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Los desafíos del Frente Amplio estudiantil

Felipe Godoy y Pablo Rivas
Por : Felipe Godoy y Pablo Rivas Presidente FEPUCV Mesa Ejecutiva CONFECH y Vicepresidente Universidad Bío Bío Chillán
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Es evidente que más de 10 años activos de movilización no pasan en vano. Tampoco haber tenido la responsabilidad de orientar y dirigir la lucha política estudiantil desde el 2011. Es por ello que, ante el inicio de una nueva etapa en el movimiento estudiantil, el Frente Amplio debe ser capaz de ofrecer un balance sobre lo que han sido sus 4 años de gestión, reconociendo lo positivo y negativo de este proceso, y así contribuir al desarrollo y futuro del movimiento social.

Dicho lo anterior, partamos por lo fundamental. Desde el 2011 las fuerzas que somos hoy parte del Frente Amplio disputamos y trabajamos conjuntamente para tratar de mantener activo un proceso de movilizaciones inéditos desde la dictadura militar, bajo la premisa de que detrás de la masividad del conflicto educativo, se encontraba un hondo malestar con el modelo y sus promesas, gestado durante décadas y que logró cristalizar durante el 2006 y sobre todo durante el año recién señalado.

Nuestra tarea así era de mantener y proyectar, frente a una contraofensiva del mercado que cada vez adquiría más fuerza y que buscaba cuestionar precisamente los elementos fundantes de nuestra crítica hacia el modelo educativo y del país. A pesar de todos los problemas posibles de identificar en lo que han sido estos años, por lo menos tres ejes parecen ser centrales a defender como un trazado propio de la política Frente Amplista en lo estudiantil y que debiésemos seguir proyectando, precisamente porque han sido eficaces y han contribuido al objetivo que nos dimos como conglomerado.

El primero, es la independencia política y la libertad de señalar sin miedo nuestros cuestionamientos a reformas que considerábamos que no hacían sino legitimar las bases de un sistema que produce y reproduce desigualdades. En segundo lugar, la capacidad de ir constituyendo un proyecto político y educativo propio, que incluye diferentes niveles del sistema educacional y que ha ido incorporando reflexiones que han surgido al alero de inmensas luchas sociales como la dimensión feminista de nuestra propuesta educativa. Lejos lo más denso en esta dirección fue el Sistema Nacional de Educación Pública, pero que hoy requiere nuevamente un esfuerzo de actualización y profundización. En tercer lugar, la importancia de la unidad. A pesar de las diferencias, los Frente Amplistas nos la hemos jugado por la unidad política al interior de nuestro propio sector y también al interior del movimiento estudiantil, lo que ha permitido, a pesar de las dificultades, la capacidad de seguir contando con un organismo estable de lucha como lo es la confederación de estudiantes de Chile (CONFECH).

Estos tres ejes son fundamentales y constituyen algo a defender y ampliar. Pero también tenemos el desafío de reconocer nuestras falencias, donde lo fundamental ha estado en el plano de la política, en tres dimensiones diferentes. La primera, la capacidad de disputa, de tener menos miedo a señalar con claridad en ciertos momentos que debíamos jugárnosla por tratar de hacer retroceder el mercado en la educación. La segunda, es que en las ganas de mantener nuestra representación, se aceptaron como legítimas por parte de algunas fuerzas del Frente Amplio ciertas prácticas burocráticas, las cuales dificultaron la capacidad de organización y de convocatoria hacia las y los estudiantes y que además fueron prácticas reproducidas transversalmente al interior de la confederación. La tercera, una incapacidad manifiesta de poder integrar nuevos intereses que han ido emergiendo con los años de las y los estudiantes. Todo ello se ha traducido en una menor participación, convocatoria y capacidad de hacer sentido a nuestros compañeras y compañeras de la importancia de la lucha estudiantil.

