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Derecha-izquierdista: la nueva creación del candidato Lavín Opinión

Derecha-izquierdista: la nueva creación del candidato Lavín

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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Sus adversarios y críticos más acérrimos –en que hay muchos de su propio sector- le restan méritos a este Opus Dei de misa diaria, economista, siete hijos y ex ministro, debido a que gran parte de su imagen la habría construido gracias a los millonarios recursos con que cuenta la municipalidad más rica del país. Un supuesto que también algo de cierto tiene, sin embargo, otros ediles de comunas con muchos recursos no han alcanzado el mismo perfil. Desde hoy, Joaquín Lavín entierra para siempre el bacheletismo-aliancista para fundar la derecha-izquierdista. Bienvenido de nuevo a la política el candidato. ¿A Gobernador Regional o a Presidente?.


Joaquín Lavín es, por lejos, el personaje más atípico de la política chilena. Lleva casi treinta años en la primera plana, ha sido candidato a todo –incluyendo la presidencia, el senado y la cámara baja- y lo han dado por muerto políticamente, las mismas veces que fue derrotado. Algunos lo califican –o descalifican- de populista, marquetero, díscolo y aunque tiene mucho de esos tres conceptos, la verdad es que ha demostrado, con los años, ser un tipo innovador, audaz, creativo, pragmático y particularmente un buen comunicador.

Sus adversarios y críticos más acérrimos –en que hay muchos de su propio sector- le restan méritos a este Opus Dei de misa diaria, economista, siete hijos y ex ministro, debido a que gran parte de su imagen la habría construido gracias a los millonarios recursos con que cuenta la municipalidad más rica del país. Un supuesto que también algo de cierto tiene, sin embargo, no existe un correlato directo. Otros ediles de comunas con muchos recursos no han alcanzado el mismo perfil.

Lavín nos vive sorprendiendo con todo tipo de anuncios, desde los más extraños como bombardeo de nubes para producir lluvia, pasando por playas, clases de Judo y gas paralizante para sus guardias, plazas para perros, drones, multas a piroperos, las bicicletas Mobike, pasarelas en 3D, centros invernales con nieve en la ciudad y un sinfín de medidas, algunas de las cuales nunca se sabe si fueron efectivas o se implementaron.

Pero siempre se atreve, busca ideas en otros lados del mundo y las replica sin ocultarlo. Se conecta además con la gente, escucha, responde los mensajes que le envían por redes sociales –las que maneja con mucha habilidad- y encara, sin problemas, a las empresas que han causado problemas a sus vecinos, como cuando instaló el año pasado en el hotel Ritz a un grupo de vecinos afectados por los cortes de luz con cargo a Enel.

Hasta ahí el Lavín efectivo, pragmático y creativo. ¿Pero y qué pasa con el político?  Desde que volvió a ser alcalde, después de un fallido paso como ministro de Piñera y una candidatura frustrada por Santiago, ha incursionado en temas que han golpeado en el ADN de la derecha y en particular el de su partido, la Unión Demócrata Independiente.

Lo cierto es que el bullado anunció de las viviendas sociales en la Rotonda Atenas partió hace meses, cuando el alcalde dio un golpe a la cátedra visitando a su par comunista, Daniel Jadue, para conocer su proyecto “Inmobiliaria Popular” destinado a familias vulnerables, incluyendo inmigrantes y en la ocasión, afirmó que le gustaría replicar la idea en Las Condes. El cordial encuentro entre estos ediles, ubicados en polos políticos, fue duramente cuestionado en público por José Antonio Kast y en privado, por la mayoría de los dirigentes de la UDI.

