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Construyendo puentes, abriendo fronteras

Jacqueline Sepúlveda
Por : Jacqueline Sepúlveda Profesora Titular Universidad de Concepción.
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En el mundo globalizado en que vivimos, es creciente la vinculación o interrelación que se da entre la academia, las instituciones públicas, las empresas, la comunidad y el medio ambiente, lo que es conocido como “quíntuple hélice”.

En Chile, en particular, es mucho más visible la relación entre universidades y Estado, lo cual se manifiesta de diversas formas y bajo distintos instrumentos. Podríamos decir que existe una historia de relaciones entre ambos, que varía o cambia de énfasis, según los momentos y circunstancias, pero que está ahí, privilegiando acciones y medidas concretas.  Muchos instrumentos han sido puestos al servicio de las universidades, para el desarrollo de investigaciones, creación de capacidades físicas y humanas, formación de capital humano, becas de postgrado, etc.

Sin embargo, cuando revisamos la relación entre academia y empresas en nuestro país, vemos que el desarrollo de esta última, es mucho más modesto en comparación con la que se registra con el Estado, siendo en países desarrollados todo lo contrario.

En esos países, las empresas participan activamente en la ejecución y financiamiento de actividades específicas y promueven la materialización de programas de largo plazo. Entre estos cabe destacar iniciativas para la formación de profesionales a través de pasantías o prácticas, estadías de corta duración en las empresas, otorgamiento de becas para estudiantes de pre y postgrado, etc.

Estas acciones generan un flujo de personas que es altamente enriquecedor para ellas mismas, pero también lo es para las instituciones y empresas que participan de esta relación bilateral. De esta forma, no sólo es deseable que se dé esta comunión de intereses, sino que, en la actualidad es una necesidad que se requiere cultivar, materializar y acrecentar.

[cita tipo=»destaque»]Para las universidades, cuya misión es formar profesionales, crear conocimiento a través de la investigación y formular respuestas a los grandes problemas de la sociedad, resulta fundamental y estratégico perseverar en el cultivo de relaciones de largo plazo con la industria. [/cita]

Cualquiera sea el currículo que se aplique, la presencia de alumnos en la industria, en su calidad de tales, genera beneficios para todos que, con los debidos resguardos, debiera promoverse. Por ello, nos parece muy acertado y conveniente, que las empresas puedan definir y poner en práctica, programas para apoyar los estudios de alumnos de educación superior que cursan programas de pre y postgrado.

Nos parece destacable el compromiso social de esas empresas y su necesidad de crear valor compartido, que se traduce en acciones específicas concretas, que facilitan la movilidad social, y que van en ayuda directa de los beneficiarios.

Para las universidades, cuya misión es formar profesionales, crear conocimiento a través de la investigación y formular respuestas a los grandes problemas de la sociedad, resulta fundamental y estratégico perseverar en el cultivo de relaciones de largo plazo con la industria.

La búsqueda de la verdad y el involucramiento con lo real exige una intensa convivencia con el mundo exterior. Si esta construcción de puentes se inicia, a través de la implementación de programas de apoyo que beneficien a los estudiantes en su formación, resulta doblemente meritorio, y merece todo nuestro reconocimiento y el de la comunidad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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