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El debate migratorio desde un enfoque de derechos humanos Opinión

El debate migratorio desde un enfoque de derechos humanos


La migración ha concitado un debate social y político con mayor visibilidad en Chile durante los últimos tres meses. Y como en todo debate, surgen múltiples ideas, algunas distintas entre sí y otras que logran cierta sintonía. En esta línea, un interesante intercambio se produjo a partir de la columna que escribiéramos el 22 de abril en respuesta a los dichos del Subsecretario del Interior Rodrigo Ubilla, quien afirmó que la migración no existe como derecho humano. La primera reacción vino de parte de Juan Ignacio Gómez, con una columna publicada el 30 de abril; la segunda de Francisca Vargas, mediante una carta al director el 08 de mayo. Nos parece valioso que este ejercicio dialógico y reflexivo se haya dado de modo consecutivo a través de las páginas de El Mostrador, en un tono de respeto y con miras a contribuir a la necesaria reflexión sobre una temática que requiere con urgencia una respuesta estatal.

En función de estos intercambios, queremos responder y reafirmar algunas cuestiones, que serán presentadas en orden consecutivo pero que de ninguna manera representan una jerarquía entre ellas. Primero, el reconocimiento y avance de los derechos humanos ha sido dinámico y sus conquistas se han basado en la exposición de ideas sobre lo humano que han implicado persuasiones, convencimientos y, finalmente, acuerdos.  Creemos entonces que lo que ha ocurrido y que se extrapola al resto de actores sociales -incluidos quienes están a cargo de la toma de decisiones políticas sobre la migración- pasa por este tránsito; por lo tanto, es deseable sincerar posturas y dar espacios a las diversas visiones con espíritu democrático. Esto, que debiera ser esperable en estos tiempos, resulta un ejercicio singular e inédito en el caso de las migraciones, debido a que la legislación que actualmente tenemos en este ámbito se impuso bajo el régimen dictatorial de Pinochet, sin posibilidad de debate ciudadano y parlamentario como el que vemos hoy.

Segundo, nuestra columna tuvo como principal propósito, responder a los dichos del Subsecretario Ubilla y reafirmar semántica y políticamente la migración como un derecho humano.  Nos parece que resulta ilógico pensar en el reconocimiento de los derechos humanos, cuyo fundamento es la dignidad humana, sólo como un acto romántico o poético sin posibilidades de concreción que impliquen impactos en términos de una mejor calidad de vida para quienes migran. Por lo tanto, si existe el derecho humano, claramente los Estados tienen la obligación de desplegar acciones positivas y negativas a fin de facilitar su plena materialización. Es más, el conjunto de instrumentos internacionales, tanto del derecho vinculante como del soft law válidos en la materia, le asignan funciones específicas a los Estados en materia de migraciones.

[cita tipo=»destaque»]Finalmente, nos preguntamos qué es lo que las distintas visiones quieren resguardar y para qué. Creemos que estos debates develan nuestra idea de lo humano, de lo que implica la migración, nuestra capacidad de solidarizar y nuestro compromiso con la realidad del otro más allá de una noción humanitaria.  Por ello, el enfoque de derechos humanos nos parece pertinente y necesario en una discusión sobre el abordaje de la migración en los planos estatales, culturales y comunitarios, porque significa reconocer a la persona humana que está detrás, su historia, su desarrollo pleno y sus posibilidades reales de ser parte de una sociedad de iguales. Seguiremos insistiendo en que los/as migrantes son seres humanos ante todo, tienen derechos y que los Estados están obligados a acogerlos conforme a lo que ello significa.[/cita]

En tercer lugar, nos preocupa la supremacía del principio de soberanía de los Estados por sobre otros principios del marco de derechos humanos, como los de progresividad y pro persona. Si bien es cierto la soberanía es legítima, lo que no puede ocurrir es que ésta sea utilizada como justificación instrumental para la realización de actos arbitrarios que pongan en una situación de desigual trato, y por ende de discriminación, a los/as migrantes con respecto a los/as nacionales. Precisamente, los derechos consignados en la Declaración Universal de Derechos Humanos que cumple 70 años este próximo 10 de diciembre, surgen como un modo de limitar el poder estatal. Por lo tanto, una soberanía que no se lee desde el enfoque de derechos humanos, corre riesgos de repetir o reproducir violencias naturalizadas.

Cuarto, desde un enfoque de derechos humanos la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha señalado en la necesidad de una migración regulada, segura y ordenada. No estamos en contra de ello, sino todo lo contrario, porque precisamente la ausencia de estas condiciones pone en una situación de mayor vulnerabilidad a la población migrante, dando lugar a la trata y a la explotación, por mencionar algunas problemáticas asociadas. Creemos que es responsabilidad de los Estados -y no de los/as migrantes (independiente de que se les invite a participar en los asuntos públicos que les afectan)- el definir los mecanismos de ingreso, regularización y permanencia; no obstante, es importante que en esto se incorpore la consideración de la migración desde un prisma de derechos humanos.

En quinto lugar, no nos parece que exista una migración mejor, más deseable o más noble que otra. Sin duda que aquellos/as extranjeros/as que vienen a Chile en búsqueda de un mejor futuro, y que con ello se insertan en el mercado laboral, contribuyen al desarrollo de nuestra economía. Sin embargo, la capacidad y la calidad de la respuesta estatal debe responder a los diversos tipos de flujos migratorios con los que convivimos, indagar en sus diversas expresiones y en las necesidades de sus distintas poblaciones, considerando los componentes de etnia, clase y género, entre otros

Finalmente, nos preguntamos qué es lo que las distintas visiones quieren resguardar y para qué. Creemos que estos debates develan nuestra idea de lo humano, de lo que implica la migración, nuestra capacidad de solidarizar y nuestro compromiso con la realidad del otro más allá de una noción humanitaria.  Por ello, el enfoque de derechos humanos nos parece pertinente y necesario en una discusión sobre el abordaje de la migración en los planos estatales, culturales y comunitarios, porque significa reconocer a la persona humana que está detrás, su historia, su desarrollo pleno y sus posibilidades reales de ser parte de una sociedad de iguales. Seguiremos insistiendo en que los/as migrantes son seres humanos ante todo, tienen derechos y que los Estados están obligados a acogerlos conforme a lo que ello significa.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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