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Sename y la arista internacional Opinión

Sename y la arista internacional

Juan Francisco Coloane
Por : Juan Francisco Coloane Sociólogo y analista internacional.
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Se ha experimentado una especie de alianza tácita, entre UNICEF- Santiago y el Estado chileno para protegerse las espaldas mutuamente, lo que hace levantar otra arista; aquella del «proteccionismo» de Naciones Unidas con sus contrapartes, los Estados. Esto ha sido habitual por alianzas protocolares aunque a veces no ha sido una política sana y desprovista de distorsiones en el área de “pagar favores”.


El nacimiento de la crisis que se destapa en el Servicio Nacional de Menores o SENAME en Chile, proviene de la década de 1990.

La crisis y sus elementos centrales, se insertan en una falla del estado chileno para cumplir compromisos internacionales como es la Convención de los Derechos del Niño y la Niña, que en el fondo es una falla no corregida en sus políticas sociales. La falla menor proviene del SENAME mismo y su gestión, desde esta perspectiva.

Es el foco de un intenso y desvirtuado debate político en la actualidad en donde se buscan culpables individuales  y muy poco las causas sistémicas.

La situación de esa falla de estado que ha estallado como una bomba de racimo en términos de responsabilidades políticas y técnicas, fue advertida en un detallado informe de UNICEF-Santiago y entregado al SENAME en agosto de 1995, que lleva por nombre: Informe de conocimiento de los Centros de Tránsito y Diagnóstico Ambulatorios(CTDS) de Osorno, Valdivia, Los Ángeles, Chillán, Copiapó, La Serena y Antofagasta. (UNICEF-Santiago. 1995).

El informe de UNICEF sobre los CTDS que recibió el SENAME, advertía de la fragilidad conceptual en las políticas sociales en Chile producto de un constante acecho del sector económico para focalizar a o recortar el gasto en infancia. “Considerando la importancia del funcionamiento y el contenido de las acciones del estado que protegen a la niñez, se detectan elementos subyacentes que no siempre se puedan abordar desde lo metodológico o lo tecnológico. En la revisión de la situación de los centros de atención ambulatoria se confirmaron dos situaciones. Primero, en Chile no existía y faltaba mucho por recorrer para que el país tuviera una política pública integral enfocada en la infancia. Segundo, el aspecto ético. En la cultura administrativa del país, existía una brecha considerable en consideraciones éticas entre dos ámbitos clave: política económica y política social. El aspecto ético dista mucho de ser compartido por esta dos instancias clave”, dice el informe (pp.4)

La Convención no bastaba para unificar criterios éticos y por el contrario planteaba los futuros desafíos políticos para una sociedad como la chilena en donde los niños culturalmente, así como la mujer, estaban en la retaguardia. Según el sociólogo italiano,  eran tratados como de una “clase inferior” frente a la superioridad de clase del adulto comportándose como un oligarca frente al menor de edad.

Durante los últimos meses, el debate que ha ocupado a varios estamentos del estado y la ciudadanía, sobre una crisis que podría alcanzar el nivel de una crisis de estado, ha concitado también mucha distorsión por falta de información acerca de cómo se gestan los desastres humanos de esta naturaleza y cuáles son sus orígenes.
Mi evaluación, dicho con la responsabilidad de un ex funcionario todavía imbricado en la vocación de Los Niños Primero, con misiones en escenarios de horror como han sido Irak y Siria, es que UNICEF  tiene un grado de responsabilidad no despreciable en esta crisis. Ha fallado en su papel de garante multilateral en la protección de los niños a nivel global. Especialmente en una función específica de principal observador y facilitador con funciones de evaluación, para que los estados  cumplan los principios de  la Convención de los Derechos de los Niños y las Niñas.

Plan Nacional de Acción en Favor de los Niños.

UNICEF- Santiago en lo específico, ha tenido una función permisiva y ha fallado en su papel de prevenir  el crecimiento de  este proceso de descomposición del plan de protección de la infancia  desde hace más de dos décadas.

En 1992, con el apoyo de UNICEF, el gobierno de Chile gestó un Plan Nacional de Acción en Favor de los Niños, a través de una comisión de 23 expertos abordando 12 áreas relacionadas directamente con el bienestar de la infancia y que se lanzó nacionalmente a las regiones en abril de 1993.

El tema actual de la crisis del SENAME y sus ramificaciones, no es un tema sólo de 10 o 15 años. Es un tema de la falla central en el desarrollo de la política social en Chile. Proviene de las insuficiencias en el estado para implementar ese plan de acción consagrado como política de estado. La idea consistía en construir desde planes regionales hasta planes comunales. Toda esta experiencia en sus inicios está descrita en un trabajo realizado por UNICEF en 1994 bajo los auspicios del International Child Development Centre en Florencia, Italia, un organismo del propio UNICEF. Chile era un país estrella en sus propósitos.

