Señor Director:
Las ideas que impregnan el sentimiento nacional acerca del derecho de los pueblos a practicar con libertad el ejercicio de su soberanía que les ha sido otorgada por la propia naturaleza política de los mismos está siendo amenazada por un agente no externo. La nueva era digital en la que vivimos, junto con facilitar y fortalecer los procesos democráticos como por ejemplo, la celebración periódica de elecciones y potenciar los derechos de libertad de información y de expresión, está generando una paradoja que se alimenta de la ingenuidad de los consumidores digitales quienes, atraídos por el afán de grandeza y popularidad en las redes sociales, se están entregando a los grandes grupos económicos, políticos y sociales diversos per se.
El 18 de marzo pasado se hizo pública la información acerca de la filtración de datos personales de millones de usuarios de Facebook por parte de la consultora electoral, Cambridge Analytica, que en 2016 trabajó para la campaña presidencial de Donald Trump. Se le acusa de manipular de manera irregular información de hasta 87 millones de usuarios de Facebook en Estados Unidos para ser utilizados con fines electorales. Asimismo, el escándalo golpeó fuertemente a la empresa norteamericana, Facebook, quien se vio en la necesidad de revisar las condiciones de privacidad de que dispone. La situación planteada nos lleva directo a observar el impacto en el desplome de las acciones de Facebook que se tradujeron en pérdidas diarias de aproximadamente 40.000 millones de dólares en capitalización bursátil. Por otro lado, parecen haber tenido éxito quienes hicieron uso de esta información llegando de manera más precisa a un público en particular que se piensa constituyó la base electoral del Presidente de Estados Unidos Donald Trump.
Son muchos los distractores por los cuales los medios periodísticos han decantado la noticia anterior en estos últimos meses: vulneración del derecho a la privacidad de los usuarios de redes sociales, corrupción por cuantiosas sumas de dinero que se han recepcionado gracias a la proporción de información personal, la mal utilización de datos por parte de las agencias electorales para conseguir fines políticos, entre otros, que han invisibilizado un problema aún mayor que los mencionados: Conscientes o no, diariamente estamos cediendo poder con la cantidad de información que proporcionamos en las redes sociales acerca de nuestros gustos o disgustos, fotografías, publicación de estados, comentarios u opiniones emitidas en diversos medios digitales, páginas que se visitan, etc.
Así, mientras las autoridades intentarán hace valer la ley para “protegernos” de las nuevas amenazas tecnológicas, buscando al enemigo “externo”, difícilmente quedaremos resguardados de ellas, en tanto somos nosotros mismos los otorgantes del poder a quienes no lo tenían en principio: lo estamos cediendo, poco a poco, pero lo estamos cediendo, creamos una realidad paralela en las redes sociales a la forma de vida tradicional en la que, al parecer, los principios políticos básicos no cuentan y sucumbimos a ella. Pero lo olvidamos y nos conformamos, ya que la satisfacción de elevar nuestros egos y aspiraciones de grandeza en las redes sociales es más fuerte que cualquier amenaza.
Alejandra Villablanca S.
Cientista Política
