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Una democracia de cartón

Por: Paula Poblete Maureira


Señor Director:

Volver a caminar con tranquilidad por las calles, emitir una opinión con libertad y votar por representantes, fue un asunto que costó miles de vidas chilenas.

De a poco de nuestra democracia fue sacándose de encima el lastre de la dictadura cívico militar de Pinochet: los senadores designados (17 hombres y 1 mujer); la imposibilidad de remoción de los generales de las FF.AA y Carabineros; la autoconvocatoria del Consejo de Seguridad Nacional; las exigencias para adquirir la nacionalidad de los hijos e hijas de chilenos nacidos en el exterior; la falta de tuición ética de los colegios profesionales sobre sus asociados; el sistema electoral binominal; la imposibilidad de votar en el extranjero, entre otras.

Aún falta perfeccionarla, pero tenemos una democracia y fue la soberanía popular la que se manifestó en diciembre pasado, llevando nuevamente a la Presidencia de la República a Sebastián Piñera.

El juego democrático lo celebro, la división de poderes y el Estado de derecho. Pero la trampa, la vil letra chica para no respetar las decisiones que democráticamente se tomaron en el poder legislativo resulta inaceptable. La vía administrativa es la que hace carne el espíritu de la ley, no la que lo pervierte y trastoca.

El poder de veto del Tribunal Constitucional y las supermayorías en el Congreso son algunos de los enclaves autoritarios que todavía urge por remover. Se requiere una Asamblea Constituyente Paritaria que proclame una nueva Constitución, realmente legítima y representativa de toda la diversidad de nuestro país. En esa deliberación defenderemos los principios de solidaridad, de justicia y la garantía efectiva de los derechos sociales. Puede que no logremos alzar todas nuestras banderas, puede que triunfen otras ideas, pero discutámoslo, no nos pasen una y otra vez por encima.

Paula Poblete Maureira
Secretaria General
Revolución Democrática

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