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Emmanuel Macron, un presidente sin mayoría

Por: Sara Moreno Fernández


Señor Director:

La Constitución francesa establece un sistema semipresidencial, en el que el presidente de la República es electo por sufragio universal directo, pero no es el jefe del gobierno. Constitucionalmente, este tiene atribuciones específicas que dicen relación, principalmente, con la representación de Francia en el exterior, y la conducción de la política internacional.

De esta manera, es el Primer Ministro, nombrado por la mayoría parlamentaria, quien asume el cargo de jefe del gobierno, y administra los asuntos internos del país.

Ha ocurrido con anterioridad en la V República, que un presidente electo pierda o no obtenga la mayoría en el Congreso, teniendo que nombrar entonces como Primer Ministro al jefe político de la oposición. Es lo que llaman los franceses la “cohabitación”. En esta hipótesis, el Presidente de la República permanece relegado a la política exterior, asumiendo el Primer Ministro el mando efectivo de la política interna.

Por ello, la elección del pasado 7 de mayo en la que ganó Emmanuel Macron, no da en sí ningún indicio concreto respecto a la futura política que conducirá Francia estos próximos cinco años. Esto se decidirá en las elecciones legislativas del 11 y 18 de junio próximo, en las que la situación del movimiento político del presidente no tiene ninguna seguridad de obtener mayoría.
Según las últimas encuestas, En Marche! obtendría 26% de las intenciones de voto; Les Republicains, 22%; el partido de extrema derecha, Front National 22%; France Insoumise de Jean-Luc Mélenchon obtendría 15%; y el Partido Socialista 9 %. Por ello, En Marche! tendrá fatalmente que asociarse con otros sectores para realizar su programa, lo que, en todas las hipótesis, lo llevaría a revisar parte importante de su proyecto –si no es todo-.

Si sacamos cuentas pragmáticas, podemos ver que, si el movimiento del nuevo presidente lograra armar una coalición con la izquierda, llegaría a un 50% en el Congreso. Si lo hiciera con la derecha republicana juntaría 48%. Ambas cifras demasiadas inciertas para asegurar la conducción del país. Si quisiera realmente asentar una mayoría en el Parlamento, solo tendría tres opciones: aliarse con la derecha republicana y la extrema derecha, lo que parece muy improbable atendidos los desacuerdos fundamentales que tiene la centroderecha con el Front Nacional, especialmente en lo que respecta la permanencia de Francia en la Unión Europea; armar un frente republicano amplio de extrema izquierda a derecha republicana, lo que tampoco parece factible, en razón de las discrepancias esenciales que tienen todos esos sectores en el ámbito de la política económica del país; o, convocar a una coalición de “centro”, sumando los votos del PS y de Les Republicains, lo que tampoco parece posible, especialmente para el Partido Socialista, que está sumido en una profunda crisis de credibilidad con su electorado histórico.

Una decisión de esta naturaleza terminaría de sepultarlo. Así las cosas, la única certeza que tenemos hoy, es que el recién electo Presidente, Emmanuel Macron, no podrá gobernar en ningún caso conforme al programa con el que se presentó y ganó. Lo más probable, es que Francia se esté preparando a atravesar una larga crisis de gobernabilidad.

Sara Moreno Fernández, abogada Universidad Paris Ouest Nanterre La Défense y Profesora Universidad Finis Terrae

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