Publicidad

Repetir o no repetir de curso, cuestión de justicia y calidad

Héctor Rival
Por : Héctor Rival Doctor en Psicología Profesor-Investigador Director Programa de Magíster en Ciencias de la Educación Universidad de Los Lagos
Ver Más


En el mes de febrero el Consejo Nacional de Educación (CNED) aprobó el Decreto de Evaluación, Calificación y Promoción, presentado por la Unidad de Curriculum y Evaluación (UCE) del Ministerio de Educación. Entre los aspectos novedosos destaca el tránsito desde la repitencia automática, a un modelo en el que el proceso de toma de decisión de promoción o repitencia pasa por  un análisis colegiado e integral para cada caso, asumiendo que la repitencia es una “medida excepcional” cuyo foco debe estar en el mejor acompañamiento posible a los estudiantes que experimenten dificultades. Se prevé que partir del año 2019, cuando entre en vigencia el nuevo Decreto cada establecimiento del país cuente con un Reglamento de Evaluación actualizado y coherente con la nueva normativa.

Nuestro sistema educativo ha considerado la repetición como una opción válida para quienes no cumplen con ciertos estándares de aprobación, sometiendo cada fin de año a muchos estudiantes, a una pesadilla al saber que van a repetir de curso. Según el Ministerio de Educación más de cien mil escolares repiten de curso cada año, lo que representa más del 4% de la matrícula total. De este modo uno de cada cuatro estudiantes de 15 años repitió por lo menos un curso en su etapa escolar, lo que viene a duplicar el promedio OCDE. En sectores desfavorecidos la cifra llega a 34%. Al compararnos con los países de la OCDE, nos posicionamos en el quinto lugar de los que más repiten de año escolar. A su vez, el estudio TERCE (Unesco) señala que en educación básica, Chile duplicó la tasa de repitencia, pasando de 2,4% a 4,6% en un lapso de 6 años en la última década.

El problema se torna grave, cuando constatamos que el tipo de colegio marca la diferencia, ya que se registran más repitentes en establecimientos municipales (6,1%) y en particulares subvencionados (3,7%), que en los particulares pagados cuya tasa de repitencia es de sólo un 1,2%. A lo que se agrega, que el 76% de los que fracasan provienen del 40% más pobre de los hogares. Entre los factores ligados al desempeño de los estudiantes, se cuenta la baja asistencia, la cantidad de estudiantes por sala, la mayor o menor presencia de profesionales como psicólogos, orientadores y psicopedagogos, a lo que se suma las limitaciones de acceso a la información y escasa escolaridad cuando no ausencia de los padres para afrontar los “deberes escolares” en un sistema que descansa de forma excesiva en las tareas que deben realizarse en la casa. La evidencia demuestra que la condición socioeconómica y cultural se imponen por sobre los méritos y el esfuerzo de cada niño y adolescente.

Actualmente en Chile un alumno puede repetir por tener una nota inferior a 4 ó menos de 85% de asistencia. Si tiene una nota roja, su promedio debe ser al menos 4,5 para ser promovido, y si tiene dos asignaturas con nota roja, el promedio debe ser de al menos 5. En el caso de tercero y cuarto medio, si tiene nota roja en Lenguaje y/o Matemática, su promedio general debe ser igual o superior a 5,5 para ser promovido. En el primer ciclo de educación básica, deben ser promovidos de primero a segundo, y de tercero a cuarto los alumnos que hayan enterado el 85% de asistencia.

La medida de la repetición de curso, pretende nivelar el rendimiento académico fundado en la concesión de un mayor tiempo de maduración, el estímulo de la cultura del esfuerzo y la tradición y creencias sociales acerca de sus efectos. No obstante, las investigaciones han demostrado que los efectos negativos de la repetición de curso superan a los positivos, siendo el efecto final contrario al buscado. Nada indica que la repitencia tenga algún afecto favorable en el desempeño escolar, después de la repitencia no se logra mejorar el rendimiento y es la antesala de la deserción, generando además, fuertes efectos en la autoestima, enfrentando a niños y adolescentes a la frustración, al fracaso y a la estigmatización social. Crea desarraigo y destruye vínculos afectivos al separar al niño de su grupo de pares. Países con promoción automática, y otros en que la repitencia es una medida excepcional, registran mejores resultados académicos. En nuestro país, por factores como la repitencia, alrededor de 90 mil niños y jóvenes dejan de matricularse o abandonan el sistema escolar, muchos de los cuales nunca completarán 12 años de escolaridad, con lo cual ven cerradas sus posibilidades de acceder a estudios post-secundarios y quedan limitados a la inestabilidad de trabajos precarios en el mercado laboral informal.

Según la OCDE, países en los que no existe la repetición, o aquellos en que más del 97% de los alumnos nunca ha repetido, corresponde a aquellos con mejor rendimiento en la prueba PISA, en contraste, más del 25% de los estudiantes de países con menores logros, informaron que habían repetido un curso. La repetición no sólo, no contribuye a mejorar los desempeños, sino que trae consecuencias negativas de carácter psicosocial y socioeconómicas. Se trata, por tanto, de una medida inefectiva y que perjudica la igualdad de oportunidades educativas y conlleva un elevado coste económico tanto para las familias, como para el estado y la sociedad en general.

