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Primarias presidenciales: un enfrentamiento sin vasos comunicantes Opinión

Primarias presidenciales: un enfrentamiento sin vasos comunicantes

Andrés Cabrera
Por : Andrés Cabrera Doctorando en Sociología, Goldsmiths, University of London. Editor Otra Frecuencia Podcast.
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Como se sabe, en las primarias legales del próximo 2 de julio, la autoexclusión de la coalición gobernante ha posibilitado en enfrentamiento directo entre dos bloques profundamente antagónicos, sin ningún “vaso comunicante” que medie su relación. La configuración asumida es nada más que un síntoma del semblante que comienza a adquirir el sistema de coaliciones políticas de cara a la segunda década del siglo XXI, el cual pareciera pasar de una lógica de carácter duopólico a una de tres tercios.


Es un hecho que la disputa presidencial vive semanas decisivas. Estamos a menos de 20 días para la realización de las primarias en las que se enfrentarán los candidatos de Chile Vamos y el Frente Amplio, mientras que, paralelamente, el histórico eje de centroizquierda pareciera ser incapaz de suturar un desgarramiento cada día más corroído.

Las irritaciones permanentes entre la autoescindida DC y la refaccionada Nueva Mayoría, se expresan nítidamente entre sus cartas presidenciales, sobre todo cuando “los halcones DC”, liderados por Jorge Burgos, asumen la conducción de la candidatura, intentando revertir una tendencia que, al igual que su antecesor Ricardo Lagos, “no prende”. El ‘camino propio’ de la DC se ha transformado en su propio laberinto.

Más allá de las menudencias conflictivas que engendra la contingencia política, la escena en su conjunto hace bastante tiempo que viene dando muestras de la importancia del momento político que vivimos en la actualidad.

El hastío generalizado que sienten las grandes mayorías frente al mundo de la política tradicional, no es un argumento para poner en entredicho la relevancia del contexto político actual (por el contrario, el fenómeno de la desafección política es un factor que debe ser considerado en la explicación). Dicho de otro modo, los momentos políticos cruciales a nivel electoral, no necesariamente se condicen con una “explosión” de participación electoral.

Quizás, la ‘creencia’ arraigada de pensar que la relevancia de un momento político depende exclusivamente del involucramiento de los sectores mesocráticos y populares en el terreno electoral en particular y político en general, nos hace observar como “paradójico” el hecho de que en los próximos escrutinios de noviembre –los más importantes desde el retorno a la democracia semisoberana– las tasas de participación electoral con suerte superarán el 50%.

A modo de ejemplo, si ampliamos la mirada y examinamos los resultados de las últimas elecciones en Francia, no es difícil concluir que la victoria electoral obtenida por Emmanuel Macron y La République En Marcha –formación emergente que es su base de apoyo y que predominará en la Asamblea Nacional– es la más importante de las últimas décadas en el país galo; ya que aprovecha un “momento populista” en el que, no obstante, los votantes que acuden a las urnas representan menos del 50% del total de ciudadanos habilitados para sufragar.

[cita tipo=»destaque»]Quizás, la ‘creencia’ arraigada de pensar que la relevancia de un momento político depende exclusivamente del involucramiento de los sectores mesocráticos y populares en el terreno electoral en particular y político en general, nos hace observar como “paradójico” el hecho de que en los próximos escrutinios de noviembre –los más importantes desde el retorno a la democracia semisoberana– las tasas de participación electoral con suerte superarán el 50%.[/cita]

Volviendo al terreno nacional y en consideración de los decisivos desafíos electorales que presenta el calendario electoral en el corto  plazo, es necesario considerar que la dimensión presidencial ejemplifica un escenario –también inédito– desde el retorno a la democracia restringida.

Como se sabe, en las primarias legales del próximo 2 de julio, la autoexclusión de la coalición gobernante ha posibilitado en enfrentamiento directo entre dos bloques profundamente antagónicos, sin ningún “vaso comunicante” que medie su relación.

La configuración asumida es nada más que un síntoma del semblante que comienza a adquirir el sistema de coaliciones políticas de cara a la segunda década del siglo XXI, el cual pareciera pasar de una lógica de carácter duopólico a una de tres tercios.

A diferencia de la lógica de tres tercios que predominó en Chile a mediados del siglo XX, la actual presenta una centroizquierda con una tendencia a la descomposición orgánica; una derecha política que representa como ningún otro actor los intereses del partido del orden, además de una fuerza política alternativa que mantiene un contacto directo (y/o indirecto) con los movimientos sociales y espacios sectoriales movilizados –al menos– durante la última década.

El reforzamiento de esta tendencia también se comienza a constatar en las definiciones programáticas, las cuales hemos comenzado a conocer a través de las distintas presentaciones de las(os) candidatas(os). De esas candidaturas, las pertenecientes a Chile Vamos y el Frente Amplio tendrán una plataforma privilegiada durante la franja televisiva que comienza este miércoles 14 de junio.

Con todo, y a diferencia de las elecciones presidenciales pasadas, las propuestas programáticas que se presentarán en el transcurso de este año no serán “capitalizadas” por la Nueva Mayoría. Tal como sucedió con la concreción de un programa que el 2013 fue capaz de incorporar las líneas generales de las demandas enarboladas por los movimientos sociales durante el ciclo de protestas que abarcó desde el 2006 al 2012. Esta vez,  sin embargo, ha sido incapaz de modificar “los vestigios del modelo neoliberal” a través de su performance reformista, tal como desearía la Presidenta de la República.

En esta oportunidad, las características programáticas de los bandos en disputa pueden resumirse en los siguientes titulares (de izquierda a derecha): Superación del Neoliberalismo – Oxigenación del Modelo – Regresión Neoliberal.

El titular del centro es posible constatarlo en el discurso de Alejando Guillier en su acto de proclamación, acaecido el domingo pasado en el Caupolicán.

Las apuestas estratégicas y tácticas de los segundos –además de sus diferencias internas– las observaremos con nitidez en la franja televisiva que comienza este miércoles. Solo para ejemplificar el punto, entre estas posiciones antagónicas situadas en los bordes: mientras el programa de Sebastián Piñera busca rebajar los impuestos a las empresas corporativas en 3 puntos, pasando de un 27% a un 24%, con el objetivo de dar un señal de impulso al ahorro y a la inversión por parte de las grandes compañías, el programa de Alberto Mayol propone expropiar el 20% de las empresas estratégicas privadas, a fin de aumentar la recaudación pública.

El momento político actual y sus síntomas contingentes, nos acercan al panorama teórico planteado por Slavoj Zizek hace poco más de una década, con la publicación de Visión de Paralaje (2006). En efecto, nos encontramos ante una insuperable brecha de paralaje política; vale decir, aquel “antagonismo social que no da lugar a ningún terreno común entre los agentes en conflicto (hace mucho tiempo se le conocía como “lucha de clases”).

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