Publicidad

Los algoritmos, la libertad de no elegir

Felipe Tello
Por : Felipe Tello Sociólogo. Centro de Gestión Social (Ceges) Universidad Autónoma de Chile.
Ver Más

Para quienes utilizamos estos dispositivos, los cálculos digitales guían nuestras preferencias y atan nuestras elecciones a conductas pasadas. Aquellos que no cuentan con los medios – económicos, sociales y cognitivos- para utilizar esta tecnología, limitarían sus posibilidades de elección y con ello su libertad, aunque ésta sea tecnológicamente guiada.


El avance de la tecnología ha permitido establecer herramientas que buscan facilitar ciertas elecciones cotidianas, una de ellas son los algoritmos, serie de cálculos que jerarquizan la información y esperan predecir lo que queremos. Recientemente Netflix ha anunciado un cambio en este dispositivo, en un intento por acercarse más a nuestros gustos. Esta compañía no es la única, el algoritmo de Google por ejemplo, instala en las primeras posiciones lo que espera sea de nuestra preferencia; y el de Amazon por su parte nos recomienda libros y artículos que nos podrían interesar.

¿Cuál es la lógica detrás de estos dispositivos socio-técnicos? El raciocinio es que si nuestro comportamiento pasado ha sido de una determinada manera, y personas similares a nosotros han actuado de forma análoga, nuestro comportamiento futuro seguirá ciertos patrones, los cuales son fácilmente reconocibles a partir del comportamiento de los otros.

Para Dominique Cardon es contradictorio que en una época donde las personas por medio de sus representaciones, ambiciones y proyectos se piensan como sujetos autónomos, los cálculos algorítmicos atrapen sus deseos a la regularidad de sus prácticas. Aquellos que critican con mayor ahínco la pérdida de la “libertad” del ser humano, son quienes quizás, y sin darse cuenta, utilizan con mayor frecuencia esta infraestructura de cálculos para efectuar elecciones prácticas y así poder dedicarse a labores de más alto rango intelectual. La elección de no elegir se encuentra socialmente distribuida.

Así, para quienes utilizamos estos dispositivos, los cálculos digitales guían nuestras preferencias y atan nuestras elecciones a conductas pasadas. Aquellos que no cuentan con los medios – económicos, sociales y cognitivos- para utilizar esta tecnología, limitarían sus posibilidades de elección y con ello su libertad, aunque ésta sea tecnológicamente guiada.

Si, como señala Jean Paul Sartre: el hombre está condenado a ser libre, en tanto la libertad es constitutiva del ser humano y en cada elección nos construimos, cabría preguntarse: ¿Qué futuro nos deparan las elecciones tecnológicamente asistidas? ¿Qué dicen éstas de nosotros? ¿Cuáles son nuestras alternativas?

Alguien podría apuntar a un rechazo absoluto a las nuevas tecnologías y un retorno a un pasado primigenio. Otra posibilidad sería abandonarse de manera acrítica a los dispositivos que la técnica pone a nuestra disposición. Una tercera opción es ser vigilantes, percibir cuál es la lógica de estas herramientas. Quizá el primer paso sea comprender qué elegimos cuando elegimos no elegir.

Publicidad

Tendencias