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Sueldo mínimo 2018: pobreza y endeudamiento en convivencia

Gonzalo Valenzuela
Por : Gonzalo Valenzuela Magíster Gerencia y Políticas Públicas. Integrante del Partido Progresista.
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Este 1 de enero 2018 comenzó a regir el reajuste a la remuneración del ingreso mínimo para los trabajadores el cual subió sólo un 2.2% de $270.000 a $276.000 bruto (esto quiere decir que si le descontamos las imposiciones legales se obtiene un ingreso líquido de $220.000). Es así como nos hemos transformado en uno de los países con mayor desigualdad a la hora de hablar de distribución del ingreso; los últimos informes OCDE demuestran que compartimos los postrimeros lugares junto con México y Turquía, por lo que sigue siendo una realidad que el 10% más rico gana 26,5 más que el 10% más pobre.

Por otro lado, de acuerdo a la última encuesta suplementaria de ingresos del INE el 50% de los trabajadores en Chile percibe ingresos menores o iguales a $350.000, siendo la región de La Araucanía la que concentra los sueldos más bajos en directa línea con la realidad de ser la región con mayor pobreza y extrema pobreza del país.

Dos años atrás (2016) y por este mismo medio mencionaba que entender, vivir o siquiera percibir la desigualdad nos emplaza en corresponsables de una construcción social que debe ser cambiada por el derecho de vivir en paz y en dignidad, tanto por las futuras generaciones como por quienes hoy viven y vivirán de sus jubilaciones.

[cita tipo=»destaque»]Sin duda Chile debe avanzar hacia una economía más justa, fuerte y limpia. Ese reto debe ser constante, honesto a la ciudadanía y con cambios esenciales en salud, educación y la creación de más y mejor empleo con sueldos dignos que permita hacer de Chile un país desarrollado.[/cita]

Hoy, para un hogar promedio de cuatro personas Chile, a través del Ministerio de Desarrollo Social, fija una línea de pobreza de $417.348 pero el sueldo mínimo líquido alcanza a cubrir sólo cerca del 50%, hablamos de $220.000 algo que atenta contra la dignidad de las personas y los múltiplos factores a la hora de tener una buena salud mental, bajar el endeudamiento en la clase trabajadora, fortalecer la democracia social y económica, disminuir los índices de depresión en las personas, etc.

Sin duda Chile debe avanzar hacia una economía más justa, fuerte y limpia. Ese reto debe ser constante, honesto a la ciudadanía y con cambios esenciales en salud, educación y la creación de más y mejor empleo con sueldos dignos que permita hacer de Chile un país desarrollado.

Se espera también que las autoridades sean capaces no sólo de conocer, sino entender la realidad de los chilenos que siguen siendo pobres aún con un trabajo, de las familias que hay detrás de las y los trabajadores de esfuerzo, de las dueñas de casa con y sin sueldo o de los jubilados que en pleno siglo XXI perciben pensiones inferiores a un sueldo mínimo.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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