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Ética del siglo XXI: la asignatura que reprobarán los jóvenes de hoy Opinión

Ética del siglo XXI: la asignatura que reprobarán los jóvenes de hoy

Si los miembros del Consejo Nacional de Educación consideran que existe un déficit en la pedagogía de las Ciencias Naturales (biología, química y física), con esta medida acrecientan la ignorancia y la indiferencia de quienes debieran votar como ciudadanos “en el caso que ejerzan” sus derechos democrático. Pero si no conocen qué son las energía renovables o la edición genética ¿podrían interpelar las implicancias éticas , jurídicas o económicas de estas prácticas?


A regañadientes se acepta la asignatura de filosofía en el plan común de terceros y cuartos medios, pero no a las ciencias naturales quien sufrió el veto de quienes creen que las ciencias no pueden ser enseñadas de manera adecuada por los profesores de educación media del país. Esa fue la decisión del Consejo Nacional de Educación a principio de este mes.

Lo que no entienden los miembros del consejo -varios de ellos académicos- que hoy no hay nada que no posea contacto con las ciencias y las tecnologías. La pantalla táctil del Smartphone, un alimento procesado, el encendido automático de un automóvil o la domótica (automatización en viviendas y edificaciones) forman parte de la vida del siglo XXI. Quien no se sume a este conocimiento es y será un analfabeto y marginado social, que solo empleará la ciencia y tecnología como un bien de consumo, pero no hará uso de ella para la movilidad social.

La enorme repercusión que tienen las ciencias y las tecnología en el desarrollo de la sociedad conllevan a estar atento a esta práctica e implican -como decía Ulrich Beck-no solo efectos en la creación y administración de bienes, sino también en la gestión de sus males. En este sentido, en el Congreso Mundial sobre Ciencia celebrado en Budapest (Hungría) en 1999, se recoge la necesidad de localizar nuevas y más vías para que la ciudadanía tenga acceso adecuado a los conocimientos científicos (UNESCO, 1999). Más recientemente, y en el contexto de Iberoamérica, el documento Metas 2021 (OEI, 2010) reitera el compromiso con el fomento de una adecuada educación científico tecnológica.

Qué se pierde

En Chile se discuten de manera constante y siempre polémicas, materias de carácter educativas: gratuidad universal en la educación superior, PSU o no, el lucro, el empleo del condón o profesores más calificados.

La dinámica del cambio siempre es bienvenida si es un error calculado. Sin embargo, todas estas medidas instalan a los jóvenes estudiantes en un eterno experimento donde ellos son -y fuimos- los conejillos de prueba, que sufren la obsolescencia de abortar los planes educativos por ser inconsistentes, deficientes o que no cumplen con el proyecto original.

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Hemos perdido la capacidad de profundizar y desarrollar del error un método de aprendizaje, ya que todo lo hacemos a corto plazo, con intereses políticos mezquinos y sectarios. El gobierno actual – o los anteriores – no nos han dicho cuál es la ciencia que se quiere vivir en el aula, menos aún no hemos decidido por ella.

Si los miembros del Consejo consideran que existe un déficit en la pedagogía de las ciencias naturales (biología, química y física), con esta medida acrecientan la ignorancia y la indiferencia de quienes debieran votar como ciudadanos “en el caso que ejerzan” sus derechos democráticos, quienes implícitamente votarán por una matriz científico-tecnológica y social para el desarrollo del país.
Sin embargo, si no conocen qué son las energía renovables como son la radiación solar, la fuerza eólica, los saltos de agua o los combustibles vegetales potencialmente inagotables y de cero contaminación o la edición genética ,un tipo de ingeniería genética en la que el ácido desoxirribonucleico -ADN-es insertado, eliminado o reemplazado en el genoma de un organismo utilizando enzimas del tipo nucleasas, denominadas “tijeras moleculares” ( Bergel, 2017), ¿podrían interpelar las implicancias éticas , jurídicas o económicas de estas prácticas?

Por lo tanto, ejercer su rol como ciudadanos y optar por un plan de gobierno acorde con sus valores y moral se ven cada vez más distantes. Las pérdida social es superior cuando no se sabe ciencia y tecnología inserta en su contexto, se pierde la capacidad de crear modelos teóricos innovadores o la capacidad de argumentación como desarrollo cognitivo, preguntándose cómo y por qué (Bunge ,1988), central para hacer frente a la pos verdad y a las pseudo-ciencias.

Externalidades a corto plazo de disminuir horas en ciencias naturales, implica no profundizar en la didáctica de las ciencias como herramienta de aprendizaje, la que también golpea a educadores e iniciativas que fomentan la curiosidad o la indagación.

Es inevitable no abstraer los efectos o las consecuencias que estas medidas conllevan para las ciencias y las tecnologías en el país , si esta pro-ignorancia son los prolegómenos que el gobierno tiene para decir no al desarrollo, estamos condenados a seguir esperando cuándo y dónde daremos el paso a una verdadera cultura científica.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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