Aun considerando este auspicioso proceso inicial con un plan de acción nacional al comenzar los años 90, el UNICEF también contribuyó a su gradual discontinuidad y finalmente desmantelamiento,  con su escepticismo y ambigüedad respecto a las reales capacidades del estado chileno de llevarlo adelante y con cuestionamientos al propio papel de UNICEF y su asistencia a un estado que progresaba hacia su condición de país de ingreso medio.

El problema existencial

UNICEF- Santiago, a fines de 1998, trabajaba su programa de cooperación en favor de la infancia con el gobierno de Chile, bajo una intensa presión de sus cuarteles generales en Nueva York para reducir y modificar la asistencia a un país con ingreso per cápita medio. UNICEF además ponía en duda que, en vista de los altos niveles de crecimiento económico en los 90, el progreso evidente en combatir la pobreza, y los logros sustantivos en educación y salud, la ayuda de UNICEF debería concentrarse con más eficiencia en el área de políticas sociales a través de la “doctrina” de los Derechos de Niños y Niñas. El supuesto de UNICEF, un supuesto falso a la larga, por los resultados en su propia ayuda al SENAME, consistía en que a partir de la introducción de una cultura de derechos en la formulación de políticas públicas en Chile, por esa vía, los niños y las niñas tendrían la centralidad  que exigía la Convención. El Plan gestado en 1992, sería la plataforma para llevar adelante políticas sociales con la infancia al centro de las prioridades.

Exceso de expectativas en la legislación  y asesorías equivocadas, hicieron que gradualmente el UNICEF- Santiago, por falta de recursos y por la crisis existencial del tipo de asistencia para ofrecer, se concentrara en muy pocas áreas cualitativas de derechos. Con el tiempo la estrategia no tendría efectos multiplicadores que resultaran en un impacto significativo en la cultura de políticas sociales del país.

UNICEF, en la práctica abandonó al SENAME a la suerte de sus propios devaneos y proceso de descomposición, por el hecho de desnaturalizar la relevancia conceptual del SENAME como el verdadero foco o depositario de las virtudes y  las fallas de las políticas sociales que intentan poner a la infancia en su centro.

Protección y complicidad.

Hubo  falta de rigor desde la oficina regional, hasta la propia  sede central en Nueva York, de UNICEF, para monitorear y contribuir a rectificar rumbos en los planes de los Estados para la protección de la infancia. Los medios a su vez en el caso de Chile, han estado pasivos o complacientes en esta arista internacional de la crisis que destapa el fenómeno SENAME

Se ha experimentado una especie de alianza tácita,  entre UNICEF- Santiago y el Estado chileno para protegerse las espaldas mutuamente, lo que hace levantar otra arista; aquella del «proteccionismo» de Naciones Unidas con sus contrapartes, los Estados. Esto ha sido habitual por alianzas protocolares aunque a veces no ha sido una política sana y desprovista de distorsiones en el área de “pagar favores”.

Hay también intereses mutuos dentro de los acuerdos programáticos de no perjudicar un espacio del mismo clientelismo por políticas y puestos de trabajo que se exhibe entre  Estado y sistema político (partidos políticos) y academia, sin olvidar ese denso mundo del sector privado del asistencialismo.

Organismos como CEPAL, OIT, y PNUD en la región de América Latina y el Caribe han exhibido un grado de permisibilidad preocupante en el fenómeno del juego de las sillas musicales (musical chairs): Profesionales nacionales que pasan temporadas en el aparato público y otras en el aparato multilateral. En otras regiones como Asia y África estas prácticas han sido combatidas por generar distorsiones de todo tipo, más allá de la salarial.  UNICEF- Santiago,  en menor escala no ha escapado  a ese fenómeno. Ha sido un «territorio» de empleos para partidos de un amplio  espectro.

La UNICEF-Santiago, dicho coloquialmente, “ha pasado muy colada”  en la cobertura de prensa como que tuviera una responsabilidad significativamente menor (menor, sin embargo importante aún) en esta crisis.
La crisis del SENAME Chile es la punta del Iceberg de un problema más global. El problema reside en UNICEF y su crisis existencial con los países de ingreso medio como Chile, que generan expectativas de país desarrollado y que aún no resuelven problemas elementales del subdesarrollo y el sustrato cultural que conlleva. Hay una falla en el UNICEF en cuanto a estudiar la perspectiva del determinante cultural en el desarrollo. Las naciones, especialmente ahora en una era de inseguridad, no aceptan que se les inmiscuyan en sus intersticios más privados, como son sus actitudes y prácticas, menos en detectar el conocimiento de los ciudadanos.

En otras partes del planeta los síntomas son otros, aunque el tema eje es el mismo: los Derechos del Niño no tienen la centralidad en la política, a la hora de la acción. Capítulo guerras por ejemplo,  siendo Siria el más dramático.

(*)Oficial de Planificación del UNICEF-Santiago, 1993-1998. Oficial de UNICEF por 17 años en Asia y África.  

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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