Publicidad

Davor Harasic o del valor de las promesas

Por: Raquel González Fuenzalida


Señor Director:

El actual decano de la facultad de Derecho de la universidad de Chile, Davor Harasic, prometió durante su periodo de campaña a su electorado que, de ser electo decano, cesaría en su ejercicio privado de la profesión, manteniendo dedicación exclusiva a su rol de Decano.

Y así fue en un comienzo. Harasic dejó de representar a los ex controladores del grupo Penta, y comenzó su mandato.
Sin embargo, el lunes pasado, el decano sostuvo un alegato de 120 minutos frente a la Corte Suprema (C.S. 98.747-2016), representando a la minera británica Anglo American; lo cual, sumado a que no ha cesado su actividad en su estudio jurídico Harasic, Medina, Dal Pozzo y López, implica que el decano Harasic ha incumplido su promesa.

Ante esto, él explica que “transcurridos los dos primeros años y consolidado el equipo directivo, me di cuenta de que no había incompatibilidad en ser decano y ejercer”.

Pero incluso si fuese cierto que esta incompatibilidad no es tal, ¿Qué sucede con quienes votaron por él pensado que cumpliría su promesa? ¿Qué sucede con las expectativas que engendró en sus colegas?

Esta situación esconde algo más profundo que merece reflexión: ¿Pueden las promesas simplemente romperse cuando éstas dejan de ser convenientes para quien promete? Y de ser así ¿Cuál es hoy, entonces, el valor de las promesas?

Al incumplir, Harasic demuestra dos cosas. La primera, es que para él la conveniencia y el propio interés vale más que defraudar la confianza de los colegas que lo eligieron. Y segundo, que el decano es una persona que en cualquier momento podría incumplir sus compromisos: basta con encontrar un pretexto de conveniencia suficiente.
O dicho de otro modo más severo: el decano Harasic, quizás simplemente no es confiable.

Raquel González Fuenzalida, estudiante de derecho

Publicidad

Tendencias