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¿Por qué tenemos 11 precandidatos presidenciales a cinco meses de que asumiera Piñera? Opinión

¿Por qué tenemos 11 precandidatos presidenciales a cinco meses de que asumiera Piñera?

Germán Silva Cuadra
Por : Germán Silva Cuadra Psicólogo, académico y consultor
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¿Por qué tenemos este desfile de precandidatos? En el caso del oficialismo, ya desde la campaña anunciaron que venían para quedarse. Mínimo ocho años es el consenso mayoritario en el sector y doce o dieciséis el de los más entusiastas. Es como si estuviera en el inconsciente batir el récord de la ex Concertación y ex Nueva Mayoría. En la oposición, sumida aún en una confusión abismante, es la única opción para rearticularse en torno a figuras que les permitan motivar a su gente y generar ideas que se vayan consolidando con eso que algunos llaman “el programa”.  


Cecilia Morel fue la última en sumarse a la lista. Aunque la primera dama señaló que no le atraía el poder –curioso, considerando el rol  fundamental que cumple al lado del Presidente Piñera– y que no estaba dentro de sus intenciones, al final de la entrevista que dio a La Tercera –luego que el medio la clasificara como la mujer más influyente de Chile– remató con una frase que debemos haber escuchado al menos una docena de veces de boca de todos quienes han terminado siendo candidatos pese a previamente descartarlo, incluyendo a Bachelet, Guillier, Longueira, solo por nombrar a algunos. La esposa del Mandatario terminó con una sentencia que debe haber dejado felices y esperanzados a los integrantes del llamado “piñerismo”, cuyos principales rostros son Cecilia Pérez y Andrés Chadwick: “Tendría que pasar algo inusitado y decir ‘mira se necesita a alguien’”. La puerta abierta para el 2020. Como la dupla Clinton en Estados Unidos o los Kirchner en Argentina.  

Comencemos por definir dos categorías. Los que han explicitado su interés de ser candidatos y los que han dicho “¿por qué no?” públicamente o suenan desde sus partidos.

En la primera están Máximo Pacheco (PS), José Antonio Gómez (PR), Ricardo Lagos Weber (PPD), José Antonio Kast (AR) y Manuel José Ossandón (RN). En la otra categoría la lista es larga: Joaquín Lavín (UDI), Evelyn Matthei (UDI), Heraldo Muñoz (PPD), Beatriz Sánchez (FA), Felipe Kast (Evópoli) y Cecilia Morel (piñerismo). Ningún DC, claro que del matrimonio Martínez-Alvear o Mariana podría salir uno cercano a la falange. Tampoco contabilizo al infaltable en la papeleta, Marco Enríquez-Ominami.

Aunque en este país siempre hemos sufrido del mismo síndrome, ese de ir proyectando el Gobierno que sigue, esta vez el avance de temporada es bastante inaudito. Es como si la política chilena se hubiera contagiado con los códigos de la publicidad, esa que nos tiene acostumbrados, en los últimos años, a vivir la Navidad en los supermercados a comienzos de noviembre, el 18 de septiembre en agosto y el retorno a clases en enero.

[cita tipo=»destaque»]Comencemos por definir dos categorías. Los que han explicitado su interés de ser candidatos y los que han dicho “¿por qué no?” públicamente o suenan desde sus partidos. En la primera están Máximo Pacheco (PS), José Antonio Gómez (PR), Ricardo Lagos Weber (PPD), José Antonio Kast (AR) y Manuel José Ossandón (RN). En la otra categoría la lista es larga: Joaquín Lavín (UDI), Evelyn Matthei (UDI), Heraldo Muñoz (PPD), Beatriz Sánchez (FA), Felipe Kast (Evópoli) y Cecilia Morel (piñerismo). Ningún DC, claro que del matrimonio Martínez-Alvear o Mariana podría salir uno cercano a la falange. Tampoco contabilizo al infaltable en la papeleta, Marco Enríquez-Ominami.[/cita]

¿Por qué tenemos este desfile de precandidatos a solo cinco meses de Gobierno del Presidente Piñera? En el caso del oficialismo, ya desde la campaña anunciaron que venían para quedarse. Mínimo ocho años es el consenso mayoritario en el sector y doce o dieciséis el de los más entusiastas. Es como si estuviera en el inconsciente batir el récord de la ex Concertación y ex Nueva Mayoría. En la oposición, sumida aún en una confusión abismante, es la única opción para rearticularse en torno a figuras que les permitan motivar a su gente y generar ideas que se vayan consolidando con eso que algunos llaman “el programa”.  