La presión para que los estudiantes que repiten, sean transferidos a otro centro de inferior calidad, no solo a traído segregación, sino, que a partir de la evidencia internacional (PISA, 2009) es posible señalar que este tipo de medida no resulta reparadora, sino que nociva para la mejora del desempeño escolar; en aquellos países en que los alumnos no son transferidos, las tasas de fracaso escolar tienden a disminuir, pues el contacto y la mediación que se establece con compañeros exitosos hace posible mejores desempeños. Esta es una de las variables decisivas en los países con mejores logros.

[cita tipo=»destaque»]Urge descentralizar y generar espacios de autonomía financiera en las escuelas, de manera de focalizar la inversión y los recursos en la implementación de las estrategias de aprendizaje requeridas y así atender de forma oportuna sin las trabas burocráticas. Los informes internacionales sostienen que las formas en que se gasta estos recursos influyen en las oportunidades de aprendizaje. Tales gastos podrían financiarse con lo que se ahorra por la no repetición. Cada punto porcentual de gasto por repetición, es un punto porcentual para reinvertir en prevenirla. Países con baja tasa de repetición o sin repetición bajan también los costos en educación.[/cita]

La sola dictación del Decreto de Evaluación, Calificación y Promoción no produce las mejoras que el mismo cuerpo legal espera lograr, es a partir del reglamento interno que cada establecimiento educacional se dé, que esta norma comienza a concretarse. El futuro reglamento debe considerar fórmulas preventivas para evitar el rezago y dejar la repetición como último recurso en situaciones excepcionales. La sustitución de la repetición de curso debiera dar espacio a medidas más efectivas, con una mirada más estratégica respecto de las cuales varios países de la OCDE han mostrado sus logros. Dichas medidas deberían orientarse hacia la individualización del tratamiento y detección e intervención temprana.

Una primera medida que debieran implementar las escuelas para prevenir la repitencia, es reducir  las desigualdades en el acceso a la educación, permitiendo el ingreso de niños procedentes de distintos sectores socioeconómicos, étnicos y culturales, y limitar la separación de los estudiantes por nivel de logro, promoviendo la integración y creando conciencia en la comunidad educativa y en la sociedad acerca del costo y el impacto negativo de la repitencia en los estudiantes.

Otra medida, es reforzar la capacidad de las escuelas y los profesores para responder adecuadamente a las necesidades de aprendizaje de los estudiantes. Esto, en dos direcciones: apoyando el trabajo de los docentes mediante la generación de recursos didácticos, capacitaciones focalizadas y conformación de equipos profesionales multidisciplinarios; y también, ofrecer incentivos económicos que incrementen los salarios, a fin de retener a los mejores, especialmente en contextos de alta vulnerabilidad, riesgo social y bajo rendimiento. Se debe tener en cuenta que los ingresos que poseen los profesores de países en que la repetición no existe o ha sido minimizada, casi duplica a la media chilena (OCDE).

Se requiere institucionalizar los sistemas de información, mediante programas que identifiquen y monitoreen tempranamente a estudiantes en riesgo psicosocial y con dificultades en los aprendizajes, a objeto de que “oportunamente” se efectúen las intervenciones, necesarias para el apoyo pedagógico que permita lograr la promoción a fin de año. Dicho apoyo ha de ser temprano, regular y oportuno, es decir, antes de que sea demasiado tarde. Tales iniciativas requieren de un horizonte temporal definido para conseguir sus objetivos, de manera que se pueda evaluar el progreso de los estudiantes continuamente y ajustar o adoptar estrategias adicionales por periodos específicos de tiempo en caso de que sea necesario. Tanto los programas, como los materiales y la implementación deben ser validados y evaluados rigurosamente, de forma tal que se transformen en herramientas basadas en evidencia y su eficacia sea conocida.

Los estudiantes suelen mostrar mayores niveles de logro cuando los padres participan de su desarrollo escolar, los resultados de los alumnos tienden a ser más elevados. Hay que animar a los padres a involucrarse en la vida escolar. No obstante, en sectores de mayor vulnerabilidad, los docentes deben tener expectativas realistas respecto de lo que las familias pueden hacer y no generen desventajas en los niños cuyos padres tienen dificultades para participar en la escuela u ofrecer apoyo a sus hijos. La investigación muestra que los padres de sectores sociales acomodados tienen estilos de crianza que generan en los niños habilidades que les permiten adaptarse al contexto escolar con mayor facilidad, y dichas prácticas de socialización suelen estar en sintonía con las expectativas de la escuela. En cambio, los padres de menor nivel socioeconómico en ocasiones esperan que la escuela se haga cargo del apoyo escolar, porque perciben que ellos no cuentan con las herramientas necesarias para ofrecer un andamiaje eficaz a sus hijos en materias académicas.

Urge descentralizar y generar espacios de autonomía financiera en las escuelas, de manera de focalizar la inversión y los recursos en la implementación de las estrategias de aprendizaje requeridas y así atender de forma oportuna sin las trabas burocráticas. Los informes internacionales sostienen que las formas en que se gasta estos recursos influyen en las oportunidades de aprendizaje. Tales gastos podrían financiarse con lo que se ahorra por la no repetición. Cada punto porcentual de gasto por repetición, es un punto porcentual para reinvertir en prevenirla. Países con baja tasa de repetición o sin repetición bajan también los costos en educación.

Finalmente, el único caso en que es útil hacer repetir a un estudiante es cuando ha tenido ausentismo crónico, ya que efectivamente se perdió procesos de aprendizaje. Para el resto de los casos, si pese a las acciones emprendidas, estas no resultan del todo exitosas se sugiere avanzar a un sistema más parecido al universitario, donde no se repite el año completo, sino sólo la cátedra o asignatura en que se fracasó, especialmente para enseñanza media.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias