Señor Director:
A propósito del artículo que habla acerca de cómo se realizan las asignaciones de las becas Chile, en primer lugar felicitar a la persona que lo ha hecho, después de leer dicho artículo entiendo mejor cómo se asignan las becas, es un sistema que reproduce la desigualdad de todos y todas las chilenas, la educación es por lejos la herramienta más efectiva en contra de la exclusión social.
En el año 2016 ingenuamente postulé a beca Chile, cumplía con todos los requisitos para el concurso, haber sido aceptado por una universidad que tuviera un Ranking dentro de las 150 mejores del mundo (Universidad de Barcelona), cuando informaron del proceso que había quedado fuera de bases “según lo que comunicó Conicyt “la carta de aceptación no estaba firmada por una autoridad competente de la Universidad, además la carta decía que mi aceptación estaba a la espera de obtención de la beca”, por tanto, la aceptación ya no era una cuestión a revisar, sino el financiamiento y los deseos de ir a estudiar a Barcelona, fui al banco como en la época de pregrado, a endeudarme con un crédito, intenté apelar a la Contraloría pero como mi caso era un número más no prosperó y le dieron la razón a Conicyt, seguramente para guardar el cupo a algún conocido.
En España me enteré que habían quedado al menos 100 personas en lista de espera del Máster, por tanto, el mérito no es una cuestión discutible.
De acuerdo con lo publicado en el artículo, yo no cumplo con los siguientes requisitos, no estudié en un colegio privado, ni tampoco subvencionado, tampoco estudié en alguna de las universidades que más se repiten en la obtención de Becas Chile, a pesar de ello mi carrera la terminé dentro del 10% mejor de mi generación.
En síntesis, la educación es en esencia un bien público, se relaciona con la salud y la calidad de vida de las personas, todos los estudios así lo demuestran, por tanto, en Chile seguimos reproduciendo un modelo que genera grupos y clases sociales diferenciados.
Guillermo Mendoza
