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Por el derecho a la salud mental

Francisco Flores R.
Por : Francisco Flores R. Magister en psicología, mención Psicoanálisis y Diplomado en Filosofía y Psicoanálisis (Buenos Aires ). Director ONG Mente Sana.
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Hoy 5 de agosto agrupaciones ciudadanas han convocado a una primera marcha por el Derecho a la Salud Mental, desde el frontis del Museo de Bellas Artes. Como director de una de las organizaciones convocantes, entendemos la demanda por la Salud Mental como un derecho, que significa para empezar, al menos dos tareas. Una urgente y otra importante.

La urgente es la necesidad de ampliar el acceso y cobertura para hacer frente a los altos y dramáticos indicadores a nivel mundial de salud mental en nuestro país: depresiones, licencias médicas por motivos psicológicos, alto consumo de psicofármacos, altas tasas de suicidios, creciente niveles de estrés de los chilenos, entre los principales.

Violencia, abuso, maltrato, depresión, estrés, angustia, son algunos de los accidentes de la geografía mental de los chilenos. Frente a esto ha habido una incapacidad permanente de de políticas públicas para entender y enfrentar estas dinámicas.

Se trata al mismo tiempo, de no reforzar la tendencia a la medicalización del campo de la salud mental de la mano de una patologización creciente de la vida, donde cada vez más situaciones vinculadas a los ámbitos de las relaciones societales son tratadas en términos de problemas médicos; a la manera de padecimientos, síndromes o enfermedades biológicas.

[cita tipo=»destaque»]La tarea importante es comprender que  las formas conflictuales en que una sociedad se edifica, están asociados a la aparición de una cierta sintomatología. Es imposible separar el impacto  de la cultura del modo en que hablan los padecimientos psíquicos.[/cita]

De este modo, el malestar es interpretado sólo como una enfermedad  somática o un problema del cerebro, privilegiando  un registro individual y privado. Como resultado de esto se silencian los síntomas y se ocultan los determinantes psicológicos y sociales. Eso solo ha llevado entre otras consecuencias a que la industria farmacéutica en los últimos años, haya aumentado la venta de psicofármacos en un 470%, generando una peligrosa espiral de farmacologización de la vida colectiva.

Se han asociado los parámetros de salud mental vinculados a una sana normalidad y a la adaptación necesaria, con criterios de eficacia terapéutica asociados al rendimiento. Pero el psiquismo no es solo materialidad biológica y física, es también materialidad cultural y social que construye identidad y soporte para enfrentar la vida.

La densa sintomatología de trastornos y malestares diversos que viven los chilenos, indican una subjetividad extenuada y maltratada. Pero a la vez una bullante pero sorda protesta por una hegemonía  social, que trabaja bajo los parámetros del éxito, la codicia y el estatus en la cual se desarrolla. El malestar subjetivo entonces es, en algún sentido, una forma de protesta muda, las más de las veces incluso para los propios individuos.

La sintomatología adquiere así, el valor de un signo que revela el grado masivo de postergación a la que el cuerpo y la psique son sometidos. . Tenemos en nuestra sociedad un malestar agregado, que no tiene que ver necesariamente  con una cuestión psicopatológica propia de los individuos.

Pero así como las personas eluden y evitan,  las más de las veces, enfrentarse a sus propias opacidades, los países también. Y al no poder  reconocerlo como algo propio lo depositamos en lo ajeno y lo vivimos como algo extraño.

Por eso por otra parte, la tarea importante es comprender que  las formas conflictuales en que una sociedad se edifica, están asociados a la aparición de una cierta sintomatología. Es imposible separar el impacto  de la cultura del modo en que hablan los padecimientos psíquicos. Quien fracasa en nuestra sociedad, ya sea esto vivido como dificultad o trastorno anímico, se hace a sí mismo responsable y se culpabiliza, en lugar de poner en duda a la sociedad o el sistema que lo genera.

Agrava esta situación la crisis de las instituciones, que tradicionalmente cumplían un rol de patrimonio común de significación y certezas, ante una dinámica económica social, que al revés de otros tiempos, puja por la búsqueda de goces ilimitados

Chile esta estresado y es necesario también poner en cuestión los modos de producción de nuestra subjetividad; y poner un tope a la creación de esa otra fuente de malestar como lo son los muros de la exclusión: donde se establece un mundo para pocos. Es necesario avanzar hacia un nuevo modelo de desarrollo y de bienestar, que supere los parámetros anclados casi exclusivamente en indicadores de productividad y crecimiento económico.

Algunas medidas y propuestas básicas son:

1.- Aumentar el gasto publico en salud mental: Actualmente el gasto público en esta área es en torno al 2,13% del presupuesto que se destina al área de salud. El promedio de los países de la OCDE triplica esa cifra. En el caso de Uruguay, por ejemplo, llega al 9%, y de Canadá, al 12%. El propio Plan Nacional de Salud Mental y Psiquiatría del Minsal, de 2000, estableció como objetivo alcanzar el 5% del presupuesto.

2.- Una ley de salud mental para chile: Nuestro país es uno de los pocos de la región que no cuenta con una legislación al respecto La propia OMS, dados los indicadores de nuestro país, ha recomendado expresamente su promulgación para Chile. Pedimos también que se establezca un política nacional de salud mental, prioridades, Políticas de prevención, deberes y derechos

3.- Reforma al sistema de cobertura en isapres: Avanzar a Ley de Igualdad para la Salud Mental. En ella el objetivo es que  las coberturas de salud mental  tengan las mismas coberturas que las que se relacionan con una enfermedad física, de tal manera de no generar una situación de discriminación con la salud mental.

4.- Desarrollo de las tareas en la comunidad

Para ello es vital la inserción del profesional de la salud mental , no como un objeto pasivo que “recibe pacientes” , sino como alguien que “los va a buscar” , es decir que se integra en las organizaciones comunitarias , desarrollando tareas de autocuidado, atención familiar, grupos de jóvenes, etc.

5.- Análisis crítico y urgente levantamiento de politicas en salud mental infantil

Este es un campo donde se ejercen violencias permanentes y continuas. El SENAME y otras estructuras dedicadas al cuidado infantil han oscilado entre la represión y la medicalización como formas de enfrentar las conflictivas infantiles. La ausencia de una marco comprehensivo y teórico ha deslizado sus políticas hacia ámbitos puramente reactivos. Es necesario ejercer de modo decidido y eficaz las acciones urgentes para modificar este flagelo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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