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Cuatro claves para entender el Chile posprimarias Opinión

Cuatro claves para entender el Chile posprimarias

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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A partir de hoy lunes tenemos otro escenario. Comienza la verdadera competencia con miras a las elecciones de noviembre. En el caso de Chile Vamos y el Frente Amplio, se reordenarán las piezas y veremos de qué manera los derrotados son capaces de integrar sus ideas, su gente y propuestas o, más bien, cuánto les permitirán los ganadores. La disposición de Beatriz Sánchez parece genuina y preacordada con Mayol. Y aunque Piñera manifestó lo mismo en su desbordada puesta escena a la hora de celebrar el resultado, cuesta pensar que las heridas que dejó Ossandón puedan ser superadas por los piñeristas.


Pese a que los triunfos de Sebastián Piñera y Beatriz Sánchez eran esperables, la participación electoral constituyó la gran sorpresa de estas primarias. Más allá de la torpe coincidencia de una elección el día en que Chile disputaba la final de la Copa Confederaciones –probabilidad que se podía prever–, las personas se movilizaron a ejercer un derecho, lo que habla bien de nuestra democracia.

Pero la verdad es que la gran derrotada de este proceso fue la Nueva Mayoría. La coalición oficialista no solo estuvo completamente ausente de la agenda pública durante el último tiempo, sino que además quedó ligada al conflicto, la falta de capacidad de encontrar acuerdos e incluso el uso de un lenguaje y tono entre sus dos candidatos que nada tienen que envidiarle al debate televisivo de Chile Vamos. Definitivamente, estar fuera de competencia fue un error mayúsculo. Y, claro, a la hora de asumir esas responsabilidades, ni los entornos de Guillier ni de Goic han estado a la altura.

Por cierto, a partir de hoy lunes tenemos otro escenario. Comienza la verdadera competencia con miras a las elecciones de noviembre. En el caso de Chile Vamos y el Frente Amplio, se reordenarán las piezas y veremos de qué manera los derrotados son capaces de integrar sus ideas, su gente y propuestas o, más bien, cuánto les permitirán los ganadores. La disposición de Beatriz Sánchez parece genuina y preacordada con Mayol. Y aunque Piñera manifestó lo mismo en su desbordada puesta escena a la hora de celebrar el resultado, cuesta pensar que las heridas que dejó Ossandón puedan ser superadas por los piñeristas.

Estas primarias nos dejan varias lecciones que podemos proyectar para la nueva etapa que se avecina. Revisemos algunas de esas claves.

Bienvenida la era Trump. La política chilena, tal como la conocíamos por décadas, definitivamente cambió en estas primarias. Se acabó el guante blanco entre integrantes de una misma coalición. A ratos, y particularmente en el caso de la derecha, el lenguaje y las descalificaciones lograron poner en segundo plano las propuestas. Viejas historias personales, críticas despiadadas. Lejos de esa autoimagen de los políticos que cuidaban los límites y evitaban entrar en terrenos peligrosos.

Pero, además de este nuevo estilo, también pudimos constatar que nuestros candidatos nos prometieron cambios imposibles de cumplir, al menos durante los cuatro años en que podrían ejercer. Refundar el país, cambiarlo todo, lograr un giro total. Fin al Transantiago, fin a la Educación gratuita, fin a las AFP. Todo de nuevo.

[cita tipo=»destaque»]Es un hecho que el cambio en el Sistema Electoral nos puede deparar más de una sorpresa. Sin ir más lejos, la irrupción del Frente Amplio –que obtuvo más de 300.00 votos– es una señal de que el cambio al binominal puede implicar la “entrada al sistema” de más de un grupo que represente intereses políticos, sociales, regionales o culturales, y que logre romper la antigua estructura de dos grandes bloques que controlaban el Congreso.[/cita]

Debemos esperar, entonces, una campaña de tono agresivo, de denuncias cruzadas, de críticas a la persona, a su historia y, en menor medida, a su proyecto. Y, claro, tendremos muchas retroexcavadoras de aquí en adelante.

