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Piñera y los «tiempos mejores» de la economía

Nicolás Bohme
Por : Nicolás Bohme Magíster en Análisis Económico UChile, Director Ejecutivo Observatorio de Políticas Económicas (OPES)
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El pasado martes 5 de septiembre, se conoció que el crecimiento del mes de julio fue de 2,8% anual, medido según el Indicador Mensual de Actividad Económica (Imacec). Sin ser extraordinaria desde una perspectiva histórica, esta cifra permite anticipar que el largo ciclo de estancamiento por el que transita nuestra economía empieza a quedar atrás. El candidato presidencial de la derecha, Sebastián Piñera, afirmó que la economía estaría ganando fuerza porque “vienen tiempos mejores”, en referencia a que los agentes económicos percibirían que hay una alta probabilidad de que Piñera sea electo presidente. De esta manera, la sola expectativa de su llegada sería un bálsamo para nuestra alicaída economía.

Lo que Piñera y sus asesores no quieren reconocer es que existen razones muchos más estructurales que la supuesta expectativa de su llegada al Palacio de La Moneda para explicar la recuperación que se inició en julio, y que se consolidará lo que queda de 2017 y el año 2018.

Por lo tanto, habrá que recordarle al candidato de Chile Vamos que la suerte de nuestra economía está estrechamente ligada al precio de un producto que se le ha bautizado como “el sueldo de Chile”, y que representa la mitad del valor de nuestras exportaciones: el cobre.

En efecto, el súper ciclo de las materias primas elevó el precio del cobre a valores no observados en la historia, alcanzando un peak de US$4,60 la libra en febrero de 2011. Esto tuvo profundas implicancias para nuestra economía. Impulsó un ciclo de grandes proyectos que elevaron la inversión minera significativamente, llegando a más de US$ 20.000 millones el año 2013. Asimismo, el enorme flujo de ingresos que recibió nuestra economía permitió un crecimiento del consumo difícil de observar en otras condiciones. El boom minero tiró el carro del crecimiento durante los años del súper ciclo, que coinciden con el período de gobierno de Piñera.

[cita tipo=»destaque»]La recuperación de la economía mundial y, especialmente, la tendencia alcista del precio del cobre iniciada a fines de 2016, y que tiene al metal rojo de vuelta por sobre los US$3 la libra, explican la recuperación económica doméstica, la que ha sido anticipada hace meses por analistas de diverso color político.[/cita]

Cuando el precio del cobre cayó a menos de la mitad respecto a su máximo, el impulso de la economía se esfumó. En un país donde la filosofía es aprovechar la renta ricardiana de los recursos naturales, en vez de invertir en desarrollar nuevos sectores con alto contenido de valor agregado, la consecuencia natural de la caída en el precio del metal rojo era enfrentar años difíciles. Más cuando durante los años de alto precio del cobre el dólar cayó a niveles en que impidió el desarrollo de sectores exportadores o sustituidores de importaciones distintos a la minería.

Por otro lado, el comercio internacional pasó por un largo período de estancamiento junto con un bajo crecimiento del PIB mundial, situación que durante 2017 se ha revertido. El mejoramiento de la situación internacional tardó un poco en llegar a los principales importadores de productos chilenos, pero paulatinamente los ha alcanzado.

La recuperación de la economía mundial y, especialmente, la tendencia alcista del precio del cobre iniciada a fines de 2016, y que tiene al metal rojo de vuelta por sobre los US$3 la libra, explican la recuperación económica doméstica, la que ha sido anticipada hace meses por analistas de diverso color político.

Alcanzar una senda de crecimiento alto y estable, sin una fuerte dependencia a los vaivenes de la economía mundial, y especialmente al precio del cobre, pasa por comprometerse con una política de Estado que transforme la estructura productiva y supere la dependencia a la renta ricardiana como paradigma de desarrollo. Mientras tanto, el panorama económico que enfrente cada gobierno de turno va a estar atado a éstas variables. La recuperación económica, que se afianzará los meses que vienen, no tiene nada que ver con las apuestas de los agentes sobre quién ganará la elección. Que la bandera del Piñera candidato sea el crecimiento observado durante su gobierno no hace sino mostrar la deshonestidad intelectual de su sector. Y que, además de prender velitas esperando un contexto externo favorable para Chile, no tiene nada que ofrecerle al país.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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