Publicidad

La crisis política y económica en Brasil: algunas consideraciones


Para hacer un análisis de la actual crisis económica y política que atraviesa Brasil, debemos contextualizar de manera sintética en qué consisten algunos de los aciertos y errores más considerables de los gobiernos del PT (Partido de los Trabajadores).

El PT surge como un partido de base sindical a inicios de la década de 1980. Fue un actor político importante en las movilizaciones de 1984 para exigir elecciones presidenciales directas en Brasil, y también estuvo en la lucha por las reivindicaciones sociales en la Asamblea Nacional Constituyente de 1988. El primer presidente electo del PT fue Luiz Inácio “Lula” da Silva, que en sus gobiernos defendió una combinación entre crecimiento económico, desarrollo sustentable e inclusión social.

Además, posicionó a Brasil en el escenario internacional, como una potencia económica y política emergente. Un dato a la causa, es que en el 2002 Brasil ocupaba la 13° posición en el ranking global de economías medidas por el PIB; tras los dos gobiernos de Lula, éste llegó a ocupar la posición 6° en el 2011. Igualmente, Brasil mejoró notablemente en otros índices que miden pobreza y desigualdad -por supuesto, que esto no significó la eliminación de los graves problemas en estas áreas que sigue experimentando el país-.

Estos avances se lograron en gran medida a través de una fuerte inversión en políticas públicas y un fortalecimiento de la presencia del Estado en la economía; tomando en cuenta la disminución del Estado que sufrió Brasil mediante reformas económicas en la década de los 90’s. En este período, más de 5 millones de brasileros dejaron la pobreza extrema, reduciéndose además, la tasa de pobreza en varios puntos.

[cita tipo=»destaque»]Ahora vemos como la judicialización de Lula y el veredicto en el TS (Tribunal Supremo), hará muy difícil la posibilidad de presentarse en la próxima elección. Así, Brasil podría quedar en una grave situación de inestabilidad debido a la ilegitimidad política del actual gobierno y a la gran polarización. Los hechos de corrupción y obstrucción de la justicia que afectan al gobierno de Temer -y de los cuales parece inmune- es un ejemplo claro de esto, así como el surgimiento de una extrema derecha reaccionaria que en ausencia de Lula en las próximas elecciones tiene posibilidad de gobernar en el siguiente período.[/cita]

En 2011 es electa Dilma Rousseff como la primera mujer presidenta con la promesa de mantener y profundizar los cambios iniciados por los gobiernos de Lula. En su primer gobierno esto parecía ir bien encaminado, por ejemplo a través de una considerable ampliación del acceso de la población a la educación y el avance en la igualdad de género.

Sin embargo, esto se logró en gran medida gracias a un equilibrio de fuerzas que obligó a Dilma a negociar en sus dos períodos con el PMDB (Partido del Movimiento Democrático Brasilero, al cual pertenece el actual Presidente Temer), partido de centro derecha, con el fin de «garantizar la gobernabilidad».

Los problemas comenzaron para Dilma cuando se quebró el equilibrio político. De ahí la pregunta: ¿cuál fue la causa del quiebre de este equilibrio político que va a terminar con el impeachment de Dilma? Según algunos analistas brasileros (el Dr. Fabiano Santos y la Dra. Maria Luiza Quaresma), serían dos los factores que provocaron la crisis política en Brasil: por un lado, la grave crisis económica que atravesaba el gigante de Sudamérica como coletazo de la crisis Subprime; y, por otro, la judicialización de la política por los graves casos de corrupción que afectan a todo el sistema político brasilero.

La primera causa, de orden económica, se explica, si recordamos que mientras EE.UU., Japón y Europa intentaban salir de la crisis del 2007, los países Brics se abrían paso con fuerza a través de su propia agenda de crecimiento. Así, Brasil, Rusia, India y China se transforman en un factor de crecimiento logrando plantear una alternativa a las potencias centrales.

En este contexto, la bolsa brasilera se va a valorizar gracias a algunas de sus fortalezas como: abundantes recursos naturales, y una economía relativamente diversificada (además de una fuerte inversión en ciencia y tecnología). Sin embargo, cuando los países centrales se comienzan a recuperar, la crisis irá a golpear con mucha fuerza a Brasil. En este sentido, si hasta antes de la crisis existía un equilibrio político basado en variables económicas favorables (crecimiento, disminución de la pobreza, etc.), luego de que ésta golpeara la economía brasilera -baja en el precio del petróleo; disminución del valor de la moneda en los países centrales, etc.- se destruyó la capacidad del sector público de recaudar. Así, se va a desarrollar un cambio en la correlación de fuerzas, donde el sector financiero va a empezar a presionar sobre el sector público (por ejemplo a través de los medios de comunicación).

Esto va a traer una considerable disminución de la popularidad de Dilma. La segunda causa, de orden política, se debe a la judicialización de la política a partir de los escándalos de corrupción que afectarán a todo el sistema político, el cual estallará a partir de la operación Lava-Jato. En este sentido, se comienza a tratar jurídicamente cuestiones que pertenecen al ámbito de la política. Es decir, se produce una tensión entre Estado de derecho y democracia. Los medios de comunicación tendrán un papel fundamental proyectando una imagen de criminalización de la política y su consecuente judicialización.

Pues bien, el impeachment a Dilma será -desde esta perspectiva- el resultado de estas dos variables. Al perderse el equilibrio político que se había mantenido por los buenos resultados económicos y al haberse criminalizado la política, se dieron los ingredientes perfectos para que se llevara a cabo el proceso que terminará en la destitución de la ex-presidenta Rousseff. Sin embargo, nos parece, que al haberla destituido de su mandato popular sin comprobarse crímenes mediante el juicio político realizado por el poder legislativo (el mismo poder que acusa y juzga), se habría dado un duro golpe a la democracia brasilera (aunque legal y constitucional).

Ahora vemos como la judicialización de Lula y el veredicto en el TS (Tribunal Supremo), hará muy difícil la posibilidad de presentarse en la próxima elección. Así, Brasil podría quedar en una grave situación de inestabilidad debido a la ilegitimidad política del actual gobierno y a la gran polarización. Los hechos de corrupción y obstrucción de la justicia que afectan al gobierno de Temer -y de los cuales parece inmune- es un ejemplo claro de esto, así como el surgimiento de una extrema derecha reaccionaria que en ausencia de Lula en las próximas elecciones tiene posibilidad de gobernar en el siguiente período.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias