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El desarrollo de la vida artística en Chile bajo peligro de extinción

Por: Assaf Leibowitz, director de Orquesta


Señor Director:

Gran impacto tuve al enterarme del estado en que se encuentra, la Ley de Fomento a las Artes Escénicas propuesta por el ejecutivo y que en estos momento se encuentra en sus últimos trámites de ser aprobada. Pues, teniendo en cuenta los resultados de la última encuesta sobre participación cultural, que incluye datos de asistencia a ópera (1,9% de asistentes en el último año, 3, 5% alguna vez en la vida, 84,6% nunca ha ido.), esperaba una respuesta más activa de parte de los políticos por revertir estas cifras.

Aprobar un proyecto de ley vinculado a estas disciplinas excluyendo de ellas a la ópera, ballet y actividad coral, a mi parecer, es un error gravísimo en torno al desarrollo de la vida artística en Chile. Sepa usted que la ópera cuenta con la particularidad de emplear en su proceso creativo y de producción a una importante cantidad de oficios, muchos de ellos vinculados directamente a disciplinas pertenecientes a las artes escénicas. Así, empezando por los técnicos e iluminadores, y siguiendo por cantantes, músicos, actores y artesanos de vestuarios, esta disciplina logra en su composición final consolidar múltiples expresiones escénicas.

Excluir a la ópera de esta iniciativa de ley, cuyo objetivo es fomentar estas disciplinas en el país, haría perder una tremenda oportunidad de dar fuerza a una línea artística que requiere particularmente ser potenciada.

¿Qué pasa si no se considera esta disciplina en la Ley de Fomento de Artes Escénicas? Pues pasaría que la creación de ópera chilena se reduciría y la circulación de obras por el país no sería posible. Lo que conllevaría por un lado, a mantener la línea de la precariedad laboral y el desempleo, y por otro, permitir un aumento de los precios de boletos para el público, que determinaría la concreción de la brecha en el acceso ciudadano que ya es bastante dramática.

Cabe notar que hoy en día, Chile goza de una reputación de fama mundial en la ópera. Los teatros chilenos contratan a los mejores artistas en el campo. ¿Queremos de verdad perder esta reputación?

Siendo Director de orquesta, he vivido 12 años en Francia y recientemente dirigí la ópera Romeo y Julieta de Gounod en el Teatro Nacional de Cuba. Puedo con ello confirmar que estos dos países, dicotómicos en términos de economía, coinciden en haber puesto a la ópera entre sus prioridades para el desarrollo artístico y económico. ¡No veo ninguna razón por la cual Chile haga lo contrario!

Assaf Leibowitz, director de Orquesta

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