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Los nuevos tres tercios de la política chilena en escenario contrapoderes

Rolando Garrido Quiroz
Por : Rolando Garrido Quiroz Presidente Ejecutivo de Instituto Incides. Innovación Colaborativa & Diálogo Estratégico
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En otra modalidad, con otra tonalidad y nuevas claves sociopolíticas y bioculturales se recomponen los tres tercios clásicos de la política chilena. La derecha siempre derecha, el nuevo centro político es Fuerza de Mayoría y la nueva izquierda es el Frente Amplio. Tres tercios espaciales llenos de paradojas, dinámicas y complejidades, entre otras, desaparece la DC como el antiguo centro político y se reconfigura ese espacio con radicales, socialdemócratas y comunistas. Por tanto, esta nueva etapa será: el Gobierno propone, el Parlamento dispone y los medios de comunicación, fiscales, contralores y jueces aquellos que se interponen.

La derecha del siglo 21, en sus vertientes conservadoras, neo/liberales y social entiende que, sin perder la esencia de su carácter existencial histórico en relación a la representatividad de su poder político al servicio del poder económico, es capaz de conglomerarse. Por sobre los límites proteccionistas de la democracia, el Estado y la sociedad,  y de la expansión concentradora de la riqueza en clave neo/liberal sin regulaciones. En esa doble condición, se reconstituye como espacio de tercio relativo en la política nacional.

El espacio del centro político desde los tiempos de la Alianza Democrática, pasando por la Concertación y la Nueva Mayoría, dejó entrar y salir a partidos que antaño asumían como propios e identitarios el centro, la centroizquierda y la izquierda. La novedad es que el sol de la DC se fue apagando hasta porcentajes que la tornan prescindible, incluida su paradojal autoexclusión. Por su parte, radicales, socialdemócratas y comunistas (PR-PPD-PS-PC), en el último gobierno de Bachelet, entendieron y se conglomeraron en la idea articuladora de la gobernabilidad y la gradualidad de los cambios, que antaño se alimentaban de poética, estética y ética revolucionaria. La paradoja es que con el afán de no volver a la política de los tres tercios ideológicos traumáticos pre dictadura, terminaron confluyendo en el nuevo espacio o tercio de centro y centralidad/estabilidad.

Al cambiar y correrse los ejes anteriores de identidad política clásica con el golpe de Estado, la dictadura y una sinuosa transición a la democracia, el espacio vacante que dejó la otrora izquierda democrática y revolucionaria, hizo que el ethos del volcán histórico durmiente entrara en erupción y con el tiempo se transformara en una nueva isla en el archipiélago político chileno con tres islas de similar tamaño, aunque de distintas edades. El Frente Amplio no solo cobija a gente joven post dictadura y transicional, sino que también a antiguos militantes que, con el movimiento tectónico de ejes, no se quedaron quietos con las nuevas coordenadas, sino navegaron hacia el oeste político donde antes estaba ubicada su isla volcán. En cambio, los más jóvenes simplemente se adueñaron del espacio isla deshabitada y la hicieron suya, “Señor de las moscas” de por medio, en su primera etapa organizacional.

[cita tipo=»destaque»]Así como comunistas y socialistas que jamás reconocerían hoy su nueva condición espacial en el centro político, misma dificultad identitaria para varios frenteamplistas que se profesan más allá de las izquierdas y los tercios clásicos.[/cita]

Lo singular es que, en el espacio tercio relativo de la derecha, hay actores del conglomerado que no se asumen genéticamente puros de derecha, sino que reconocen su condición de quiltros callejeros, que vagabundean en otras calles y callejones culturales y sociales. Así como comunistas y socialistas que jamás reconocerían hoy su nueva condición espacial en el centro político, misma dificultad identitaria para varios frenteamplistas que se profesan más allá de las izquierdas y los tercios clásicos. Por ello, este cambio tectónico de ejes identitarios hay que entenderlo desde otra modalidad y tonalidad, así como también desde nuevas claves sociopolíticas y bioculturales. El 19-N será reconocido como la marca del nuevo mapa geofísico y político.

Lo interesante es que, junto a este fenómeno tectónico de la política post 19-N, se suma la relación entre los poderes formales del Estado y extra Estado. Estos no son fenómenos nuevos, sino cambios culturales importantes como el ejercicio de nueva ciudadanía, democratización del acceso a la información, transparencia, redes, etc. Nuevas expresiones de accountability o rendición de cuentas sobre las leyes vigentes, legitimidad y éticas en proceso de construcción.

Dicho lo anterior, la política de los contrapoderes cobrará mayor fuerza con un Gobierno de turno que intentará proponer, un Parlamento con pequeños dioses que van a disponer y unos jueces, fiscales, contralores, medios de comunicación y abogados del diablo que se van a “interponer” al ejercicio del poder político. Por ahí va la micro… y la macro para futuras negociaciones, acuerdos y diálogo sostenido. El equilibrio es el óptimo, el óptimo no es el máximo, el óptimo es el equilibrio.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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