Veamos en qué está cada bloque. Partamos por la derecha. Como Sebastián Piñera no puede ir a la reelección –que sería el anhelo de muchos, no solo por las capacidades del Jefe de Estado, sino también porque es el único que podría generar consenso entre liberales y conservadores–, varios andan buscando tomar la “pole position” de manera de dar pasos que les permitan la “santificación” del Presidente. El más obvio y evidente es Ossandón. El senador pasó de ser un acérrimo rival de Piñera –le dijo cosas muy ofensivas durante las primarias– a una especie de mano derecha. En el último tiempo se ha dedicado a recorrer el país, sumándose a cuanto acto oficial tiene el Gobierno en regiones. Curioso, un parlamentario por Santiago que aprovecha las semanas distritales para visitar otros territorios, sacrificando el propio.

José Antonio Kast es un candidato fijo y, de seguro, irá nuevamente fuera del pacto oficialista. A su buen resultado en las presidenciales de 2017, se suma que se ha mantenido vigente con sus posiciones extremas a propósito de la agenda valórica, además que armó Acción Republicana, plataforma que le permitirá un mayor grado de institucionalidad. Por el contrario, Felipe Kast está teniendo un rol muy importante para imponer una postura liberal en los mismos temas, convocando a mucha gente joven, varios de ellos provenientes de la centroizquierda.

Joaquín Lavín ha vuelto a irrumpir como un aspirante de peso, especialmente en el giro experimentado este año, en que, además de su buena performance como alcalde, ha sumado el tema social con fuerza, de la mano de las viviendas y del PC Daniel Jadue.

Pero, sin duda, la carta sorpresiva es la de Cecilia Morel. Una mujer con mucho carisma, más liberal que su marido en algunos temas, más abierta a reconocer lo positivo de los rivales y además simpática. Buenos argumentos para entrar a escena, con la ventaja de que estará en primera línea durante estos años, que tiene “buena prensa” y principalmente porque, además, tendrá el respaldo de La Moneda y de su marido, y es una figura que puede generar consenso. Esta sería la carta magistral de Sebastián Piñera.

En la oposición las cosas siguen mal, así que “presidencializar la agenda” es una de las pocas opciones que tienen. En el PS es difícil que Pacheco logre sobrevivir a las máquinas de ese partido, por más que sea el representante de Lagos, sin embargo, está recorriendo el país hablando de energía, eso le da la posibilidad de conocer las bases y captar gente para sus aspiraciones. Tiene también una ventaja: recursos económicos.

Lo de Gómez no deja de ser el saludo a la bandera que los radicales han hecho en todas las campañas con el objetivo de poder después negociar cargos, así que de seguro seguirá hasta el final.

Para Lagos Weber este momento puede ser una gran oportunidad. El senador necesitaba desprenderse de la figura fuerte del padre y ese camino ahora está despejado. La aventura de 2017 del ex Mandatario terminó por marcar su retiro definitivo de cualquier posibilidad de ser candidato a algo.  En su mismo partido, Heraldo empieza a tomar fuerza dentro de los militantes de ese alicaído partido. El ex canciller es la figura que necesitan para levantar al PPD y eso le da una ventaja para ser competitivo.

En el Frente Amplio el panorama es bastante desalentador. El conglomerado pasó de ser “la promesa” a la decepción de estos casi cinco meses de actividad parlamentaria. Conflictos internos, disputas personales, Florcita Motuda y poca relevancia en la agenda han caracterizado su desempeño, de ahí que Beatriz Sánchez esté empezando el regreso con un rol articulador y de consenso parecido al de Morel en la derecha.

Por ahora solo estamos hablando de figuras, no de proyectos. Bueno, quedan más de tres años y medio para eso.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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