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Nos fuimos quedando en silencio


Hoy se levantan voces furibundas, se alzan las manos al cielo y se rasgan aterciopeladas vestiduras por los niños de los centros de “acogida” del SENAME. Esos mismos niños invisibles, que a lo más se les lanza una moneda en una esquina, creyendo limpiar las conciencias, siempre que sigan escondidos. “Menores” – no tienen ni siquiera el derecho que los llamen niños y niñas -, que no le importan a nadie, a no ser que se quiera rebajar la edad penal, para enviarlos a la cárcel.

Que importa lo que les pase, si total no son “mis niños” ni los de mi vecino o del apoderado del colegio o del antiguo compañero de curso. A los más son una oportunidad de negocio, para emprender y ser parte de una red que lucra con el dolor ajeno.

[cita tipo=»destaque»]Son muchas las preguntas y pocas las respuestas. Las miradas, objetivos, intereses, ideologías y un sinnúmero de “peros”, obstaculizan las necesarias soluciones. Mientras, nos seguimos quedando en silencio, como antes, como ahora, como siempre.[/cita]

Luego puedo ir tranquilo por la vida y preocuparme por las nobles causas de moda –siempre habrá algún perrito en apuros o un ciclista enojado -, como dice el poeta Montealegre, “Todos los vecinos de mi barrio duermen siesta, pero hay chicos que golpean puertas fastidiando: piden pan y no dejan escribir los mejores poemas sobre el hambre”.

Una sociedad que no cuida a sus niños y niñas es una sociedad enferma y fracasada, los más vulnerables dentro de los vulnerables no deben servir para sacar provecho económico, político y sentimental por una mezquina ganancia pequeña. Hoy es cuando debemos decir basta y plantearnos y replantearnos nuestras prioridades, ha llegado el momento de preocuparnos y ocuparnos de los temas prioritarios.

¿Cuántos proyectos duermen en el congreso; cuántos recursos son necesarios, deben los centros estar en manos de privados con fines de lucro, las Iglesias pueden administrar, los niños y adolescentes infractores deben estar junto a quienes no lo son…?

Son muchas las preguntas y pocas las respuestas. Las miradas, objetivos, intereses, ideologías y un sinnúmero de “peros”, obstaculizan las necesarias soluciones. Mientras, nos seguimos quedando en silencio, como antes, como ahora, como siempre. Pasarán las elecciones, los medios dejaran el tema de moda, los vociferantes hablaran de otros problemas apremiantes, pero seguirá la infancia vulnerada esperando una respuesta… nuestra respuesta, tu respuesta.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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