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Respuesta a «La falacia de los migrantes buenos y malos»

Por: Javier Arriaza


Señor Director:

El asunto migratorio tiende a contraponer visiones de mundo diferentes y ser un tema donde afloran las pasiones y las verdades con tintes absolutistas. Sin embargo existen factores en los cuales casi todos pueden encontrar un piso común, más allá de ideologías, sueños y esperanzas. Uno de estos factores es la pobreza, que genera una cantidad de problemas que son difíciles de enumerar, entre ellos delincuencia, narcotráfico, enfermedades, etc. Si bien existen quienes pueden negar el efecto de la pobreza en su embriaguez neoliberal del esfuerzo, libertad a medias y cuanta palabrería existe, para los que queremos una sociedad más justa y con oportunidades para todos no hay discusión alguna que valga la pena sobre el tema, ya que además los datos respaldan esta hipótesis.

Yo también soy un inmigrante, pero en mi caso un estudiante internacional en Alemania. Analizando la situación europea en inmigración, que al solo en este país deja con estadísticas tan preocupantes como un 47% de los inmigrantes turcos considerando las leyes del islam como más importantes que las leyes de la república, o con la duplicación de la cantidad delitos sexuales cometidos por refugiados en un año, como chileno uno no puede evitar recordar la exitosa inmigración alemana, árabe y francesa en Chile y preguntarse por qué a pesar de las dificultades y los sufrimientos todo resultó tan bien ¿no habrá sido en parte la selección?

Tal como Chan dice, hay gente que asume que la mayoría de los migrantes abusan del sistema de seguridad social, le quitan el trabajo a chilenos, o son criminales potenciales, sin siquiera conocer nada de su historia personal ¿no sería entonces racional exigir, tal como se hace con los chilenos al solicitar una visa de más de tres meses en Europa, la presentación de documentos que avalen una historia personal que probablemente no acarree problemas sociales a una sociedad que los tiene de sobra?

Tildar la selección de inmigrantes como racista me parece bastante apresurado. Habemos varios que consideramos esto una opción válida por razones de peso y no andamos usando esvásticas en el brazo ni quemando gente por las calles. No todo el que esté en contra de botar las fronteras es automáticamente xenófobo y racista, sobre todo tomando en cuenta que como todas las cosas, la inmigración tiene un lado bueno y un lado malo, y no me parece sino responsable de parte de un estado serio tratar de evitar el lado malo como sea posible para simplemente dejar lo bueno tanto a sus ciudadanos como a los inmigrantes. Meter a las diferentes visiones sobre el tema en el saco de los malos o de los buenos es tan incorrecto como hacerlo con los inmigrantes y no lleva a ningún lugar más allá de la confrontación, el reaccionarismo y el resurgimiento del nacionalismo, como se ha visto en Estados Unidos y en Europa.

Acá en Alemania me encanta ir a comer comida coreana con mis amigos de Senegal, Taiwán o Siria, pero es fácil entenderse entre personas que han tenido la suerte de pertenecer al sector con más acceso a la educación de sus respectivos países. El multiculturalismo funciona muy bien para los privilegiados, que no sufren las consecuencias de la inmigración descontrolada como los más desvalidos. Si negamos los problemas que puede acarrear la inmigración de los pobres, estamos negando al mismo tiempo las consecuencias nefastas de la pobreza.

Mi más cordial saludo,

Javier Arriaza González
Estudiante de medicina de la Universidad de Heidelberg

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