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Nuestro gran desafío presidencial

Jaime Hurtubia
Por : Jaime Hurtubia Ex Asesor Principal Política Ambiental, Comisión Desarrollo Sostenible, ONU, Nueva York y Director División de Ecosistemas y Biodiversidad, United Nations Environment Programme (UNEP), Nairobi, Kenia. Email: jaihur7@gmail.com
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La velocidad de los cambios ocurridos en la sociedad chilena en los últimos 25 años ha superado la capacidad de los dirigentes de todos los partidos políticos y de las organizaciones ciudadanas para comprender y adaptarse a esos cambios. Esta incapacidad se ha profundizado llegando hoy a ser intolerable. ¿Cómo podrían dialogar o negociar sobre asuntos que los superan, cuyas causas y consecuencias desconocen?

Nos afecta una crisis de incertidumbres mayúsculas (reformas en lo educacional, ambiental, tributario, laboral, político y constitucional). Lo sucedido en los cuatro últimos años debe orientarnos para que en la próxima elección Presidencial votemos sin caer en emocionalidades. Un paso adelante sería de partida no considerar a aquellos candidatos que ya fueron Presidentes o que ya participaron en elecciones presidenciales pasadas. Los unos, tuvieron su oportunidad de hacer bien las cosas y no pudieron. Los otros, demostraron ser incapaces de convencer a los votantes. No más repeticiones.

[cita tipo=»destaque»]Lo más preocupante es que, al parecer, la ciudadanía no está plenamente convencida con los perfiles de los candidatos hasta ahora proclamados. Ninguno parece satisfacer los requerimientos que instintivamente siente la gente. Nadie llena la plaza. Pero está claro que no podemos volver a elegir un candidato entre el mismo tipo de políticos con las mismas incapacidades.[/cita]

Nuestro gran desafío es elegir bien. No, al más apoyado por los medios de comunicación, o al que tenga más dinero, al más serio, o al más simpático, o al que apoyen la mayoría de los Partidos o el Poder económico-financiero. Nuestro futuro y crecimiento como Nación, no sólo para los próximos cuatro años, sino para las próximas décadas, dependerá que elijamos bien. No al que estanque o bloquee los cambios iniciados, sino al que enmiende y fortalezca los rumbos marcados en el “gobierno del inicio de las grandes reformas”, como seguramente se llamará en la historia de Chile al Gobierno de Bachelet. Lo que nos desafía la escena política actual es que ya no será posible darse el lujo de continuar perdiendo años sin superar las deficiencias heredadas de los años de dictadura.

El empeoramiento de la situación económica y financiera de Chile en los últimos cuatro años es producto en gran medida de la crisis económica-financiera mundial de la cual no escapan EEUU, Europa y China. Por ello, necesitamos al mejor, un hombre o mujer, con coraje, con suficientes conocimientos para enfrentar esta crisis y llevarnos a tiempos mejores. Un Presidente que lidere y forme equipos que trabaje eficazmente renovando lo salvable y eliminando lo desechable del sistema político chileno.

Tenemos que continuar respaldando las Primarias y presionar a los “guardianes” de los Partidos para que permitan el paso a nuevas generaciones de políticos. La consigna en cada partido debería ser abrir puertas y dar oportunidad a los líderes jóvenes que hoy se encuentran relegados en las marañas de sus respectivas burocracias. En esta materia, en los últimos 25 años, el sistema político ha estado aplicando las mismas reglas viciosas que arruinaron a nuestra democracia en la segunda mitad del siglo XX.

Un complemento importante para superar con éxito este desafío será rechazar a los dos extremos que más nos pueden dañar: por un lado, la aparición de populismos que irresponsablemente prometan que el Estado lo va a hacer y regalar todo hasta lo imposible, y por otro, los clásicos conservadores que se resisten a los cambios protegidos por el apoyo incondicional del poder económico y financiero. Da lo mismo que sean de este lado o del otro ( para qué hablar de derecha o izquierda a esta altura del partido). En ambos casos, seguramente llegarán arropados por la tolerancia de los medios de comunicación. Todo ello, sería suficiente para prender una señal de alarma.

Lo más preocupante es que, al parecer, la ciudadanía no está plenamente convencida con los perfiles de los candidatos hasta ahora proclamados. Ninguno parece satisfacer los requerimientos que instintivamente siente la gente. Nadie llena la plaza. Pero está claro que no podemos volver a elegir un candidato entre el mismo tipo de políticos con las mismas incapacidades. Chile se merece el mejor o la mejor Presidente posible, que conforme un gobierno honesto, poseedor de una ética superior a aquella que nos han demostrado aquellos que han dominado la escena política en los últimos 50 años.

Todo este escenario nos lleva inevitablemente a preguntarnos: ¿Por qué quedarnos con lo que hay en la oferta? ¿Por qué no hacer un esfuerzo potente para encontrar al nuevo líder que verdaderamente nos brinde esa confianza? Busquémoslo, aún queda tiempo. Chile, la democracia, lo necesita y se lo merece. Y usted y familia, también.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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