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Una maestra que no se cansa de luchar

Carlos Vásquez Órdenes
Por : Carlos Vásquez Órdenes Magister en Educación (Universidad de Chile). Ex Dirigente Nacional Colegio de Profesores
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El viernes 29 de septiembre pasado, en El Palacio de La Moneda, la Presidenta Bachelet en presencia de autoridades del trabajo y dirigentes sindicales distinguió a la profesora Diva Sobarzo con el premio Manuel Bustos Huerta por su incansable, comprometida y unitaria lucha sindical, trabajando por el fortalecimiento del gremio docente como de la Central Unitaria de Trabajadores (CUT). También se reconoció su aporte al levantamiento de la organización sindical desde el Comando Nacional de Trabajadores y la Asociación Gremial de Educadores de Chile (AGECH) hasta la democratización del Colegio de Profesores de Chile.

Diva como Docente y Directora de escuela demostró una gran capacidad organizativa ejercitando permanentemente el diálogo como instrumento pedagógico, centrando su accionar educativo en los niños y niñas, pero respaldando y confiando siempre en la impronta educativa de los profesores y profesoras. Su respetabilidad la adquirió justamente por poner en práctica tanto a nivel sindical como escolar el principio educativo pedagógico: saber convivir.

Su ejemplo como dirigente demócrata cristiana y a nivel sindical es de un acerado espíritu unitario que la llevó a vincularse con todos los sectores políticos, siempre en una posición crítica, de izquierda, sin complejos y con la palabra “compañero” a flor de labios, expresada de manera afectuosa y siempre en   la búsqueda de un destino común y ajena siempre a un camino propio que excluyera a socialistas y comunistas, con los cuales puede discrepar de sus prácticas pero sin los cuales presiente que el movimiento social y sindical puede ser nuevamente derrotado.

[cita tipo=»destaque»]Diva Sobarzo fue una de las pocas detractoras de Jaime Ravinet, era de público conocimiento que no confiaba en su proceder político, algo en él no motivaba su aceptación como autoridad política. Eran los tiempos en que el ex Alcalde de Santiago se empinaba como un presidenciable de la Concertación y la mayoría se prosternaba ante su poder y muy pocos se atrevían a oponérsele.[/cita]

Alberto Galleguillos en su libro “Memorias de un profesor exonerado” destaca la religiosidad de Diva y el compromiso con que vive su fe. En efecto, cuenta que después de una larga jornada gremial, con intensas reuniones preparando un paro y habiendo pasado a un restaurant a celebrar y realizar los comentarios de rigor, se les hizo muy tarde y Diva recordó que era jueves de Pompeya y tenía un deber sagrado que cumplir. Se pusieron de pie todos los dirigentes que la acompañaban y emprendieron rauda marcha hacia la Iglesia de la Virgen de Pompeya donde una corte de descreídos la secundaban solemnemente en el cumplimiento de su ritual. Acto seguido continuaron festejando con más devoción que nunca.

Ahí uno se explica de dónde una mujer octogenaria con tan intensa actividad social, sindical y política saca fuerzas para enfrentar tanto compromiso a través de tantos años.  Siempre preocupada por favorecer a los demás, a resolver sus problemas, a proponer proyectos de mejoramiento laboral y profesional, aunque ello signifique diferir con sus camaradas o tener que actuar con rudeza ante cualquier autoridad. Nunca fue obsecuente ni aduladora de quienes detentan el poder.

Diva Sobarzo fue una de las pocas detractoras de Jaime Ravinet, era de público conocimiento que no confiaba en su proceder político, algo en él no motivaba su aceptación como autoridad política. Eran los tiempos en que el ex Alcalde de Santiago se empinaba como un presidenciable de la Concertación y la mayoría se prosternaba ante su poder y muy pocos se atrevían a oponérsele. La dirigente vio tempranamente que no coincidirían nunca políticamente, no se doblegó y el tiempo le ha dado absolutamente la razón. Lo admirable es que todo ese proceso lo vivía sin rencores, con tranquilidad, muy apegada a sus convicciones y escuchando atentamente las ideas de los demás.

Es altamente significativo que sepamos reconocer como sociedad las virtudes de muchos hombres y mujeres que se dedican al quehacer sindical y lo hacen toda una vida.  Que sepamos identificar en cada uno de ellos la figura de Manuel Bustos que tanto aportó para el advenimiento de la democracia y la reconstrucción del movimiento sindical, dejando un conjunto de tareas a los actuales líderes en los ámbitos previsional, del empleo decente y de capacitación en las nuevas tecnologías, junto al ejercicio pleno de los derechos sociales.

Un saludo fraterno a nuestra compañera Diva Sobarzo, por su incansable lucha, por su ejemplo de honestidad y espíritu de servicio, pero sobre todo por “aceptar al otro como legítimo otro en la convivencia” (H: Maturana), por saber vivir con los diversos y no sentir jamás la necesidad de excluir a otros para que su proyecto prospere.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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