Enemigo interno

Pese a las palabras de buena crianza de Manuel José Ossandón, la verdad es que no explicitó su apoyo inmediato a Piñera. El alto porcentaje obtenido –sobre el 26%– lo deja en una posición inmejorable para hacer exigencias al comando del abanderado de Chile Vamos. Y el estilo del senador es muy predecible. Pondrá una vara alta y a la primera discrepancia romperá con Piñera. Ossandón instaló un discurso duro respecto a la relación política-negocios, que de seguro mantendrá y es un capital frente a sus partidarios y una amenaza para Piñera. Además, el ex precandidato obtuvo un muy buen resultado en la Región Metropolitana, carta que usará para negociar.

Esto es válido para el caso de la Nueva Mayoría. Las posiciones irreconciliables mostradas por Goic y Guillier hacen difícil pensar en la posibilidad de alcanzar un programa común en segunda vuelta. En síntesis, las dos principales coaliciones deberán gastar mucha energía para controlar el frente interno.

Alta abstención e impacto del nuevo sistema electoral

Pese a que la votación superó todo pronóstico previo –el pesimismo era transversal–, es importante señalar que el número de electores, sobre el millón seiscientos mil, representa un porcentaje muy bajo del total del padrón electoral –menos del 20%–. De hecho, en las primarias del 2013 votó casi el doble de gente, poco menos de tres millones de personas, claro que considerando a la ex Concertación y la Alianza por Chile.

El nivel de abstención se seguirá consolidando, alcanzando el cerca de 65% que se quedó en su casa para las elecciones municipales de 2016. Esto abre la interrogante del nivel de representación que tendrán las nuevas autoridades a la hora de intentar estos cambios “refundacionales”.

Pero lo que sí es un hecho es que el cambio en el sistema electoral nos puede deparar más de una sorpresa. Sin ir más lejos, la irrupción del Frente Amplio –que obtuvo más de 300.00 votos– es una señal de que el cambio al binominal puede implicar la “entrada al sistema” de más de un grupo que represente intereses políticos, sociales, regionales o culturales, y que logre romper la antigua estructura de dos grandes bloques que controlaban el Congreso. En el caso de la Cámara, esta contará con 155 parlamentarios –25 más que ahora– y las proyecciones son que al menos 20 de ellos serán de colaciones no  tradicionales. Es decir, en el Parlamento de 2018 no existirá mayoría y, por tanto, se deberán buscar acuerdos con grupos pequeños, claramente más radicales en sus posiciones.

También es un hecho que el voto en el extranjero será mayor en noviembre –está en juego la Presidencia–, lo que obligará a buscar a esos más de 4.000 electores que ejercieron su derecho en esta oportunidad. Aunque la cifra puede parecer menor, a la hora de un resultado estrecho, como la segunda vuelta,  puede ser gravitante. Es decir, las campañas deberán al menos incluir en sus programas un par de propuestas que les hagan sentido a esos compatriotas

El fin del recreo en la Nueva Mayoría

En el conglomerado oficialista deberían intentar leer correctamente este período. De seguir juntos –algo que se ve difícil hoy–, es probable que no vuelvan a cometer el error de abstenerse de este ensayo general previo a una elección competitiva. Es más, de aquí en adelante todos los bloques políticos serán parte de estos procesos: mayor visibilidad para exponer ideas, acceso a franja electoral, etc.

Si tanto la DC como sus antiguos aliados son incapaces de proyectar capacidad de entendimiento y gobernabilidad, de moderar el tono o de fijar las bases para un pacto en segunda vuelta y explicitarlo, es muy seguro que el contraste con el exceso de confianza y exitismo que tendrá Chile Vamos en estos meses les haga imposible remontar y se concrete la profecía autocumplida de que Sebastián Piñera sea Presidente por segunda vez.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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