[cita tipo=»destaque»]La principal incógnita del político Lavín sigue siendo su posición en temas valóricos. La única señal importante que tenemos es que se distanció de la posición de la UDI y los más conservadores cuando se discutía la Ley de Divorcio en el Parlamento, señalando que había que hacer una distinción entre la postura religiosa y lo que era conveniente para un país en evolución. Este será un punto crítico para saber quién liderará la renovación de la derecha bajo el alero de la denominada “derecha social”, un concepto que patentó Manuel José Ossandón, pero que este año Lavín entró a competirle en su propio territorio, pero con mayor audacia. Después de todo, la integración social es bastante progresista y revolucionaria para ese sector político.[/cita]

Pero de seguro, muy pocos en la derecha pensaron que Lavín hablaba en serio.  El edificio que pretende construir no sólo es una oportunidad para personas de esfuerzo y bajos ingresos que viven en Las Condes, sino que es un golpe en el corazón de una regla implícita que ha dividido desde siempre a los santiaguinos: la segregación y exclusión social, cuya sentencia es que quienes tienen más recursos viven en el llamado “barrio alto” y el resto, por consiguiente, en el “barrio bajo”, o bien están divididos por una línea imaginaria que se supone está en la Plaza Italia.

Lavín apuesta por desarrollar una suerte de “piloto” para probar si es posible romper con una de las principales formas de segregación: el lugar donde se habita. Y el experimento –acotado a un barrio que no es el más exclusivo de La Condes – arriesga que aumenten los niveles de rechazo a la medida por parte de los vecinos, lo que repercutiría directamente en el alto nivel de aprobación que tiene en una comuna con un fuerte dominio de la derecha desde siempre. La pregunta es si esto se puede extender a otros sectores más acomodados.

Una prueba política que puede terminar por desafectar a un mundo asociado a la clase media- alta que vota por la UDI o RN casi en un 80% en esa comuna.  Y ojo que ya en estas semanas hemos visto protestas cargadas de prejuicios, expresiones de temor y calificativos, bien poco decentes por parte de algunos vecinos, los que incluso han recurrido a simbólicas imágenes que hacen recordar los cacerolazos en los meses previos al golpe de 1973.

Con las viviendas sociales Lavín tuvo su verdadero bautizo político. A la derecha tradicional no parece acomodarle este tipo de proyectos y la reciente disputa con el alcalde de Vitacura, Raúl  Torrealba, es una clara demostración de ello. En cambio, recibió el respaldo entusiasta de varios dirigentes del Frente Amplio y de la ex Nueva Mayoría, copó la agenda e incluso re instaló un caso similar en Pañalolén.

Definitivamente Joaquín Lavín no teme ser políticamente incorrecto con la gente de su sector, como cuando se ganó el repudio de la UDI al declararse “bacheletista – aliancista” durante el primer gobierno de la ex Mandataria. Es probable que en cualquier momento el alcalde tome una mayor distancia -de la que ya tiene- con su partido y termine armando un movimiento autónomo, más amplio, que equilibre pragmatismo, progresismo acotado, algo de populismo y especialmente basado en una capacidad de escuchar a la gente que marque una diferencia.

Sin embargo, la principal incógnita del político Lavín sigue siendo su posición en temas valóricos. La única señal importante que tenemos es que se distanció de la posición de la UDI y los más conservadores cuando se discutía la Ley de Divorcio en el Parlamento, señalando que había que hacer una distinción entre la postura religiosa y lo que era conveniente para un país en evolución. Este será un punto crítico para saber quién liderará la renovación de la derecha bajo el alero de la denominada “derecha social”, un concepto que patentó Manuel José Ossandón, pero que este año Lavín entró a competirle en su propio territorio, pero con mayor audacia. Después de todo, la integración social es bastante progresista y revolucionaria para ese sector político.

La agenda valórica será clave para identificar cuánto pueden conectar Ossandón y Lavín con los cambios de los chilenos. Y paradojalmente, el más conservador en estas materias es el senador RN, Lavín en cambio, necesita sólo desprenderse de la UDI, total, pragmatismo le sobra.  

Desde hoy, Joaquín Lavín entierra para siempre el bacheletismo-aliancista para fundar la derecha-izquierdista. Bienvenido de nuevo a la política el candidato Lavín. ¿A Gobernador Regional o a Presidente?.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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