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Nuevo convenio de operación del Laja: Avance hacia el paradigma del Siglo XXI

José Luis Arumi
Por : José Luis Arumi Decano Facultad Ingeniería Agrícola e Investigador Principal CRHIAM Universidad de Concepción
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Hace algunas semanas se realizó la ceremonia de firma del nuevo convenio de operación del Lago Laja que remplaza al Convenio Riego-Endesa de 1958. Puede parecer una más de las tantas ceremonias y celebraciones que nos saturan a finales de cada año, pero en realidad constituyó un hito muy importante para la gestión del agua en Chile.

Durante la segunda mitad del Siglo XX, el principal problema que debió enfrentar nuestro país fue la superación de la pobreza. Por esa razón, el convenio Riego-Endesa de 1958 priorizaba los usos productivos del agua o sea la producción de energía y el riego. Con los años, todo cambió: la sociedad chilena se ha hecho más próspera y sus sensibilidades han evolucionado. Ya no se discute en las aulas universitarias cómo vamos a retornar a la democracia o cómo vamos a salir de la deuda externa. Hoy nos preocupamos de temas como la protección del medio ambiente y generar una sociedad más equitativa y próspera. Por otro lado, desde 1958 a la fecha las precipitaciones se han reducido en más de un 10% y eso significa que un 10% menos de agua entra al lago.

Las actividades humanas también cambiaron mucho desde 1958. La agricultura se modernizó y hoy hace un uso intensivo de la tierra y el agua, orientada hacia mercados cada vez más exigentes en cuanto a calidad e inocuidad alimentaria. Ésta es la principal actividad económica de la zona y depende de que exista agua para riego durante los meses de verano.

[cita tipo=»destaque»]Todos los cambios climáticos, productivos y sociales anteriormente descritos se combinaron con la mega sequía para afectar el lago Laja, que llegó a casi secarse, quedando menos del 10% de su capacidad de agua. Esto fue una situación dramática que llevó a la sociedad a movilizarse demandando un mejor manejo del lago. Afortunadamente la autoridad y los actores involucrados escucharon y se creó una mesa de trabajo.[/cita]

Por otro lado, el desarrollo del turismo ha sido vertiginoso, transformándose en una actividad económica cada vez más relevante para la región y, obviamente, está sujeta a que exista agua en los ríos o, en este caso, en el Salto del Laja.

Todos los cambios climáticos, productivos y sociales anteriormente descritos se combinaron con la mega sequía para afectar el lago Laja, que llegó a casi secarse, quedando menos del 10% de su capacidad de agua. Esto fue una situación dramática que llevó a la sociedad a movilizarse demandando un mejor manejo del lago. Afortunadamente la autoridad y los actores involucrados escucharon y se creó una mesa de trabajo.

Sé que han existido muchas mesas de trabajo, pero ésta funcionó. Tuve el privilegio de colaborar con un grupo dentro de esta iniciativa, con el que, durante más de tres años, nos dedicamos a desarrollar un nuevo modelo de operación del lago, basado en los siguientes principios: distribuir las aguas de acuerdo a los volúmenes almacenados en el lago; no diferenciar los derechos de agua entre regantes; asegurar la producción de energía; mantener un caudal mínimo de aporte para el Salto del Laja; y permitir la recuperación del Lago.

Fue un trabajo largo y difícil, pero se llegó a un acuerdo que posibilitó la firma del nuevo Convenio del 2017.

¿Por qué digo que esto es un hito importante? Simplemente porque se da un paso desde el paradigma del Siglo XX, orientado a la producción al Paradigma del Siglo XXI donde nos preocupamos de la producción, pero incluyendo al turismo y además protegiendo al ambiente y escuchando las demandas sociales.

Felicito a quienes hicieron posible este acuerdo, a las autoridades que iniciaron este proceso, a aquéllos que lo dirigieron y a quienes colaboraron con las mesas de trabajo. Gracias a todos por el esfuerzo, porque creo que hicimos un avance para un país mejor.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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