En un mundo globalizado, en el que las relaciones entre las personas, las instituciones públicas y privadas, las empresas, se hacen cada vez más intensas, empujadas por las redes de comunicación; un mundo en el que los códigos de comportamiento y la cultura se universalizan, en el que el conocimiento se produce distribuidamente, la internacionalización de la Educación Superior Chilena es un imperativo en el que, como país, aún debemos hacer mayores esfuerzos que contribuyan a consolidar los logros alcanzados a la fecha.
Las universidades del Consejo de Rectores, en sus 64 años de vida, han hecho un importante aporte a este proceso, instalando el nombre de Chile y de su Educación Superior, en instituciones pares y de cooperación académica extranjeras, contribuyendo al prestigio que Chile ha alcanzado en el contexto internacional.
Un reciente estudio del SIES, establece que cerca de un 60% de los estudiantes de intercambio que visitan Chile desarrollan sus estudios en alguna de las 27 universidades que componen el Consejo de Rectores a lo largo de todo el país, provenientes de Europa (40%), América del Norte (38%), América del Sur (15%) y otros (7%). El estudio indica también que un 90% de los estudiantes proviene de universidades con las que nuestras instituciones poseen convenios de colaboración.
[cita tipo=»destaque»]Sería deseable que, en un país como Chile, con una economía tan abierta al mundo, con un desafío tan relevante como cambiar su matriz productiva incentivando la innovación, existiera una política pública que permitiera la formación masiva de estudiantes universitarios en inglés y un programa de becas para la movilidad estudiantil y académica orientadas a desarrollar una educación que incorpore decididamente la variable internacional en todas las funciones universitarias. Una política robusta en esta materia crearía las condiciones para dar un salto cualitativo en el desarrollo del conocimiento y la innovación tecnológica y social que tanta falta le hacen al país.[/cita]
La formación de graduados y profesionales que ejercerán en el futuro y conducirán los destinos del país desde las organizaciones públicas, las empresas y las organizaciones civiles, requiere que en sus procesos formativos tengan la oportunidad de acceder a una experiencia que los ponga en contacto con la realidad de otros países y otras culturas, tanto en sus propias instituciones, como en instituciones extranjeras. Estas experiencias de contacto con diversas realidades, permiten que puedan desarrollar nuevas miradas en relación a sus entornos sociales y culturales y que generen redes de contacto que les permitirán en el futuro disponer de nuevas oportunidades, desarrollar competencias de adaptación a espacios y culturas distintas permitiendo el ejercicio de la tolerancia y la aceptación de la diversidad. La experiencia internacional en el pregrado habitualmente genera un cambio en la trayectoria de vida de los estudiantes que acceden a la movilidad internacional, generando nuevas y positivas actitudes hacia sus estudios, su familia y sus entornos sociales; más aún fortalece las competencias genéricas y mejora las oportunidades de empleabilidad. En los casos en que los estudiantes viajan a países en los que se hablan idiomas diferentes al español, fortalece también sus capacidades de expresión en tales idiomas.
Es claro que no todos los estudiantes pueden acceder a una experiencia internacional de movilidad, pero las instituciones de educación superior pueden proveerles las oportunidades de acercarse a esta experiencia al atraer estudiantes extranjeros a sus aulas, laboratorios y talleres y lograr que dichos estudiantes extranjeros se integren y trabajen con estudiantes chilenos, lo cual constituye una forma de internacionalización de la educación superior, como lo es también el contacto con académicos invitados que visitan habitualmente nuestras universidades y que participan en las cátedras, dictan conferencias, trabajan en los laboratorios y contribuyen a la investigación, aportando conocimientos y capacidades a las funciones universitarias de docencia de pregrado, postgrado e investigación.
La ciencia y la innovación tecnológica y social se sustenta hoy en la colaboración facilitada por las tecnologías de la comunicación, el desarrollo de reuniones y conferencias internacionales, las visitas de académicos a universidades extranjeras, las publicaciones conjuntas, el acceso a bases de datos internacionales que permiten conocer las últimas publicaciones sobre una determinado dominio del conocimiento alcanzando el conocimiento de punta.
Todas estas son estrategias que han ido instalándose en el que hacer cotidiano de las universidades del CRUCH. Sin embargo, los esfuerzos institucionales aislados no son suficientes, por lo que el rol coordinador del Consejo de Rectores es fundamental. Para desarrollar adecuadamente la internacionalización de la educación superior se requiere además de dos componentes fundamentales: dominio de una segunda lengua y recursos financieros.
Sería deseable que, en un país como Chile, con una economía tan abierta al mundo, con un desafío tan relevante como cambiar su matriz productiva incentivando la innovación, existiera una política pública que permitiera la formación masiva de estudiantes universitarios en inglés y un programa de becas para la movilidad estudiantil y académica orientadas a desarrollar una educación que incorpore decididamente la variable internacional en todas las funciones universitarias. Una política robusta en esta materia crearía las condiciones para dar un salto cualitativo en el desarrollo del conocimiento y la innovación tecnológica y social que tanta falta le hacen al país.