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Chile sin Carbón: ¿cómo avanzamos?

Paola Vasconi Reca
Por : Paola Vasconi Reca Coordinadora de Asuntos Políticos de Adapt-Chile. Ex coordinadora del Programa de Medio Ambiente de la Fundación Terram.
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Días atrás finalizó en Bonn, Alemania, la vigésimo tercera Conferencia de las Partes de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP23). Durante las negociaciones los países trabajaron en lo que se ha denominado “directrices para la implementación del Acuerdo de París” a objeto de evitar que el aumento de la temperatura media del planeta no sobrepase los 1.5°C hacia fines de siglo.

Dar cuenta de este objetivo requiere de acciones más robustas y ambiciosas en materia de mitigación y adaptación por parte de los países, a través de las llamadas contribuciones nacionales (NDCs por sus siglas en inglés), señaló el programa ONU-Ambiente en la octava edición de su informe sobre la disparidad de emisiones, publicado en la antesala de la COP23. Ello, pues si se considera la plena implementación de las actuales NDCs es muy probable que el planeta se encamine a un aumento de temperatura de, al menos, 3°C para el año 2100, lo que da cuenta de lo insuficiente que resultan las acciones comprometidas por las naciones y la necesidad de revisión de sus acciones climáticas con miras al 2020, año de entrada en vigor del Acuerdo de París.

[cita tipo=»destaque»]Hoy no existe impedimento para que Chile se sume a esta nueva Alianza de países, pues la capacidad instalada duplica las necesidades/demanda eléctrica del país. Hoy, Chile tiene la posibilidad de planificar la salida del carbón de su matriz eléctrica. [/cita]

Requiere, además, un avance decidido hacia la eliminación de los combustibles fósiles de nuestras sociedades y economías. En este camino se abre una gran oportunidad con el llamado realizado por una veintena de países y gobiernos subnacionales que, hacia el cierre de la COP23, ha dado a conocer una nueva Alianza, “Powering Past Coal Alliance”, decidida a eliminar el carbón de sus matrices eléctricas hacia fines del 2030. Liderada por Canadá y el Reino Unido, esta alianza pide a sus países miembros, y a los que se sumen de aquí en adelante, que establezcan un calendario para el cierre de sus termoeléctricas a carbón, el combustible fósil que más contribuye al cambio climático e impacta significativamente la salud de la población provocando la muerte prematura de millones de personas anualmente en todo el mundo.

De América Latina, hasta ahora, solo tres países se han sumado a esta nueva Alianza: México, Costa Rica y El Salvador. Chile, en cambio, según trascendió, a último momento decidió restarse. Sin duda, una decisión lamentable, pues un país que se ha mostrado líder a nivel de la región y el mundo en materia de cambio climático y en crecimiento y penetración de las llamadas energías renovables no convencionales dentro de su matriz eléctrica, debiese también comenzar a planificar su salida del carbón. Esto considerando que, según cifras oficiales, en el 2016, el parque termoeléctrico a carbón en Chile, compuesto por 29 centrales, produjo el 44% de la generación bruta total del país. Considerando, además, que su concentración, en sólo 5 comunas del país, está generando un grave daño en la salud de la población, los ecosistemas y afectando economías locales en las llamadas zonas de sacrificio.

Hoy no existe impedimento para que Chile se sume a esta nueva Alianza de países, pues la capacidad instalada duplica las necesidades/demanda eléctrica del país. Hoy, Chile tiene la posibilidad de planificar la salida del carbón de su matriz eléctrica.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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