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¿Por qué se movilizó la derecha? Opinión

¿Por qué se movilizó la derecha?

Marco Moreno Pérez
Por : Marco Moreno Pérez Decano Facultad de Ciencia Política y Administración Pública, Universidad Central de Chile.
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Entre las razones para movilizarse a votar por parte de la derecha en las primarias del domingo, estaría una mayor politización en ese bloque, el voto útil y la apelación a una estrategia del miedo. Miedo a que las cosas empeoren, a perder lo que se tiene, se atente contra el sistema de valores y creencias establecidas. Desde esta perspectiva, la participación política de la derecha sería una respuesta a los estímulos del entorno, más que el resultado de actitudes y recursos individuales.


Sin duda el resultado de la participación electoral es la gran sorpresa de las primarias. No fue novedad constatar quiénes se impondrían en ambos bloques. Sebastián Piñera en Chile Vamos y Beatriz Sánchez en el Frente Amplio lograron finalmente, y de acuerdo a lo previsto, hacerse del triunfo. Sin embargo, la clave de esta disputa tuvo como principal protagonista la impensada, y fuera de todo cálculo, movilización de los adherentes del pacto de derechas.

Las razones referidas para la participación política pueden ser muy variadas. De hecho, detrás de cada forma de participación y de cada ciudadano participante –o no participante– se pueden encontrar distintos aspectos que motivan o explican su comportamiento. Uno de los factores explicativos de la participación política son las actitudes y valores políticos. Nos referimos, con esto, a aquellas orientaciones adquiridas que son relativamente estables y que inciden directamente en el comportamiento político.

En línea con la argumentación anterior, entre las razones para movilizarse a votar por parte de la derecha en las primarias del domingo, estaría una mayor politización en ese bloque. Lo anterior podría ser el resultado de una eficaz estrategia comunicacional del comando de Sebastián Piñera y de los partidos de Chile Vamos. Sus publicistas e influenciadores con acceso a los medios hicieron el resto.

Así, operó con eficacia la autoubicacion ideológica de buena parte de los adherentes de Chile Vamos como electores de derecha. Esta pudo ser la respuesta a un discurso disruptivo por parte de los candidatos del Frente Amplio y del senador Manuel José Ossandón.

En el primer caso, podríamos observar una reacción tipo “Naranjazo”. Las propuestas de Alberto Mayol y en menor medida de Beatriz Sánchez, se convirtieron en un motivo de preocupación para un grupo de votantes significativos, autoubicados como de derecha. El senador Ossandón, aunque por razones distintas –encarnó la crítica a las elites– también fue visto como una amenaza en lógica de “fuego amigo”. Recordemos que las actitudes no operan en el vacío, sino que en contextos fuertemente influidos por otros factores no personales, como las características de los candidatos, los movimientos políticos, los temas o cuestiones políticas (issues) –como el cambio de reglas del juego, aborto, el matrimonio homosexual o las expropiaciones, por mencionar algunos–, que pudieron tener un efecto relevante en la disposición a movilizarse el domingo a pesar de los factores anómalos, como la final de la Copa en la que participaba Chile, o el clima.

[cita tipo=»destaque»]Lo anterior podría ser el resultado de una eficaz estrategia comunicacional del comando de Sebastián Piñera y de los partidos de Chile Vamos. Sus publicistas e influenciadores con acceso a los medios hicieron el resto. Así, operó con eficacia la autoubicacion ideológica de buena parte de los adherentes de Chile Vamos como electores de derecha. Esta pudo ser la respuesta a un discurso disruptivo por parte de los candidatos del Frente Amplio y del senador Manuel José Ossandón.[/cita]

Ciertamente, coadyuvó el cambio que se viene operando en nuestro esquema de representación, caracterizado por el tránsito de una “democracia de los partidos” a la “democracia del público” o “de la audiencia». Los debates, como se sabe, tuvieron un alto rating, pero mayores fueron sus consecuencias y efectos. Los entrevistadores parecían fiscales que auscultaban y ponían a prueba el desempeño de los candidatos. Los errores forzados y no forzados, las disputas y querellas entre estos, eran comentados sin necesidad de haber visto el debate, ya que se viralizaron a través de tuits, comentarios y memes. De alguna manera, la política se convirtió en parte del mundo exterior que se observa de afuera.

Se suma a lo anterior una estrategia también eficaz de voto útil. Hacía varias semanas que se había comenzado a instalar la idea de que, para ganar la elección, era condición sine qua non concentrar el voto en la candidatura de Sebastián Piñera. Lo anterior significaba evitar la dispersión del voto en las otras candidaturas. Este diseño afectó en especial a la candidatura de Felipe Kast.

No podemos dejar de mencionar la apelación a una estrategia del miedo. Miedo a que las cosas empeoren, a perder lo que se tiene, se atente contra el sistema de valores y creencias establecidas. Un miedo líquido, difuso, en el que solo políticos con experiencia pueden sacarnos de las situaciones difíciles. La estrategia se centró en comunicar y hacer sentir a los votantes la amenaza que se instalaba si no se defendía el orden en el bloque.  A juzgar por los resultados, esto tuvo efecto.

Fueron estos factores y otros los que gatillaron, de cierto modo, la movilización del sector. Desde esta perspectiva, la participación política de la derecha sería una respuesta a los estímulos del entorno, más que el resultado de actitudes y recursos individuales. De manera indirecta las redes sociales –familia, amigos, entorno laboral, vecindario– produjeron en forma agregada también efectos movilizadores, al ejercer presión sobre las personas o proporcionando incentivos para participar votando. Habrá que ver si esto es un hecho aislado propio de una contienda de primarias o constituye una tendencia más estructural.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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