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Mujeres y feminismo

Por: María Fernanda Aguilera


Señor Director: 

Hoy, no vengo a ponerme filosófica… Hoy, quiero hablar de un tema controversial: discapacidad y feminismo…
Sí, soy feminista (no feminazi) y sí, soy persona en situación de discapacidad y me dispongo a reivindicar nuestra lucha e ideal desde el feminismo…

Quisiera partir por definir la palabra feminismo según las diversas fuentes que se encuentran en internet y es “ideología que defiende que las mujeres deben tener los mismos derechos que los hombres”. Definición cuestionable, ya que, el feminismo no busca directamente la igualdad, el feminismo busca la liberación y emancipación de la mujer de las manos del patriarcado. La elevación de la categoría inferior, y adquisición de los mismos derechos y privilegios que por años han poseído los hombres. La eliminación de micromachismos y opresiones que a diario vivimos las mujeres. Y no, no buscamos equipararnos a los hombres. Buscamos ser reconocidas, no oprimidas, libres.

Con privilegios me refiero a: recibir un sueldo más alto o tener mayores oportunidades laborales en relación únicamente por tu género. Privilegio es que se tengan en cuenta tus ideas independientemente de tu género.

Privilegio es poder volver a casa por las noches, sin tener que poner en marcha casi un protocolo antiterrorista para evitar que te asalten y te violen. Privilegio es que no te encuentres constantemente en peligro de acoso o violación.

Privilegio es que, si además resultas ser víctima de una violación, no te acusen de que “ibas provocando”. Privilegio es poder mostrar tu cuerpo como desees y que no se te juzgue por ello. Privilegio es que no se crea que tu principal misión en la vida es criar a unos hijos que quizás ni siquiera quieres tener. Privilegio es que no se te considere el “sexo débil”, sino simplemente una persona con fuerza y potencial, capaz de superar cualquier adversidad. Y así podría redactar una lista infinita, pero creo que ha quedado bastante claro, pero con esto quiero hacer la asociación a la discapacidad, ya que estos mismos y más privilegios viven los hombres en esta situación…

Estamos acostumbrados a ver la discapacidad como una cuestión individual. La identificamos como sinónimo de enfermedad, de anormalidad, cuando en realidad debe ser entendida como una problemática social que implica “la interacción de personas con situaciones y condiciones individuales y las barreras del entorno que tiene como resultado la limitación o restricción de su participación plena y efectiva en la sociedad en igualdad de condiciones”.

La discapacidad la crea el entorno, no es inherente a la persona. Una misma condición puede tener efectos completamente distintos en la vida de una persona si esta vive en un contexto incluyente o no.
Pero, ¿es igual para un hombre que para una mujer enfrentarse a una discapacidad? la respuesta es un rotundo, no…
El tema de la discapacidad no nos libera de evaluar la problemática con perspectiva de género, ya que, por lo general, las mujeres con discapacidad enfrentamos estereotipos por razones de discapacidad que se entrelazan con los estereotipos de género.

La CEDAW, afirmó que las mujeres con discapacidad son objeto de una doble discriminación debido a su género y discapacidad, lo que marca todos los aspectos de sus vidas. En comparación con los hombres con discapacidad, las mujeres con discapacidad son más propensas a vivir en la pobreza y en aislamiento; tienden a percibir salarios inferiores y a tener una menor representación en el sector laboral. Además, con mayor frecuencia son víctimas de violencia, lo que tiene un mayor impacto en algunos grupos de mujeres con discapacidad (incluidas mujeres indígenas, migrantes o aquellas que pertenecen a alguna minoría religiosa entre otras), debido a la discriminación interseccional, entendiendo interseccional como el fenómeno por el cual cada persona sufre opresión u ostenta privilegio en base a su pertenencia a múltiples categorías sociales.

En la misma vía es importante que se reconozca que la sociedad está construida por los hombres y para los hombres, quienes han construido una definición idealista de mujer en el que busca la satisfacción de ciertas características físicas, sociales, intelectuales y casi la obligación imperante de ser madre y contar con las habilidades para el cuidado del hogar. Y es así, como las mujeres en situación de discapacidad no cabemos dentro de esta definición de la mujer ideal y no porque algo esté mal con nosotras, sino porque existen infinitos tipos de mujeres. De esta forma, nos vemos enfrentadas a múltiples estereotipos que reflejan la doble carga discriminatoria a la que se hace referencia.

Algunos ejemplos, se tiene la concepción social de que no se podrá formar una familia, no se da información sobre derechos sexuales y reproductivos, es más, para muchas estos derechos siguen siendo inexistentes pues son terceros los que deciden sobre sus cuerpos, llegando a avalar por ejemplo esterilizaciones no consentidas ni informadas. La autonomía del cuerpo de una mujer en situación en discapacidad se ve invisibilizada también por el aborto en 3 causales, a modo personal, por mi discapacidad yo sí tomaría la decisión de abortar, porque mi cuerpo no tiene las condiciones ni estoy dispuesta a enfrentarme a ese proceso, pero el aborto en 3 causales, no aboga por mi situación, ni la de muchas más…

Lo anterior demuestra la importancia de despojarnos de los estereotipos para asegurar el ejercicio pleno y efectivo de los derechos de las mujeres en situación de discapacidad, además del deber de hacer escuchar la voz de las propias protagonistas, pues nosotras somos quienes nos enfrentamos constantemente a ciertas barreras que difícilmente serán visibilizadas por los hombre en situación de discapacidad o por las mujer sin discapacidad, simplemente porque no se enfrentan a las mismas situaciones, un ejemplo es la accesibilidad de los servicios ginecológicos para una mujer en silla de ruedas.

Si bien, las situaciones a las que nos enfrentamos las mujeres en situación de discapacidad tienen características específicas. Ha existido una constante dificultad para identificar la discriminación múltiple, ya que las necesidades y demandas de las mujeres en situación de discapacidad han sido consideradas como las de un solo grupo en situación de vulnerabilidad (personas con discapacidad), lo que ha generado que los factores de género y discapacidad sean contemplados de manera aislada tanto por algunos movimientos de mujeres conservadores como de personas con discapacidad, manteniendo una gran distancia entre sí, siendo que debería tener una perspectiva interseccional como sí lo tiene la corriente feminista que acuña esta perspectiva.

Es por esto que necesitamos concientizar a toda persona de que el feminismo interseccional es una ideología válida, justa y necesaria. Este movimiento es una crítica, pero no solo a los hombres de la sociedad. Sino a que al sistema en su conjunto, el cual no ha implementado la creación de leyes y políticas públicas que apliquen de manera transversal y conjunta tanto la perspectiva de discapacidad como la de género.

Y no, no somos princesas ni personas lastimeras las mujeres en situación de discapacidad. Somos guerreras, y como luchadoras, reivindicaremos nuestros derechos y autonomía. Acabaremos con el machismo y la doble discriminación. Suena utópico, pero soñar y creer en ello, es lo que le da energía a esta lucha, que nos convoca a todos.

María Fernanda Aguilera

Estudiante de Ciencia Política UC

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