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Platón en el Consejo Nacional de Educación


Platón fue un filósofo griego que en sus diálogos mostró en parte la filosofía de Sócrates y en parte su propia filosofía. Para quienes estudiamos en colegios científico-humanistas es una figura más o menos conocida.

Como discípulo de Sócrates, Platón tiene para la educación un lugar central. Como ya había hecho el mismísimo Sócrates del ‘conócete a ti mismo’ su máxima de vida a partir de la frase inscrita en el oráculo de Delfos, Platón, de la misma manera, está muy consciente de que la educación es parte central de la vida del filósofo. Por lo mismo dedica el Menón al tema, y en la República, el libro tercero, entre otras partes, está totalmente dedicado a esta.

Es interesante que Platón considerara en la República tanto espacio para la educación, ya que no es, en principio, obvia la conexión. Pero como la organización correcta de la ciudad sólo puede llevarse a cabo si seguimos la idea de justicia, tema del primer libro, es necesario entender la formación de sabio, ya que de otra manera no hay cómo saber qué es lo justo en primer lugar. De hecho, si Platón pensaba que la ciudad debía ser gobernada por un rey filósofo, era sólo porque pensaba que este era quien estaba más educado, por lo tanto, podía entender qué era lo bueno para todos y no sólo para sí mismo. No es necesario que sea sólo un rey, podría ser perfectamente una aristocracia, donde los que gobiernan son quienes pueden ver el bien para todos.

La idea de una aristocracia, no muy popular entre los griegos de Atenas, aparecía en Platón como la única solución, ya que no veía con buenos ojos la experiencia de la democracia ateniense y tampoco veía con buenos ojos la tiranía. Ambas formas de gobierno tienen en común que personas que no son capaces de actuar por el bien de la ciudad, sino sólo por su propio bien, son los que se dedican a gobernar la ciudad, y una ciudad que se guía por intereses privados, piensa Platón, no puede ser una ciudad justa. Le recomiendo al lector mirar los primeros capítulos de la República, los argumentos son buenos.

Platón pensaba que no era necesario educar a toda la ciudad, de hecho, no era viable: según él, hay personas que simplemente no están capacitadas para la filosofía. Por lo mismo, sólo se preocupaba de la educación de los que él llamaba ‘guardianes’, clase de la que saldría el rey filósofo.

En este punto Platón narraba un mito que mostraba que no todos tenían las mismas almas, y sólo las almas más valiosas, las de oro, podrían llegar lejos sin corromperse. (Porque, de hecho, todo el argumento de la República parte de la base de que las ciudades están corrompidas por el lujo, y la única manera de vivir bien en estas ciudades es siendo gobernadas por almas incorruptibles, dado que el único oro que necesitan está en su alma y es intransferible). Nosotros no aceptamos hoy esta premisa, pero a partir de aquí, podemos entender el problema que Platón nos deja al respecto.

[cita tipo=»destaque»]No se pueden olvidar los hechos que muestran la importancia de la filosofía en distintos ámbitos: la filosofía para niños y su utilidad en la formación y consolidación del pensamiento abstracto y moral, indispensable para todo progreso en el plan de estudios; la lógica y la filosofía de las ciencias como complemento perfecto del estudio de las ciencias y su método; la filosofía y la formación de ciudadanos; la filosofía y vivir una vida examinada, y como pensaban los antiguos, una vida buena.[/cita]

Nuestro filósofo cree que es imposible educar a todos porque no todos tienen las capacidades y justamente por lo mismo no funciona la democracia. Para que funcionara la democracia tendríamos que educarnos para gobernar. Y este es un fin indirecto, porque en realidad para gobernar debemos saber qué es hacer lo correcto, diferenciar la opinión del conocimiento, etc., en el fondo aprender filosofía. La democracia sólo es posible si todos sabemos filosofía.

El absurdo democrático contemporáneo es patente, la tecnopolítica de captar votos no es hacer democracia, nadie con un mínimo de formación política se creería tal cosa. De hecho, el voto ni siquiera es esencial para la democracia, nunca lo ha sido: votar es un mecanismo de deliberación, pero la idea de democracia está en la voluntad general de Rousseau, no en una encuesta. Entonces, ¿de quién es la política hoy?

Los colegios técnicoprofesionales y los artísticos no tienen filosofía, el Consejo Nacional de educación no ha llegado a acuerdo sobre la importancia (!) de la filosofía en III y IV medio, y en primera instancia los profesores de filosofía no han sido considerados para el nuevo curso de educación cívica. Una pregunta entonces queda para los planificadores y técnicos de la educación, que para Platón era obvia: ¿para qué educar?

Platón pensaba que lo mejor que podíamos hacer era tener una aristocracia o un rey filósofo, ¿tenemos la misma opción? La pregunta es profunda: ¿Es mejor la democracia al reinado de un sabio que sabe qué es lo mejor para todos? ¿Por qué nos empeñamos tanto en defender la democracia?

No lo niego, un plebiscito sobre la pena de muerte en el país, hoy, me daría un escalofrío, porque no confío esta democracia. Pero al revés de lo que podría pensarse, no confío justamente porque tengo una esperanza, y es que la educación en ética y la educación en filosofía, en general, pueden cambiar la sociedad para por fin hacer de la política un asunto de todos y dejar de lado las absurdas preguntas respecto a la poca participación política de nuestros ciudadanos formados ex nihilo.

Sin duda los consejeros del CNED ven en la educación la herramienta fundamental de superación de la pobreza y mejores estándares de vida, y si bien ese es un fin loable y cierto, no es en absoluto el fin, aunque sí parte, de la educación pública, que tiene en su centro la consolidación de lo público (y no solo lo público del principio de diferencia ralwsiano, estándar y sentido común casi).

La red de profesores de filosofía de Chile (reprofich) ha insistido incansablemente en la importancia de no solo las horas actuales de filosofía en tercero y cuarto medio, sino en su incremento en el plan de estudios. No se pueden olvidar los hechos que muestran la importancia de la filosofía en distintos ámbitos: la filosofía para niños y su utilidad en la formación y consolidación del pensamiento abstracto y moral, indispensable para todo progreso en el plan de estudios; la lógica y la filosofía de las ciencias como complemento perfecto del estudio de las ciencias y su método; la filosofía y la formación de ciudadanos; la filosofía y vivir una vida examinada, y como pensaban los antiguos, una vida buena.

Entonces, señor-s del CNED, ¿leemos a Platón?

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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