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Economía de la deuda

Juan Luis Oyarzo Gálvez
Por : Juan Luis Oyarzo Gálvez PhD© Economía y Empresa UCLM Master Economía UCLM Magister Gestión Estratégica Universidad Castilla La Mancha – España
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A finales del 2013 el INJUV muestra que cerca del 50% de los jóvenes entre 18 y 29 años ya poseen deudas importantes. 43% crédito universitarios, 39% tarjetas de crédito, 30% créditos de consumo, 11% líneas de crédito, 10% avances de dinero, 3% créditos hipotecarios, 2% créditos automotrices, entre otros. El 2014 el Informe de la OCDE Society at a Glance señalo un hecho alarmante para los países miembros del conglomerado (donde Chile también participa). El informe indica que casi el 30% de las personas entrevistadas declaran que los ingresos no les alcanzan para comprar comida. Según la Encuesta Financiera de Hogares 2014 se tiene que aproximadamente el 73% de los ingresos de los hogares están comprometidos en deuda y en donde el crecimiento porcentual en valores absolutos del consumo ha sido incluso más alto que el crecimiento del PIB y de la inversión en nuestro país. En el otro extremo se encuentran los mayores de 70 años en donde 153.077 personas figuran ya como deudores morosos (más que la población de Punta Arenas). Esto se explica por el hecho que 9 de cada 10 jubilados poseen pensiones menores a $154.000 pesos.

Estos hechos no deben asombrar ya que el sistema financiero de Chile ha garantizado el acceso a deuda como forma de bienestar social, en donde la relación ingreso / gasto es de 1,1 a nivel regional, es decir el ingreso no cubre el nivel de deuda existente, pasando de la economía de bienestar a la economía de la deuda.

Un escenario de estas características nos podría llevar a pensar que el principal problema se relaciona con los niveles de empleo que existen en nuestra nación, no obstante en este aspecto las cifras son estrictas. Entre el 2010 y el 2015 existió un promedio anual de crecimiento en el empleo del 3,6% con tasas de desempleo a su vez bastante bajas. En Magallanes la tasa de desocupación para el año 2015 llega a sólo 3,6% y la nacional a 5,8%; tasas que ni siquiera sobrepasan los estándares mínimos económicos para ser considerada como desempleo. Es de esta forma que el empleo como indicador económico no es el problema de la deuda, sin embargo la calidad de los empleos si tiene mucho ver con la situación analizada.

[cita tipo=»destaque»]El Modelo implantado en Chile se sostiene en salarios bajos, generando un escenario ideal para el endeudamiento y para la dinamización económica en el corto plazo. En los últimos 6 años se han creado más de un millón de empleos, no obstante más del 60% se encuentran a un paso de categorizarse en un empleo precario[/cita]

En la actualidad el trabajo en Chile se ha subvalorado y encuestas como ENCLA dan luces de ello. La encuesta muestra como prácticamente la mitad de los trabajadores perciben menos de $300.000, en donde se aprecian las características egoístas de la clase empleadora en el país. El Modelo implantado en Chile se sostiene en salarios bajos, generando un escenario ideal para el endeudamiento y para la dinamización económica en el corto plazo. En los últimos 6 años se han creado más de un millón de empleos, no obstante más del 60% se encuentran a un paso de categorizarse en un empleo precario. En estas materias la Reforma Laboral es vital ya que permite garantizar no sólo un empleo digno, sino que también puede entregar un fortalecimiento a la salud financiera de los trabajadores.

La deuda es un signo de esclavitud moderna, es una forma de adiestramiento y condicionamiento de la clase trabajadora que no permite que un ciudadano participe en los debates que llevan a mejorar nuestra sociedad. Para un trabajador hacer vida pública conlleva un costo de oportunidad demasiado alto, en especial si más allá de las deudas se añade el factor DICOM, que representa nada menos que al 30% de la población. La economía de la deuda se ha instaurado en chile y nada menos que para quedarse.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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