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Ley de Identidad de Género: la estafa tras el proyecto


Nos encontramos en el final de un período presidencial marcado por la Nueva Mayoría, la cual intenta apresurar y aprobar toda la cantidad de proyectos de ley posible, entre esos, uno tan esperado por una minoría de Chile, la Ley de Identidad de Género que permite a la persona cambiar legalmente de nombre para que coincida con el género que se identifica.

A continuación, resaltaré seis puntos clave de la Ley que dejan clara su inviabilidad en la práctica:

  1. El artículo 3, del proyecto de ley solo permite cambiar de identidad de género una sola vez, lo cual no debería ser una limitación si se tuvieran los pasos adecuados.
  2. En el artículo 4, inciso tercero, se establece que el tribunal no puede exigir pruebas o medios farmacológicos, psicológicos, psiquiátricos o tratamientos quirúrgicos. Si consideramos que esta es una decisión de por vida, debe exigirse cierta rigurosidad, pedir exámenes psiquiátricos y psicológicos son una orientación tanto para el funcionario como para la misma persona, lo cual es vital para su transición jurídica y personal. Incluso, las ONG de Diversidad Sexual podrían brindar estos servicios médicos de orientación de manera gratuita y contribuir al Estado.
  3. En el artículo 5 le dan a un juez de familia la responsabilidad para gestionar el cambio de género, lo cual lo convierte en un proceso judicial ¿Qué conocimiento tiene un juez de familia para realizar una petición de esta naturaleza? Mezclando temas que en la praxis y el derecho son totalmente diferentes. Lo ideal sería tener un procedimiento administrativo con un funcionario del registro civil, preferiblemente psicólogo y capacitado para analizar, orientar y acompañar a la persona que desea cambiar su identidad de género.
  4. Al ser un procedimiento administrativo se elimina al juez y reemplaza por psicólogo experto en personas.
  5. Al ser un procedimiento administrativo se elimina la posibilidad de que te presenten oposición en un juicio por algo que es totalmente personal, y no contractual.
  6. Por último, pero no menos importante, con gran preocupación vemos cómo avanzan leyes disfrazadas de ¨diversidad¨ pero que al final solo buscan generar corrección política. Las palabras no pueden ser censuradas con violencia estatal para favorecer grupos sobre otros. En esta Ley, se reafirma esta condición de censura a la persona que, por ignorancia, desconocimiento o simplemente desinterés pueda opinar algo distinto a lo que se establece como ¨bueno¨.

[cita tipo=»destaque»]Esta Ley más que representar un avance, representa un retroceso, donde se busca infantilizar la justicia, se menosprecia, censura y persigue al que opina distinto, pero aún más grave, se juega con la necesidad de un grupo de ciudadanos que necesitan una solución real y viable a su problema jurídico con la identidad de género.[/cita]

Se puede plantear una sencilla solución práctica y viable, al eliminar un sinfín de pasos inútiles, responsabilidades irresponsables y una mayor burocratización de un procedimiento que puede realizarse de una forma sencilla y oportuna, teniendo una visión global de la persona y su problema.

Esta Ley más que representar un avance, representa un retroceso, donde se busca infantilizar la justicia, se menosprecia, censura y persigue al que opina distinto, pero aún más grave, se juega con la necesidad de un grupo de ciudadanos que necesitan una solución real y viable a su problema jurídico con la identidad de género.

¿De qué sirve una ley que busca crear mayor irresponsabilidad y crear odio entre grupos diversos? ¿De qué sirve una Ley si dentro de pocos años deberán cambiarla de nuevo porque es incapaz de cumplir su fin, porque no tiene un fin tangible? Tenemos políticos para que nos hagan la vida más fácil y sencilla, no para que compliquen aún más los problemas que tenemos los ciudadanos.

En vez de apuntar al éxito legislativo, creando instituciones perdurables, confiables y funcionales, pareciera que los políticos solo apuntan a la mediocridad, que incluso queda representada en el legado cultural de los diputados al país, queda plasmado en la Ley.

Es por todo lo anterior, que afirmo que la ley de identidad de género no es más que otra estafa, otro engaño por parte de la izquierda populista que, en su afán de conseguir votos en cualquier nicho electoral, son capaces de prometer el cielo en la tierra, y peor aún, de realizar este tipo de leyes, las cuales solo nos perjudican a nosotros los ciudadanos. Al final vemos como ese cielo prometido, termina convirtiéndose en el mismo infierno, profundizando los problemas reales en vez de solucionarlos, y trayendo más rencor y odio entre los mismos chilenos.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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