[cita tipo=»destaque»]A todas luces el movimiento estudiantil enfrenta un nuevo ciclo de la mano de nuevas generaciones con nuevos intereses, que no quieren discutir sólo sobre educación. Las dirigencias estudiantiles tenemos el desafío de no evitar discusiones que son profundamente politizantes para quienes no vivieron movilizaciones alta intensidad. Allí, la unidad política y la convergencia que hemos ido esbozando algunas fuerzas del Frente Amplio adquiere centralidad, pero fundado en los acuerdos de políticos de fondo sobre el futuro de la educación y del movimiento social.[/cita]

Ante esto, actualmente como Frente Amplio estudiantil y como CONFECH afrontamos recientemente una serie de encuentros que buscaban sintentizar las experiencias de nuestro movimiento los últimos años, así como delinear el camino que seguiremos ante el nuevo momento político que afrontaremos, con un nuevo gobierno de Piñera a la cabeza. Sobre este proceso, tenemos tres apreciaciones que fueron expuestas durante estos dos días y que seguiremos profundizando en las discusiones futuras. Una respecto a cómo fortalecer nuestros mecanismos de organización, la segunda sobre elementos políticos a considerar los próximos años y finalmente el cómo revitalizamos al movimiento estudiantil para que esté a la altura de los nuevos desafíos.

Sobre lo primero, consideramos que es urgente homologar y actualizar nuestra forma de funcionamiento a nivel nacional, tanto a nivel de plenarias como de los distintos zonales que constituyen la CONFECH y su mesa ejecutiva. Como criterios, se deben resguardar la democracia, participación y transparencia, junto con asumir una tarea de suma urgencia: definir cómo integrar a compañeros del sector técnico y Universidades privadas que no cuentan con federaciones, se puedan hacer parte de la CONFECH sin tener las mismas exigencias que las otras federaciones, pero garantizando mínimos democráticos.

En segundo lugar, al interior de la CONFECH se tiene que reconocer nuestra trayectoria y demandas históricas, procesando lo que significaron durante el gobierno de la Nueva Mayoría, identificando las nuevas oportunidades que tenemos ante un sistema político que superó el bipartidismo y repensando cuáles serán las demandas que nos guiarán como una oposición social a Piñera que sea legítima para la ciudadanía.

Hay elementos como el compromiso con la educación pública y avanzar en una educación no sexista, que tienen que ser parte de los principios de la CONFECH, evitando que destinamos año a año largas jornadas de discusión para puntos que constituyen son fundantes de nuestra política. Pero existen otras áreas en las que simplemente no podemos definir nuestra posición a priori de la contingencia política. Un ejemplo concreto sobre esto fue “el proyecto de las Universidades Estatales”, que dividió en buena medida las posiciones en la CONFECH, llevando a algunos a considerar que se debía rechazar en su totalidad, mientras otros reconocían avances particulares. Los actuales encuentros tienen que ser provechosos en el sentido de ir tratando de configurar ciertos términos comunes de evaluación para identificar los avances o retrocesos en materia educativa. A nuestro juicio tres son los criterios fundamentales, los mismos que ya hemos usado al interior de nuestra confederación: a) Fortalecimiento de la educación pública, b) La educación como derecho social garantizado, capaz de regular el sistema privado, terminar con el endeudamiento y hacer retroceder el modelo subsidiario en educación, c) Aumentar los niveles de democracia interna en la educación superior.

Finalmente, a todas luces el movimiento estudiantil enfrenta un nuevo ciclo de la mano de nuevas generaciones con nuevos intereses, que no quieren discutir sólo sobre educación. Las dirigencias estudiantiles tenemos el desafío de no evitar discusiones que son profundamente politizantes para quienes no vivieron movilizaciones alta intensidad. Allí, la unidad política y la convergencia que hemos ido esbozando algunas fuerzas del Frente Amplio adquiere centralidad, pero fundado en los acuerdos de políticos de fondo sobre el futuro de la educación y del movimiento social.

Por ello, la importancia de los actuales encuentros CONFECH y de las nuevas discusiones no radica en anticiparnos a algunos de los cambios que se quieran hacer en educación en dos años más, sino en prepararnos orgánicamente para enfrentar estas situaciones a partir de nuestros compañeros y compañeras, al calor de sus luchas y la dinámica de la coyuntura política chilena, ya que ahí es donde encontramos el corazón del movimiento estudiantil.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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