablero del juego mundial. En mi opinión, Estados Unidos ya demostró que no le teme a Rusia, pero si tiene mucha cautela con China, y si no les teme a los chinos por si solos, una alianza ruso-china es de temer para la sociedad internacional en su conjunto.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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