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Pensiones: un reparto moderno para equilibrar el sistema

François Meunier
Por : François Meunier Economista, Profesor de finanzas (ENSAE – Paris)
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Por razones históricas, el sistema de pensiones chileno depende casi exclusivamente de fondos de capital de contribución definida. Eso tiene algunas ventajas, incluyendo la ausencia de riesgos financieros para los fondos (las AFP) ya que estos recaen en los cotizantes. Sin embargo, es peligroso que sea el único modo de financiamiento de la jubilación. Un buen sistema de pensiones, dicen todos los especialistas del tema y lo verifican la mayoría de los países de la OCDE, es un sistema diversificado, apoyado en varios pilares, para diversificar los riesgos que pueden surgir y así poder absorberlos mejor. Por ejemplo, el riesgo demográfico tiende a penalizar los sistemas de reparto; pero los riesgos de los mercados financieros arriesgan a quienes dependen de fondos de pensiones. Lo vemos cruelmente en el período actual: las muy bajas tasas de interés penalizan a la población chilena, cuyas inversiones no rinden mucho. Obligarán al gobierno de Piñera a implementar los aumentos de contribución decididos por el gobierno de Bachelet y, para contrarrestar las situaciones de angustia que se acumulan, a establecer una base de solidaridad, probablemente financiado por mayores cotizaciones.

Queremos ofrecer otro argumento más financiero a favor de las pensiones de reparto. Este sistema acumula derechos de pensión basados ​​en la duración de la actividad del empleado. Estas pensiones se basan en la masa salarial de la economía en los próximos 10, 20 o 40 años. Por lo tanto, es una forma no individual de ahorro prolongado.

Veámoslo más de cerca. El activo subyacente son los salarios, que dependen del estado de la economía en el futuro. Si aceptamos el hecho empírico, sorprendentemente válido en Chile durante mucho tiempo, de una relación constante entre salarios y ganancias en proporción del PIB (salvo por fluctuaciones de medio plazo), el activo subyacente evolucionara como las ganancias del país. Si consideramos finalmente que el múltiplo de capitalización bursátil en relación con las ganancias (y por lo tanto con los salarios) es globalmente constante – en el largo plazo, ¡pero es el tema que lo quiere! –, la base de un sistema de reparto no se aleja mucho de la «capitalización bursátil» global del país.

[cita tipo=»destaque»]Las fuerzas armadas son la única parte de la población que, por varias razones, tienen un sistema de reparto para sus pensiones. Este es un tema que un gobierno valiente tendrá que abordar un día u otro. Esta disimetría nos asombra. Sería mejor una solución donde toda la gente tenga una mezcla de ambos sistemas, reparto y capitalización.[/cita]

Claro, es una capitalización particular que toma en cuenta todos los salarios, es decir el conjunto de toda la economía chilena: las compañías no listadas en una bolsa, que son la gran mayoría de la vida económica del país, son parte de ella, mientras que las AFP solamente invierten en compañías listadas en Chile, Falabella, Copec y otras.  Luego, solamente de la economía chilena, mientras que las AFP invierten fuertemente en activos financieros extranjeros. Desde el punto de vista financiero, los empleados chilenos en un sistema de reparto tendrían indirectamente sus ahorros de jubilación indexados al valor financiero de todas las empresas chilenas.

La aproximación es cruda, pero permite algunos comentarios de sentido común. Primero, el sistema de reparto está lejos del sistema ineficaz que algunos denuncian. Su base de cálculo tiene algunas buenas propiedades: estabilidad, diversificación y rendimiento. Este es una de las pocas formas de “invertir”, si se puede decir, en acciones no cotizadas, por ejemplo. Claro que exige instituciones estatales sólidas para supervisar el equilibrio del sistema. Chile las tiene ahora, lo que probablemente era menos el caso en los años sesenta. Su costo de operación es bajo: los empleados de un sistema de reparto no tienen los sueldos de los gerentes de la AFP, o de Wall Street cuando las AFP invierten en el extranjero.

La escasez de activos financieros chilenos en la bolsa de valores obliga las AFP a invertir en activos extranjeros. Esto tiene la virtud de la diversificación, es verdad, pero es sorprendente que un país de ingresos medianos como Chile exporten sus ahorros al extranjero.

Las fuerzas armadas son la única parte de la población que, por varias razones, tienen un sistema de reparto para sus pensiones. Este es un tema que un gobierno valiente tendrá que abordar un día u otro. Esta disimetría nos asombra. Sería mejor una solución donde toda la gente tenga una mezcla de ambos sistemas, reparto y capitalización.

Si a algunos no les gusta el necesario aumento de las cotizaciones porque incrementaría el costo del trabajo y penalizaría la competitividad, una solución sería extender las cotizaciones a todos los ingresos (dividendos, intereses, etc.).

Para resumir. A los chilenos les interesa contar con un sistema de pensiones mejor equilibrado desde el punto de vista de la gestión de riesgos. Una solución es el establecimiento de un importante pilar de solidaridad (o de seguridad social). Tal sistema tiene, en el muy largo plazo, un rendimiento similar al de los fondos de pensiones, pero con una base más amplia ya que representa a toda la economía chilena. Para no afectar excesivamente el costo del trabajo, una solución es un impuesto sobre todos los ingresos, salarios como ingresos financieros.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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