Publicidad

Regiones extremas: el baile de los que sobran

Por: Juan Luis Oyarzo


Señor Director:

La Prueba de Selección Universitaria (PSU) evidencia una realidad que durante décadas ha sido discutida por diferentes actores del área educacional. Esta discusión se relaciona con la brecha que existe entre los colegios municipales y los colegios particulares. Es una especie de “segregación social” que se encuentra inserta en nuestra sociedad y que se ha ido normalizando e incrementando en el transcurso del tiempo.

En nuestra Región de Magallanes el total de inscritos para dar la PSU es de 2.517 personas, de los cuales 1.828 (73%) corresponden a la promoción 2017 y 689 (27%) a promociones anteriores.

Del total de inscritos, 1.267 (50%) no alcanzó los 475 puntos, dejando a nuestra región con un promedio total de 489,2 puntos. Esto nos deja 28,34 puntos abajo que la Región Metropolitana y en una preocupante posición en comparación al resto de las regiones que promediaron 498,59 puntos, es decir, 10 puntos por sobre Magallanes.

A nivel nacional se registraron 151 puntajes nacionales en donde 116 (76%) estudiantes provienen de colegios particulares. Para nuestra región las cifras son más ingratas ya que sólo surge un puntaje nacional que llega a representar un 0,7% del total nacional.

En su mayoría los puntajes regionales vienen de colegios particulares los cuales se encuentran muy distanciados de los colegios municipales. El promedio de los colegios particulares a nivel regional llegó a 591,7 puntos, mientras que los colegios municipales promediaron los 460,1 puntos a nivel regional, es decir, 131,6 puntos de diferencia.

Otro antecedente importante es que de los 100 colegios con mejores resultados a nivel nacional sólo uno es de nuestra región y es privado. Si revisamos el ranking a nivel regional, de los 10 colegios con mejores promedios en la PSU, sólo uno es estatal.
Esto es “segregación social”, ya que la mensualidad de aquellos colegios privados sobrepasa por lo bajo los $200.000 pesos mensuales, sin considerar las matriculas o actividades extraordinarias que puedan surgir. Es decir, una familia que posee suficientes ingresos económicos puede proporcionar mayores oportunidades futuras en materias académicas y de bienestar a sus hijos, generando con ello una posibilidad superior a cualquier otro estudiante del sistema público.

La convivencia en educación entre lo público y lo privado no es la discusión, ya que el éxito de cualquier sistema social y económico requiere de ambos actores. La discusión se centra en la incapacidad que hemos tenido como Estado para alcanzar mejores resultados en materia educacional y lograr con ello modelos educativos que permitan proveer de oportunidades a alumnos destacados que no poseen los recursos necesarios.

Es así, como los resultados de la PSU dejan un sabor amargo ya que si bien tenemos un colegio privado que se ha posicionado a nivel nacional, nuestras políticas públicas no han dado el ancho para que nuestras escuelas públicas logren avanzar en materias de resultados y eso se agrava en regiones extremas como la nuestra.
Por lo pronto seguiremos escuchando en los pasillos de nuestras Universidades aquel himno de Los Prisioneros que tiene más de 30 años:
“…Nos dijeron cuando chicos, jueguen a estudiar…”

Juan Luis Oyarzo

Publicidad

Tendencias