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Los votos de ME-O pasarán al Frente Amplio

Daniela Ramos
Por : Daniela Ramos Movimiento Democrático Progresista (MDP)
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En las elecciones presidenciales de 2013 el candidato Marco Enríquez Ominami obtuvo el 11% de los votos totales de primera vuelta, compitiendo con Michelle Bachelet y con la sucesiva ola de candidatos que puso la derecha, incluido Marco Parisi.
En las municipales de 2016 el Partido Progresista alcanzó solo un 4% de la votación. Si bien no es una cifra despreciable, indicaba un enorme desgaste del Partido en medio de una crisis de credibilidad que golpeó fuerte la orgánica interna y el trabajo del Partido Progresista, y que denotó el agotamiento de todo el modelo de funcionamiento del país.

Hasta ese momento, que puede ser sindicado como uno de inflexión en las tendencias, había existido una enorme fragmentación en las fuerzas que se oponían al sistema imperante. Por lo mismo, para una masa importante del progresismo se hizo predominante la idea de converger con otras fuerzas a la formación de una alternativa política de izquierdas.

Es el momento en que germina, en diversos sectores de la izquierda del país, la idea y voluntad de contribuir a construir un movimiento capaz de competir con éxito político en las urnas.
Todo está pasando muy rápido en la sociedad chilena, y esperamos que se consolide por primera vez una alianza social y política renovadora, que una a grupos ciudadanos, progresistas y partidarios de reformas sustantivas, opuestos al esquema neoliberal vigente y al binominalismo estructural que ha hegemonizado sus procesos políticos.

En 2013, en primera vuelta presidencial, las listas –muy divididas- de quienes se oponían al excluyente duopolio político obtuvieron sumadas un 17%. ME-O logró un 11% de esos votos. Hoy existen razones fundadas para pensar que ese “cuerpo electoral” ve al Frente Amplio como su mejor alternativa de expresión, por las siguientes razones:

1) La gente tiene reticencias contra la derecha y contra la Nueva Mayoría (NM) porque han sido muchas veces financiados por los grandes monopolios. La mayoría de sus militantes de base son personas honestas, pero sus partidos – de la derecha y la NM- han defendido corporativamente a los financiados de manera espuria, y ve que los van a volver a presentar como candidatos. ME-O fue financiado por SQM, pero antepuso su interés personal a la transparencia y nunca ha explicado nada que sea entendible por la ciudadanía sobre esos hechos, y su partido –del cual nos fuimos los del Movimiento Progresista Democrático- lo defiende con similares argumentos a los de la UDI con Piñera y Longueira.

2) La gente que apoyó a ME-O el 2013 estaba contra el conservadurismo de la NM y la derecha. Hoy ME-O busca alianzas, incluso participar en primarias, con la NM. Encuentra que todo es bueno lo que aleja a sus votantes antiguos de su eventual nueva candidatura. La coherencia debe ser la primera virtud de un líder, tanto en los éxitos como en los errores o fracasos.

3) ME-O ha reincorporado a su comando a personeros de la derecha como Paul Fontaine que en la segunda vuelta del 2009 se pasó al comando de Piñera, y luego estuvo el 2013 en el comando de Evelyn Matthei. Hoy, el candidato del PRO, ha desdibujado completamente su perfil de izquierda y olvidado que Fontaine ha defendido a las AFP.

4) En la corta historia del PRO se ha visto pasar cientos y cientos de profesionales que luego abandonan el Partido, abatidos por la ausencia de un proyecto participativo y común. Esto refleja incapacidad de gestión partidaria y un caudillismo exacerbado. Ambas razones terminaron con el PRO sin voceros ni militantes para sostener una campaña.

5) Es cierto que el FA debe aún ser capaz de construir una lista unitaria e inclusiva. Si esto pasa, se acelerará el proceso de que quienes votaron ME-O en 2009 y en 2013 esta vez lo hagan por Beatriz Sánchez, quien ha exhibido un discurso muy parecido en los fundamentos a los que el PRO defendió en ese momento.

6) Las bases partidarias del PRO, por primera vez en enero de este año 2017, supieron que había críticas internas profundas por la renuncia pública de más de un centenar de militantes. La respuesta institucional del PRO fue negar toda democracia y debate sobre la situación, en un inaceptable estilo autoritario, que provocó que sigan alejándose militantes y simpatizantes de esa organización.

7) ME-O dejó de figurar en los sondeos electorales y es un voto perdido, política y electoralmente, lo cual hace más atractivo al Frente Amplio como opción.

El Frente Amplio ha dado evidencias de ser una alternativa política capaz de disputar el poder, que apuesta por transformar Chile con un proyecto político democrático, justo, equitativo, de género, de clase, revolucionario, que perdure en el tiempo. Enfrentaremos las elecciones con optimismo y convicción, confiados en que es posible mejorar nuestra calidad de vida con organización y conciencia.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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