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Bienestar subjetivo con calidad en la educación


No cabe duda que la experiencia escolar es muy relevante en la vida de los estudiantes. Para muchos jóvenes los establecimientos educacionales son el lugar donde pasan la mayor parte del día y donde desarrollan sus relaciones sociales. Es por ello que lo que suceda en ese espacio es significativo en el bienestar general que vivencian. En ese sentido, los datos del Simce en Indicadores de Desarrollo Personal y Social (IDPS) y lo que recientemente acaba de publicar la OCDE sobre bienestar subjetivo a partir de los cuestionarios de PISA Bienestar Subjetivo refuerzan esta idea al mostrar que la evaluación que tienen los estudiantes respecto a su vida (satisfacción vital) se relaciona fuertemente con la evaluación que tienen de su experiencia escolar (bienestar escolar). Mientras más apoyo parental reciben, más sentido de pertenencia a la escuela poseen, y al sentir menos ansiedad académica, manifiestan mayor satisfacción con su propia vida.

Estos datos son coherentes con los observados el año 2012 en el Informe de Desarrollo Humano en Chile “Bienestar Subjetivo: el desafío de repensar el desarrollo”, del PNUD,  en donde por ejemplo se identificaba que este concepto se relacionaba con el nivel socioeconómico de las personas. Se registró que la población adulta más pobre no sólo tiene menos condiciones materiales para una buena vida, sino que manifestaban tener menos amigos y menos relaciones significativas con otros. En ese aspecto, es preocupante observar como las desigualdades sociales en el mundo escolar no sólo se manifiestan en los resultados de aprendizajes, sino también, como se ve en el SIMCE y en los datos publicados por la OCDE, en dimensiones más afectivas como el sentimiento de pertenencia a la escuela donde se asiste.

[cita tipo=»destaque»]Este fortalecimiento, por lo demás, de la formación general es clave para los estudiantes de liceos técnico profesionales, que hasta ahora cuentan con menos horas de algunas asignaturas en relación a los científico humanistas, y, más grave aún, se encuentran sin la posibilidad de tener educación física o filosofía.[/cita]

Claramente el rol de la escuela no es sólo académico. La escuela es una de las principales agencias socializadoras por lo cual debe garantizar instancias que permitan la transmisión cultural, lo que implica no sólo transferir los códigos culturales que nos rigen como sociedad si no también generar los espacios necesarios para promover los vínculos sociales que nos mantienen integrados.

Un estudio realizado por PNUD y Unicef el año 2014 (y que se desprendió del informe antes mencionado) se preguntaba por cuánto hacía la escuela para promover el bienestar subjetivo de sus estudiantes, llegando a la conclusión de que un aspecto relevante para ello tenía que ver con la necesidad de que la educación promoviera explícitamente el progreso de diversas capacidades que fueran más allá de “conocer y comprender el mundo en que se vive”. Capacidades como “tener vínculos significativos con los demás”, “participar e influir en la sociedad”, “experimentar placer y emociones” y “tener y desarrollar un proyecto de vida propio” eran algunas de las que emergieron como relevantes. Lamentablemente el estudio demostró que en ese momento nuestro país tenía un currículo escolar y una política educativa que orientaba poco en la formación de estas otras capacidades. Una educación así entendida promueve el bienestar subjetivo ya que considera a cada estudiante en su integralidad, potenciando así el desarrollo humano.

En el último tiempo la política educativa ha ido siendo más clara y explícita en relevar estas dimensiones “no académicas” de la labor educativa. Sin ir más lejos, la Agencia de Calidad de la Educación ha logrado ampliar la noción de calidad educativa al evaluar y reportar los IDPS, con lo cual ha relevado dimensiones de desarrollo como metas necesariamente perseguibles por las comunidades educativas orientando con ello la realización de una experiencia escolar más plena para sus estudiantes.

Asimismo, la propuesta del Mineduc de nuevas bases curriculares  para 3° y 4° medio pueden ser entendidas como un avance en esta línea, en tanto buscan profundizar el radio de capacidades que se quiere promover en el sistema escolar al fortalecer el desarrollo general y potenciar la formación diferenciada científico humanista.

A su vez, se define reposicionar a la “educación ciudadana” como una asignatura nueva para estos niveles. No cabe duda que esta reincorporación será un aporte para el cumplimiento de una educación más integral, ya que en particular debiese generar mayor interés e involucramiento por parte de los estudiantes en temas de interés público robusteciendo así la participación social en las nuevas generaciones.

Este fortalecimiento, por lo demás, de la formación general es clave para los estudiantes de liceos técnico profesionales, que hasta ahora cuentan con menos horas de algunas asignaturas en relación a los científico humanistas, y, más grave aún, se encuentran sin la posibilidad de tener educación física o filosofía. Para el caso de los estudiantes de la modalidad científico humanista se espera potenciar la formación diferenciada, lo que promoverá su autonomía y capacidad de decisión al elegir asignaturas según sus propios intereses; ejercicio que les permite proyectarse en base a lo que desean ser según sus propios proyectos de vida.

Mirar la escuela desde la subjetividad de los propios niños, niñas y jóvenes debe considerarse como un elemento relevante al momento evaluar el actuar de las políticas educativas aportando así elementos para la definición de una educación de calidad, potenciadora del desarrollo humano.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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