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PSU: Las brechas no cambiarán

Catalina Santa Cruz y Ricardo Rosas
Por : Catalina Santa Cruz y Ricardo Rosas Investigadores Centro de Justicia Educacional UC (CJE)
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En estas fechas, año a año, vemos que se repiten los mismos resultados de la PSU, coincidiendo con las mismas reacciones en el mundo político y académico. Los principales resultados que se repiten, son que la brecha por nivel socioeconómico no cede un milímetro, manteniéndose una diferencia de más menos 120 puntos entre el promedio de los colegios particulares pagados y el promedio de los municipales. Entre las principales reacciones, la acostumbrada y ya desgastada discusión acerca de las causas de estas brechas. Este año, una pequeña novedad: el anuncio del CRUCH que el sistema PSU sufrirá importantes modificaciones.

No conocemos cómo cambiará esta prueba, pero sí podemos anticipar lo que esta nueva prueba, y cualquiera que la reemplace, no modificará sustancialmente: Las brechas no se modificarán, de manera significativa, mientras la causa de ellas no sea abordada de manera sistemática. No existe ninguna prueba cognitiva estandarizada que no muestre exactamente las mismas brechas que muestra la PSU. Nos referimos al SIMCE, a las pruebas de inteligencia estandarizadas en nuestro país (pruebas Wechsler), a las pruebas internacionales tipo TIMMS o PISA, e incluso en las pruebas de desarrollo psicomotor infantil. Como mostramos con datos de todas estas pruebas en nuestro libro Dime en que colegio estudiaste y te diré qué CI tienes (Ediciones UC, 2013). Las brechas de la PSU son el reflejo de una sostenida y progresiva diferencia entre el sistema municipal y el particular pagado a lo largo de los doce años de educación formal.

[cita tipo=»destaque»]Proponemos que las modificaciones al sistema de admisión se enfoquen en lo que a nuestro juicio es su desafío más importante: qué medidas tomar para que el sistema no reproduzca las evidentes diferencias de resultados en la educación particular vs. municipal, entre las que pensamos debe haber un fuerte y claro reconocimiento que las condiciones de acceso no son equitativas[/cita]

Dichas brechas parten muy pequeñas en los primeros años de vida. En términos de puntajes comparables, no más de 30 puntos de PSU a los tres años de vida. Pero progresivamente, las diferencias en calidad y composición diferenciada de la educación formal entre los dos sistemas aumenta esta diferencia a los 120 ó 130 puntos al terminar la educación media. Cualquier prueba estandarizada que mida habilidades cognitivas (ya sea conocimiento o habilidades puras), mostrarán las mismas brechas. Porque todas las habilidades cognitivas dependen fuertemente de la educación recibida. La pregunta que es preciso hacerse entonces, es, ¿cuáles son las principales diferencias en calidad entre el sistema municipal y el particular pagado? ¿Cuánto explica verdaderamente el resultado, el monto invertido por alumno, que en el caso del sistema particular pagado es en promedio más del doble que el del municipal? ¿Existe conceptualmente alguna prueba que pueda no ser sensible a tan brutal diferencia de insumos para mostrar resultados menos diferentes?

Nosotros pensamos que no. Por ello, proponemos que las modificaciones al sistema de admisión se enfoquen en lo que a nuestro juicio es su desafío más importante: qué medidas tomar para que el sistema no reproduzca las evidentes diferencias de resultados en la educación particular vs. municipal, entre las que pensamos debe haber un fuerte y claro reconocimiento que las condiciones de acceso no son equitativas. En otras palabras, el sistema de admisión debe dar señales que reconoce que hay una inequidad de origen, que mientras no sea superada, no puede ser refrendada por una prueba estandarizada. Ni actual ni reformada.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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