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Bachelet, no te alejes de la calle

Por: Aldo Anfossi Gómez


Sr. Director:

Despejadas las incógnitas en torno a las elecciones legislativas y clara la correlación de fuerzas, la cuestión es: ¿Cómo hará Michelle Bachelet para asegurarse la concreción de las reformas que ha propuesto y que están “en la puerta del horno”?

La respuesta es simple y a la vez compleja: la Presidenta deberá arroparse en el movimiento social que reclama cambios y que ha confiado en ella, para hacerlo un aliado permanente de su Presidencia y un ariete implacable que machaque sobre el Parlamento, haciendo sentir su presión. Por así decirlo, ella deberá permanecer en las calles junto a la gente que la respalda –y la gente sentirse con ella gobernando desde La Moneda–, honrando así la confianza política construida, buscando a la vez ampliar la base social de su gobierno entre quienes no la votaron, pero que son ciudadanos disponibles a movilizarse por las reformas que juzgan necesarias para hacer de Chile un territorio más inclusivo.

Tal cual lo hizo desde el instante de su regreso a Chile, como durante toda la larga campaña y al igual que a la mañana siguiente de la primera vuelta, Bachelet debe seguir confiando en la calle, ahí está su fortaleza, porque está probado que es cuando les habla a las personas, que la confianza en ella se renueva y se agiganta.

Así, la Presidenta podrá demostrarles a sus electores que aprendió la lección de las implicancias de la desmovilización y del “consensuismo” practicados maniáticamente durante los 20 años de los cuatro gobiernos concertacionistas, léase frustración y desencanto catalizado por el movimiento estudiantil. Y que por ello se apoyará en la palanca de la movilización social, como la principal herramienta para lograr que diputados y senadores, voten afirmativamente las importantes transformaciones institucionales que ha propuesto.

Y ojo: no sólo para forzar que algunos de la derecha –aquellos considerados moderados y supuestamente disponibles para las reformas– se sumen al cambio, sino para disuadir cualquier intento de disenso y de “autonomía derechista” en las filas de la Nueva Mayoría.

Pero además de recurrir a la sociedad movilizada, la Presidenta deberá hacer uso de su capital político fresco, potente y renovado –su cuantía se refrendará en segunda vuelta-, para personalmente promover, impulsar y hacer seguimiento de la tramitación parlamentaria de sus proyectos.

¡Sí, ya lo sé que eso no se estila en Chile! Pero Bachelet se juega tanto personalmente entre 2014/2018, que bien podría esperarse un nuevo tipo de liderazgo.

A fin de cuentas, la derecha pinochetista, oligarca, clasista y retrógrada que abunda, ya anticipó abiertamente que hará lo posible por frustrar las reformas, amparándose en los quórum calificados. Y no hay por qué dudar de ello, que su objetivo será sabotear al gobierno para que la institucionalidad no cambie.

En síntesis, Bachelet no debe distanciarse ni de sus electores ni de los ciudadanos que la observarán recelosos, pero abiertos a ser encantados a partir del “ver para creer”. Ella encarna hoy grandes esperanzas y frustrarlas no sólo sería fatal para su gobierno, sino que la deslegitimaría políticamente, despilfarrando el capital político que la impulsó desde Nueva York hasta La Moneda 2014, pese a la poca trascendencia de su primer gobierno, barbaridades como el Transantiago e incluso el amanecer del 27F. Presidenta: el pan está en la puerta del horno, no dejes que se queme.

Por Aldo Anfossi Gómez

Periodista

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