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La libertad tiene su precio: llamado a suscribirse Opinión

La libertad tiene su precio: llamado a suscribirse

Sergio Micco
Por : Sergio Micco Abogado y Director del INDH. Doctor en Filosofía de la U. de Chile,
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La democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. La democracia no es el gobierno oligárquico del dinero ni el gobierno tiránico de la fuerza. La democracia es el gobierno de la palabra del pueblo hecha opinión pública. Y la opinión democrática debe ser informada, crítica y autónoma. Para ello, requiere basarse en fuentes de información pluralistas, fidedignas y confiables.


Cada vez más la libertad política, supuestamente ocupando un lugar insigne en nuestra tabla de valores, no aparece en el listado de precios cotidianos. Esa lista de precios infame que pagamos por casi cualquier cosa que nos vende un mercado atosigado de baratijas, debidamente publicitadas. La libertad no aparece en ese inventario, puesto que no estamos dispuestos a pagar “un peso” por ella.

Hemos olvidado que la libertad política que gozamos hoy nos ha tomado miles de años de ardua conquista. Los profetas de la justicia social del Antiguo Testamento fueron apedreados, torturados, aserruchados, muertos a espada, faltos de todo, oprimidos y maltratados. A Espartaco lo crucificaron junto con miles de esclavos por reclamar su libertad.  Y no les fue mejor a los campesinos medievales que, dirigidos por Thomas Müntzer, se levantaron contra la opresión de los príncipes alemanes feudales. Y entre 1776 y 1826, los campos de batalla en América del Norte, Europa y América Latina quedaron literalmente regados de sangre, hierro y metralla.

La democracia es el gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. La democracia no es el gobierno oligárquico del dinero ni el gobierno tiránico de la fuerza. La democracia es el gobierno de la palabra del pueblo hecha opinión pública. Y la opinión democrática debe ser informada, crítica y autónoma. Para ello, requiere basarse en fuentes de información pluralistas, fidedignas y confiables.

Pero estas verdades se nos han olvidado. Más bien, casi las matamos. Muchos liberales creen que la mejor política comunicacional es no tener política comunicacional. Ellos afirman que un buen medio de comunicación tendría audiencia, la que financiaría al medio de calidad que habría devenido exitoso. La concentración de los medios de comunicación, por otro lado, en manos de poquísimos grupos económicos, no afectaría la libertad de expresión. Ello, pues un pueblo crítico castigaría implacablemente al tendencioso, no “consumiendo” ese medio. Que la prensa escrita, las radios y las redes sociales harían imposible la manipulación de las noticias.

Sin embargo, la realidad nos ha demostrado lo contrario a lo que afirmaron los optimistas amantes del mercado desregulado. Malos los resultados, malo el método y peor la política.

[cita tipo=»destaque»]Hoy día El Mostrador, medio independiente por antonomasia, está pidiendo a parte de sus lectores –los que “consumen” su información sobre economía y negocios– que se suscriban para que así contribuyan al financiamiento del medio.  Es necesario valorar lo que con gran esfuerzo ha construido y su aporte a la hora de garantizar el pluralismo y necesaria crítica en la esfera pública. Esté uno de acuerdo o no con sus líneas editoriales o la forma en que se tratan determinadas noticias, lo honesto es reconocer este logro. Sin embargo, volviendo al principio de esta columna, la contribución realizada por El Mostrador tiene un precio; la libertad política es valorable, apreciable e indispensable para la buena vida de la multitud.[/cita]

Hoy día El Mostrador, medio independiente por antonomasia, está pidiendo a parte de sus lectores –los que “consumen” su información sobre economía y negocios– que se suscriban para que así contribuyan al financiamiento del medio.  Es necesario valorar lo que con gran esfuerzo ha construido y su aporte a la hora de garantizar el pluralismo y necesaria crítica en la esfera pública. Esté uno de acuerdo o no con sus líneas editoriales o la forma en que se tratan determinadas noticias, lo honesto es reconocer este logro. Sin embargo, volviendo al principio de esta columna, la contribución realizada por El Mostrador tiene un precio; la libertad política es valorable, apreciable e indispensable para la buena vida de la multitud.

Esta afirmación no es una pura abstracción, debe materializarse en obras. Derechamente, no nos haremos más pobres si pagamos la suscripción mensual de 10 mil pesos que nos pide este medio de comunicación, tábano que no deja de poner en guardia a una sociedad que, hay veces, preferiría seguir durmiendo. No nos haremos más pobres en recursos, pero sí mucho más ricos en coherencia, autenticidad y libertad.

Suscribámonos por amor a la libertad de expresión.

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  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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