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Virtudes cívicas

Por: Mauricio de Gilbert


Señor Director:

Por la prensa escrita y audiovisual, se ha informado y destacado el atropellamiento y muerte que sufrió un ciudadano en una autopista de la ciudad de Santiago. La noticia radica en que en el fatal evento el conductor del atropellamiento, con causa de muerte, se auto inculpó, haciendo un relato pormenorizado del acontecimiento, y no hizo, como parece ser la costumbre, salir arrancando como si aquí no ha pasado nada. El acto del conductor, cabe resaltar además, ha sido considerado como un acto de virtud cívica. Recordé, por un instante, el bello y conciso diálogo platónico (El Critón), en él a un Sócrates ya condenado por las leyes de su ciudad, le ofrecen escapar corrompiendo con dinero y otras prebendas a los celadores (jueces y gendarmes), y salvar su vida. Sabido es que Sócrates, en favor de la vida ciudadana republicana, prefiere la muerte, y no escapar sabiendo que con ello se estaban incumpliendo las leyes y corrompiendo la ciudad-estado.

Sin embargo, debo agregar, hay que recordar que Sócrates fue encontrado culpable en una Atenas que, junto a sus instituciones y representantes oficiales de ellas (políticos y jueces en primer lugar), se encontraba profundamente deteriorada en su vida republicana, por la corrupción generalizada de sus gobernantes. Sócrates fue acusado, llevado a proceso y culpado de manera injusta, con pruebas falsas y con el astuto uso de la retórica pasada por argumentación racional, así y todo prefirió, al igual que el conductor del atropellamiento, cumplir con las leyes de su República. Que dicha convicción sea considerado una “virtud cívica”, habla más del contexto de corrupción en donde se dan las escenas comentadas, pues, aceptar y cumplir las reglas y normas acordadas, debería ser el mínimo que todo ciudadano debería respetar. De todos modos, el ejemplo del conductor, como el ejemplo de Sócrates, todavía nos permite decir que ¡aún tenemos República ciudadanos!

Mauricio de Gilbert

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