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Ministerio de Ciencia y Tecnología para Chile: perspectivas sobre un debate vital

Por: Stefan Palma


Señor Director:

Sobre el futuro Ministerio de Ciencia y Tecnología han surgido debates- muy necesarios, por lo demás- que tienen que ver con financiamientos y propiedades intelectuales; y entre otros, más específicos y esenciales, que surgieron durante el año recién pasado respecto del proyecto, por reconocidos científicos y científicas: sobre quiénes serán los destinatarios (Babul, J.); el papel de las ciencias sociales, las artes…, (Couve, A.); acerca de los recursos disponibles para cubrir la expectativas(Maza, J.); en torno a la idea de ciencia como expresión de la razón humana más allá de toda tecnología (León, G); y , aquellas preguntas de la ciencia sobre la trascendencia, como de dónde venimos y cuál es el lugar que ocupamos en el Universo(Ruiz, M. T). En cuestión, se han instalado las dudas pero no las instancias para analizar los principios y/o fines que deberán guiar los propósitos. En estricto rigor, nos preguntamos ¿qué entenderemos por ciencia?, ¿estarán incluidas las ciencias sociales y las artes en el proyecto? Luego, ¿qué áreas de investigación y estudio se privilegiarán y ordenadas por qué criterios se asignarán los recursos? O más directamente, ¿cuánto tiempo se les asignará a los(as) científicos(as) para cada ámbito especifico de investigación?

Proyectar un Ministerio de Ciencias y Tecnología en un todo orgánico, bajo una concepción de mercado, es ponerle un candado de utilitarismo y pragmatismo vulgar al quehacer de la actividad científica; perjudicando y, anclando a los intereses prácticos de unos cuántos interesados, hacia fines más económicos que ulteriores. En concreto, y como se sabe, debiera haber un Gran Ministerio de Ciencias con tres áreas bien marcadas por identidades propias: una área dedicada a los (as) científicos(as) puros(as) entre los que se cuentan aquellos(as) que miran la ciencia y sus resultados como la oración de sus vidas, a través de las verdades que brotan de la tierra fértil de la investigación rigurosa, en el cual, el cielo cristalino se abre a su contemplación en cada descubrimiento. Otra área dedicada a los (as) científicos (as) que son quienes, con los pies en la tierra, encarnan las leyes de la naturaleza en bienes y fines del hacer en la utilidad, para directo beneficio humano y del mundo; y finalmente, los (as) científicos (as) que deben sintetizar el conocimiento en escritos(papers) para su difusión con el medio externo y la comprensión e interacción con las otras comunidades científicas. Pero todo esfuerzo en esta dirección será estéril, sino encontramos un terreno cultural fecundo donde echar las semillas de la creatividad científica.

Si bien cada uno surca el campo de su granja con sus propios fines, todos trabajan con las mismas herramientas -sentimientos, imaginación, instinto y razonamiento-que por veinticinco siglos han venido perfeccionado: ¡el método científico ! Cada área de investigación debe contar con sus muros cerrados a la invasión de intrusos que le obstruyan independencia, libertad y pasión por la actividad científica. No obstante , deberán entre sí, tener todas las posibilidades para reunirse, dialogar, apoyarse y cooperar sobre los significados de sus lenguajes que solo ellos son capaces de entender y que, con las debidas salvedades, deberán traducir a la sociedad una vez que hayan resuelto sus descubrimientos como entidades verdaderas , dignas de comunicarse; más allá de si gustan o no a las autoridades estatales y organismos financieros.

Los(as) científicos(as) reales saben muy bien que, ningún área de estudio debe estar confinada en el oscuro sótano del dogma, entendiendo aquellas grietas que pueden proporcionar luces en temas todavía vedados- y que anhelamos investigaciones científicas al respecto, dado los tiempos actuales y los avances de la ciencia – como son, por ejemplo, la realidad de la fe humana en un Ser Universal y sus efectos en las personas; el contenido del alma humana y su sentido de trascendencia, o la fuerza de los pensamientos para conectar con otras mentes en semiosis, aún no estudiadas del todo, entre otros.

En este apresurado siglo XXI, es tiempo de que los (as) científicos (as) asuman el poder de su legado con libertad; y que con sus propias manos, derriben las puertas feudales del prejuicio. Solo así se podrá realmente innovar y estar a la altura del mundo globalizado y de aquellas respuestas que urgen conocer. Sin embargo, ¿estaremos preparados para tales desafíos? Aunque debamos esperar siglos, hay que dar el golpe inicial a las grandes demandas del corazón y la razón. Finalmente, no debemos perder la confianza en la ciencia y sus fieles cultivadores(as) científicos (as), que nos han de dotar, como era de esperar, de nuevas creencias sobre nuestra permanente e inmanente evolución de la condición humana.

Stefan Palma, Filósofo semiótico

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