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La inmigración en Chile: un tema que sigue tratándose bajo el marco legal impuesto en dictadura Opinión

La inmigración en Chile: un tema que sigue tratándose bajo el marco legal impuesto en dictadura

Por eso, y más allá de la trágica muerte de Benito Lalane, el asunto pasa a convertirse en un tema de agenda pública y, a la vez, nos desafía como país, al plantearnos la disyuntiva respecto a cómo damos solución a asuntos que vienen discutiéndose hace más de 25 años, y que llegan a ser reiterativos en seminarios, foros y candidaturas presidenciales, que es la situación de los migrantes que llegan a nuestro país y en qué condiciones se establecen.


Ya ha transcurrido una semana desde la muerte del ciudadano haitiano Benito Lalane. Tal acontecimiento, aparte de generar dolor y preocupación, vuelve a poner en la agenda el debate respecto a la importancia de políticas públicas en el área migrante y, más aún, políticas municipales que aborden la temática.

La migración que está llegando a Chile es constante y con una clara connotación económico-laboral. Eso debiese transformarse en un insumo para las autoridades, desde el gobierno central a los gobiernos locales, planteándose acciones propositivas y no reactivas. Pero no es así: en términos constitucionales, por ejemplo, seguimos tratando la migración bajo el contexto de una dictadura. Cambia el país, pero no cambia su marco legal.

La muerte de Benito Lalane, de 31 años y proveniente de Gonaives (ciudad ubicada al norte de Haití), se da en el marco del Día Mundial del Refugiado, que es otra clase de desplazamiento humano. En el fondo del problema de los desplazamientos forzosos subyace un problema estructural, de configuración sistémica.

Es por eso que existen dos tipos de demandas migratorias: la primera de tipo estructural, que incluye a los inmigrantes económicos; la otra es coyuntural, que incluye a los solicitantes de asilo. Los primeros arrancan de la miseria; los segundos de la inestabilidad política. Hay una mezcla de ambos factores en el caso de los haitianos que llegan a Chile.

[cita tipo=»destaque»]La migración que está llegando a Chile es constante y con una clara connotación económico-laboral. Eso debiese transformarse en un insumo para las autoridades, desde el gobierno central a los gobiernos locales, planteándose acciones propositivas y no reactivas. Pero no es así: en términos constitucionales, por ejemplo, seguimos tratando la migración bajo el contexto de una dictadura. Cambia el país, pero no cambia su marco legal.[/cita]

Haití es uno de los países más pobres del mundo, con un sistema político inestable. Según el Banco Mundial, un 59% de la población haitiana está en situación de pobreza, sobreviviendo con menos de US$2,4 al día. Un 24% vive en extrema pobreza, es decir: en situación de hambruna. Desde allá, Chile es visto como un país que brinda oportunidades de trabajo e institucionalmente estable.

Por eso, todo indica que el flujo migratorio hacia nuestro país no se detendrá. Según el reporte «Migración en Chile 2005-2014», la cantidad de haitianos en Chile creció ocho veces entre 2013 y 2016, superando los 41.000 migrantes. Según el boletín informativo del Departamento de Extranjería y Migración, “la cantidad de visas otorgadas a personas de origen haitiano ha crecido sustancialmente, produciéndose el mayor aumento en el año 2015 con respecto a 2014, con un aumento de 5.244 visas otorgadas. El segundo mayor aumento fue en el año 2014 con respecto al año 2013, donde se observa un aumento de 1.067 visas otorgadas”.

Por eso, y más allá de la trágica muerte de Benito Lalane, el asunto pasa a convertirse en un tema de agenda pública y, a la vez, nos desafía como país, al plantearnos la disyuntiva respecto a cómo damos solución a asuntos que vienen discutiéndose hace más de 25 años, y que llegan a ser reiterativos en seminarios, foros y candidaturas presidenciales, que es la situación de los migrantes que llegan a nuestro país y en qué condiciones se establecen.

Por tanto, y dada la connotación social y mediática que genera la muerte de un ciudadano extranjero en las condiciones en que se dio (ahora fue Benito Lalane, mañana puede ser un ciudadano de otro país), urge la realización de acciones asociativas entre los municipios y las redes de cooperación gubernamental. Nos referimos a instituciones públicas que aborden la temática, no necesariamente por medio de procedimientos o protocolos, sino a través de acciones de capacitación, sensibilización e integración, ya sea para migrantes y para los realizadores de estas acciones, aquellas personas que transmiten un mensaje para socializar la información hacia la ciudadanía (chilena y migrante).

Junto a ello, evaluar y retroalimentar aquellos procesos y acuerdos que se establecen en la teoría y que en la práctica no son útiles para prevenir y mejorar las condiciones en que viven miles de migrantes en las distintas comunas de nuestro país y que lamentablemente están bajo el rótulo de migrantes vulnerables.

Como sociedad civil, presionaremos para que no existan más Benitos Lalane en Chile, y que, como en tantos otros temas, no sea la tragedia (en este caso la muerte de un compatriota por frío y pobreza) la que nos impulse a tomarnos los temas en serio.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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