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Presidenciales del 2021: Partidos de cuño liberal requieren de autocrítica y de tácticas y estrategias nuevas Opinión

Presidenciales del 2021: Partidos de cuño liberal requieren de autocrítica y de tácticas y estrategias nuevas

Max Spiess
Por : Max Spiess Ex asesor de Hacienda del gobierno de Ricardo Lagos
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Los liberales deben aprender que el fracaso es muchas veces la semilla de un gran árbol; hay una oportunidad, pero es al precio de un gran desafío. En ese desafío, Evópoli es el llamado a asumir el liderazgo y la iniciativa. Si tienen la visión, la generosidad y la astucia necesaria, quizá puedan dar una sorpresa el 2021. No les queda mucho tiempo de modo que si quieren ser ambiciosos –como dicen que son-, deben ponerse pronto con ¡manos a la obra!


Luego de la comentada visita del premio Nobel Mario Vargas Llosa, los medios y comentaristas han dedicado tiempo, espacio y saliva tratando de escudriñar, develar y entender el mundo liberal y sus diversas expresiones en el medio chileno, así como el estado actual de su arte.

No obstante lo anterior, e inadvertidamente para el ciudadano común, el Servicio Electoral nos informa hoy de una lista larga de partidos políticos que han sido disueltos por no alcanzar los mínimos críticos definidos en la ley para su subsistencia… en buen chileno: no dieron el ancho electoral lo que es evidencia de su escaso arraigo popular.

Notablemente, un número relevante de los partidos disueltos por el SERVEL, corresponde a grupos que pretendieron dar representación política al mundo liberal chileno. Para hacer más destacable el fenómeno, se trata de grupos fundados y comandados por rutilantes líderes de opinión que aparecen recurrentemente en medios de comunicación y que incluso tuvieron importante figuración política en gobiernos o en el congreso pasado. Sumo también en este grupo al partido Ciudadanos que tuvo que recurrir a una “martingala legal” para sobrevivir, pero es parte del mismo fenómeno.

Sin embargo, hay alumnos destacados que han pasado la prueba y con honores: Evópoli, partido político que se ha domiciliado políticamente en la coalición actualmente gobernante y que cosechó una buena cantidad de diputados y senadores poniéndolo al nivel de formar una verdadera bancada liberal dentro del Congreso, sumando varios ministros y altos funcionarios. También hay que consignar al diputado Vlado Mirosevic que obtuvo una buena mayoría, no obstante que su domicilio en el FrenteAmplio es de las cosas más difíciles de entender siendo ese sector, un hirsuto “aquelarre” de agrupaciones más bien de corte totalitario, con estilos bastante ideologizados y un tufillo sospechosamente mesiánico… puede haber algo menos liberal?

[cita tipo=»destaque»]Mal le fue a Ciudadanos pretendiendo capturar el centro del espectro, bailando una curiosa danza donde nunca se entendió si era o no era oposición al gobierno de la presidente Bachellet. Lo mismo para el Partido Liberal del diputado Mirosevic, que no obstante su éxito personal, todavía no es capaz de explicar que hace un liberal bailando con tantos totalitaristas. Lo de Amplitud es también parecido a lo de Ciudadanos: liberales piñeristas que no están en la coalición del candidato a presidente. Esa es una historia difícil de tragar para los ciudadanos comunes que son más rápidos e inteligentes que lo que los políticos quieren creer.[/cita]

Entonces ¿qué hacer con los liberales? Me parece que lo primero, es hacer una buena autocrítica para luego ponerse a trabajar con clara conciencia de las tácticas y la estrategia, entendiendo la diferencia entre las unas y la otra.

Aunque sea duro, tenemos que aceptar que detrás de esos “rostros” que fundaron y lideraron los desaparecidos partidos, no había más que una pantalla vacía sin penetración popular ni menos, electoral. Es decir, los movimientos que decían representar al mundo liberal eran más bien organizaciones de fachada que sirvieron a efectos de dar un domicilio conocido a voceros de élite.

En consecuencia, el primer aprendizaje a hacer, es que para que un partido liberal tenga proyección y vida, no puede sujetar su destino al éxito electoral o al carisma de su líder. El caudillismo liberal es un mal indicio y debiera ser prontamente atajado. Entonces: que Evópoli y Felipe Kast tomen rápida nota. Un líder que persigue el liderazgo ahogando a machete la emergencia de nuevas figuras, es un mal líder. Un líder de futuro es aquel quien infunde energía y fuerza de vida a un partido; es aquel que no se destaca por pararse arriba de las cabezas de sus seguidores, sino por los frutos que cosecha y no hay mejor fruto que la aparición de nuevos líderes que refrescan el movimiento, le dan más diversidad y una voz más potente.

Otra cosa notable del caso es el número de partidos defenestrados. ¿Tan grande y diverso podía ser el mundo liberal que necesitaba expresarse en tantos grupos? No lo creo. Al contrario, considero que es evidencia de ser esos partidos, organizaciones creadas para servir instrumentalmente a las pretensiones electorales de sus caudillos; pero a juzgar por sus resultados, tuvieron harto “mal ojo” y “mala mano” política.

La segunda lección aprendida es que la dispersión no ayuda. En tiempos de baja participación electoral y de profunda desconfianza en el mundo político, la diversificación más debilita que contribuye a ampliar el mercado, sobre todo si el movimiento es un grupo más bien instrumental al servicio de las pretensiones electorales de un caudillo. Entonces lo lógico es tratar de aunar fuerzas y generar un solo partido grande y potente. Ciertamente, esto no está en el ADN liberal, donde la autonomía personal es el valor primario defendido a ultranza.

Por ello es que la conformación de una alianza o confederación liberal de amplio espectro basado en una matriz ideológica sucinta y básica, pero fuerte; es el primer paso en la dirección correcta.

Tercero, los disueltos grupos liberales estaban estacionados a lo largo y ancho del espectro político. La unión hace la fuerza, dicen; pero también el vecindario determina el valor de la casa; de modo que la dispersión y adherencia a colectivos que no son lógicamente entendibles para el electorado, deprecia al grupo y limita sus posibilidades de éxito y existencia.

Veamos: Mal le fue a Ciudadanos pretendiendo capturar el centro del espectro, bailando una curiosa danza donde nunca se entendió si era o no era oposición al gobierno de la presidente Bachellet. Lo mismo para el Partido Liberal del diputado Mirosevic, que no obstante su éxito personal, todavía no es capaz de explicar que hace un liberal bailando con tantos totalitaristas. Lo de Amplitud es también parecido a lo de Ciudadanos: liberales piñeristas que no están en la coalición del candidato a presidente. Esa es una historia difícil de tragar para los ciudadanos comunes que son más rápidos e inteligentes que lo que los políticos quieren creer.

En conclusión: EL (con mayúsculas) partido político de cuño liberal que quedó vivo y que goza de buena salud es Evópoli. Por lo tanto es este partido el que tiene, no sólo la oportunidad de aglutinar a los viudos liberales, sino que también, la responsabilidad de hacerlo.

Para eso, primero, es crucial que fortalezca su democracia interna y asegurar por ese medio que no pueda transformarse en un grupo instrumental de su caudillo. La reciente elección de sus autoridades internas con Hernan Larraín a la cabeza, va en el sentido correcto y es un buen paso. También es necesario que sus miembros sean disciplinados y respetuosos de esas estructuras y conductos. Felipe Kast debe entender que no juega en la libre y que Evópoli no es de su propiedad; sino al contrario: él es de Evópoli. Para ser claros, la jugada personal de Kast arrancándose con la propuesta de ley anti-nepotismo pudo salirle muy cara, amén de poner en aprietos a su propio gobierno justo cuando hay tantos errores no forzados. Eso revela que no está leyendo la realidad y que más bien se mira el ombligo. ¡A disciplinarse entonces!

Luego, segundo, Evópoli debe entender que si quiere trascender optimizar su potencia electoral en miras de una posible candidatura presidencial, no puede quedar estacionada y encerrada en la derecha pretendiendo subyugar a la UDI y RN con su apoyo. ¡Eso sería suicida! Porque en la UDI y RN habitan grupos demasiado grandes que no lo pueden apoyar ya sea por razones ideológicas, de estilos, o por mera supervivencia partidaria. Felipe Kast nunca logrará ser presidente encerrado en ChileVamos: él debe salir a jugar más transversalmente para convocar un mundo más amplio y para eso debe convocar más allá de sus fronteras y lo primero pasa por aunar a los liberales, donde quiera que estén.

Para convocar a los liberales, tercero, es crucial evitar centrarse en las diferencias, y al contrario, es preciso focalizarse en lo que nos une. Para ello se debe contar con una matriz ideológica simple, básica y común. Esta servirá de ligamento para hacer converger a liberales transversalmente y darle un relato sencillo y fácilmente entendible al ciudadano de a pie para responder la pregunta sobre qué significa ser liberal en el siglo XXI y de cómo eso engarza con el desarrollo de una nueva sociedad con demandas más complejas y visiones más globales del individuo en la sociedad, en el mercado y frente a la empresa y al Estado.

Finalmente, cuarto, la penetración popular que impulse un sostenido éxito electoral sólo se alcanzará con tiempo, esfuerzo y convicción. Para eso sí que sirven los líderes carismáticos, pero también los líderes en el Congreso y el Gobierno, que puedan forjar pequeñas crecientes alianzas con liberales en otras riveras y así demostrar que juntos, el futuro es posible. La unión es atractiva e infunde energías nuevas y da sentido a la política.

Los liberales deben aprender que el fracaso es muchas veces la semilla de un gran árbol; hay una oportunidad, pero es al precio de un gran desafío. En ese desafío, Evópoli es el llamado a asumir el liderazgo y la iniciativa. Si tienen la visión, la generosidad y la astucia necesaria, quizá puedan dar una sorpresa el 2021. No les queda mucho tiempo de modo que si quieren ser ambiciosos –como dicen que son-, deben ponerse pronto con ¡manos a la obra!

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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